REPERFILAR
Análisis

Hablando de mitos: Maradona no está en ese féretro

El Maradona de todos murió en 1994, cuando un ángel de blanco llamada Sue Ellen Carpenter se lo llevó a que le cortaran las piernas como él mismo llegó a confesar. No hay Maradona imposible sin piernas. Ahí estaba su única magia.

Los argentinos somos especialistas en mitos y no lo digo porque hayamos fabricado a Carlos Gardel y a Diego Armando Maradona. Ellos dos, en todo caso, son las máximas expresiones de nuestra mitomanía popular, pero son efectos y no son causas. Voy a citar sólo dos causas de nuestra propensión mitológica y las dos son históricas.

Una más bien cultural y muy fuerte. Aunque ahora no se note, durante siglos y siglos amasamos una idiosincrasia de confín del mundo, del culo, del mundo de lejanía, de todo lo importante y por eso, de una necesidad culposa de ser grandes, de ser los mejores. Porque en el fondo, nunca creímos que lo fuéramos.

La otra causa está en que nuestras elites fueron santurrones, misticistas y milagreras. Desde el vamos, los españoles buscaban un rey blanco y contra los españoles se conspiró desde la masonería. El general Roca recibía consejos de Pancho Sierra, padre del curanderismo y el espiritismo en nuestro país, y conquistó el desierto con una vidente mapuche sentada a su lado. La principal discípula de aquel mismo Pancho Sierra, conocida como la Madre María y famosa por sus milagros, le predijo a pedido a Hipólito Yrigoyen que iba a llegar a presidente.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Final del camino para Diego Armando Maradona: ya descansa en el cementerio de Bella Vista

Más por izquierda, uno de los padres del socialismo argentino, Alfredo Palacios, seguía al espiritista Cosme Mariño, igual que Leopoldo Lugones, que de izquierdista no tenía nada. Es más lean el libro Santa Evita y vean lo que los militares fueron capaces de hacer con el mito embalsamado de Eva Perón. Y vean después cómo terminó el propio Perón ladeado por López Rega, al que no porque sí apodaban el brujo.

Alberto Fernández habrá querido apropiarse de algún trocito de la mística maratoniana en este súper funeral de la Casa Rosada, tan multitudinario como epidemiológicamente desaconsejado por los expertos. Le vendrá bien, por alguna razón, cerrar con la policía lo que supuestamente había abierto con el corazón. No sé. Todo es posible.

Lo que sí sé es que con Maradona muchos creen que batimos el récord de los récord de los mitos, porque a Diego lo multiplicamos en vida muchísimo antes de su muerte física de ayer. Lamento discutir ese punto. Creo que Maradona, es decir, la parte sublime de Maradona, el Maradona de todos. El que no está en el cajón embanderado, porque no cabe ahí murió hace mucho. Más exactamente en 1994, en el Foxboro de Boston, cuando un ángel de blanco llamada Sue Ellen Carpenter se lo llevó de la mano entre sus sonrisas a que le cortaran las piernas como él mismo llegó a confesar. Era muy joven. Tenía treinta y tres años, como Evita o Jesús. No hay Maradona imposible sin piernas. Ahí, allá estaba su única magia.