No es nuevo pero parece definitivo: la percepción de la seguridad total –ilusión vana– cae otra vez ante la evidencia de que las fortalezas –esa idea tan británica de que “ mi casa es mi castillo”– es hoy una utopía. Tampoco en un country se puede estar seguro, más allá de que las entradas y salidas están custodiadas y que, en teoría, no todos pueden ingresar a esos barrios cerrados. Da la sensación de que se está ante ladrones expertos. Y ante guardias limitados. O corruptos. Una hipótesis que corre con fuerza en algunos investigadores apunta a los vigiladores privados. Crecen las sospechan que los apunta, aunque hasta ahora no hay pruebas suficientes.
Que algunos delincuentes tomen durante cuatro horas un country no es novedad: lo verdaderamente extraño es que no suceda con una cotidianidad mayor. Basta ver lo precario de la supuesta seguridad de cualquier barrio cerrado para saberlo. El supuesto personal de seguridad no tiene capacitación alguna para esas cuestiones y ni siquiera para asuntos nimios.
La indignación de los vecinos de Pilar se reflejó en una marcha organizada ayer para reclamar mayor seguridad. La gente no sólo cargó las tintas contra la Policía, sino también con las agencias de seguridad privada que trabajan en el lugar.
En la provincia de Buenos Aires hay registradas 840 compañías de seguridad, en la que trabajan más de 40 mil vigiladores. A esta altura, y con los números en la mano (en lo que va del año ocurrieron 16 robos en countries) tampoco sorprende que la mayoría de los casos no fue esclarecido. Según los investigadores no hay pistas y ni siquiera sospechas. Aunque creen que en muchos hechos actuó un entregador, un empleado o un agente de seguridad infiel.
“ El error es pensar que con alambre y barrera se soluciona el problema de inseguridad. Los directivos no tuvieron en cuenta las internas entre las agencias de seguridad. Hay que hacer inteligencia interna para prevenir”, dijo ayer el especialista en seguridad Luis Vicat. “ Se cayó el mito de seguridad para las dos partes, los que viven ahí ya no se sienten tan protegidos y a los delincuentes ya no les parece tan díficil asaltarlos”, agregó Vicat.
En el robo al country Olivos Golf Club, el gerente de Codecop, la empresa de seguridad que custodia el barrio, Carlos Zeballos, denunció que el hecho habría sido ocasionado por una empresa rival que busca ganar la licitación para custodiar la zona. “Tengo sospechas, pero no pruebas. Fueron directamente a entrar en la casa del presidente de la comisión directiva”, dijo Zeballos a PERFIL.
En muchos de los robos, los ladrones se movieron con total impunidad, ingenio y picardía. Entraron de diversas formas: vestidos con traje y palos de golf, haciéndose pasar por interesados en comprar un lote, se disfrazaron de policías, agentes de seguridad y hasta entraron por una alcantarilla y huyeron por un desagüe. ¿ Es posible que los guardias de seguridad no hayan advertido nada en ninguno de estos casos?
“ Es imposible estar seguro en un country mientras afuera reina la inseguridad. Hay que mejorar el control del Estado en relación a las agencias de seguridad privada. Ese es el reflejo de la crisis de la Bonaerense, que muchos son directivos de las empresas privadas”, manifestó Juan Manuel Ugarte, profesor especializado en temas de seguridad.
Detrás de los guardias privados –algunos burócratas, a veces empleados en negro, a los que disfrazan de policías– existe una enorme red de intereses en la que pugnan agencias comandadas por lo que alguna vez fue calificada como la “ maldita Policía”, y hoy, a más de diez años de aquella tapa de Noticias, sigue vital e indomable, mezclada entre la gente y ofreciendo sus servicios a ciudadanos preocupados que los contratan. El círculo es perfecto y definitivo.