SOCIEDAD
vida sana e inclusion social

Rugby, remo y cricket: los deportes "de elite" ganan lugar en las villas

Se practican en la 31, la 21-24 de Barracas y La Cárcova, en San Martín. Buscan inculcar valores a los jóvenes. En el asentamiento de Retiro participan unos 300 chicos y este año sumaron crossfit.

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Locos por la ovalada. El CV31 nació de la mano de tres médicos que atendían en una salita del asentamiento. Participan en torneos zonales y empresariales. Buscan construir su sede en el barrio. | gza. cv31

Más allá de los programas de integración social y cultural que suelen encarar los gobiernos de turno en las urbanizaciones informales, algunas disciplinas deportivas allí desarrolladas se posicionan como un motor que, a partir de los vínculos y valores que inculcan a quienes las practican, los potencian. En este sentido, no resulta extraño que deportes como el rugby, hockey, cricket y remo, considerados de “elite”, ganen terreno en asentamientos como la Villa 31 y 31 Bis de Retiro, la 21-24 de Barracas y Villa La Cárcova, en San Martín.

Son actividades que van más allá de la simple recreación y apuntan a transformar la difícil realidad que les toca vivir a los jóvenes que las practican.  

En el caso del futuro barrio Padre Carlos Mugica, el rugby y el hockey sobre césped son las disciplinas que ganaron su lugar en canchas donde el fútbol acapara el sueño de chicos y grandes (en especial de sus padres) por “salvarse”.    

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El Club Villa 31 (CV31) nació en 2008 de la mano de un grupo de jóvenes médicos que atendían en un pequeño salón que estaba junto a la cancha el Campito, en el barrio YPF.

Juan Manuel Toconás es uno de los jóvenes que cambió su vida con la práctica del rugby. Es el secretario del CV31 y juega en la primera división del equipo que lleva los colores azul y rojo, los mismos que el club de polo Coronel Suárez. “Es un homenaje a Martín Dotras, Máximo Bianchi y Matías Fernández, que eran de esa ciudad y que venían todos los sábados a atender a los chicos en la salita”, confiesa Toconás, en su charla con PERFIL.

Los referentes del CV31 sueñan con una sede y esperan una respuesta del gobierno porteño

“Un sábado, Martín trajo una pelota de rugby y me invitó a jugar. En esa época llevaba una vida complicada y terminé en la cárcel. Sin embargo, me invitaron a jugar”, contó el rugbier. “Al volver del penal de Ezeiza, donde estaba detenido, lo primero que hice fue ir a entrenar y al mismo tiempo me propuse cambiar de vida. Estar preso me hizo pensar mucho en lo que quería para mi vida y por suerte, Martín, Maxi y Matías me ayudaron. Desde ese momento no volví a juntarme más con gente que no me convenía”, cuenta, de manera contundente, Juan Manuel. Toconás asegura que formar parte del club modificó su vida. Terminó el secundario, hace instalaciones eléctricas en el barrio y además estudia energías renovables y administración de redes.     

Actualmente en el CV31 practican rugby y hockey sobre césped unos 300 chicos entre infantiles, juveniles y mayores. Este año, además, sumaron crossfit. “Mientras los chicos entrenan, los padres hacen crossfit. Es una manera de integrar a la familia”, explicó el joven de 31 años, que espera la respuesta del gobierno porteño para construir la sede del club. “Queremos levantar la sede en la manzana 33, casa 10, del  barrio YPF que ahora es un terreno desocupado. La idea es hacer una construcción de tres plantas en la que habrá vestuarios y salones de usos múltiples para todos los chicos del club y del barrio. Queremos dejar de hacer los “tercer tiempo” en la calle o en salones prestados”, enfatizó Toconás.   

En el partido de San Martín se encuentra la Villa La Cárcova, uno de los asentamientos más grandes y conflictivos de esa parte del Gran Buenos Aires.  

“El programa me ayudó a planear un futuro mejor”, dice Cristian Castillo, de 17 años. 

A partir de esa realidad, el padre Pepe Di Paola junto a Daniel Juárez y Silvina Roman desarrollaron en 2009 Cricket Sin Fronteras, un programa que se basa en el aristocrático deporte inglés para prevenir y alejar a los jóvenes de la violencia, el delito y las adicciones. “Estoy convencido de que el deporte es la mejor herramienta para formar e influir en la vida de un joven para bien. La transmisión de valores y el respeto les permite encontrar un lugar en la sociedad e integrarse”, señala Juárez, en su charla con este diario.  

Las prácticas se llevan a cabo los sábados a la mañana en el predio que la Cámara de Comercio de José León Suárez le presta a Cricket Sin Fronteras para que los chicos conozcan los secretos de esta disciplina de elite, utilizada, en este caso, como herramienta de formación y transmisión de valores.

El programa incluye a niños, niñas y jóvenes de entre 8 a 18 años, que integran los equipos de Cricket San Juan Bosco, de Villa La Cárcova.

Carla Comaschi, Priscila Gauna, Lucas López y Nahuel Romero son cuatro jóvenes de 17 y 18 años que participan de esta iniciativa y que fueron convocados por la Asociación de Cricket Argentino para integrar la Selección Nacional que representa a nuestro país en el Torneo Sudamericano que está disputando en Perú. Karina León y Franco Sivila, que también forman parte del programa, fueron convocados por la misma asociación como entrenadores de los combinados que viajaron a aquel país. Cristian Castillo tiene 17 años e integra el equipo de la segunda división del programa y vive en el asentamiento junto a su madre. Juega desde 2013 y ya ganó el campeonato Sudamericano en Mina Gerais en 2016, y tuvo la oportunidad de viajar a Roma en 2017 para enfrentar al combinado del Vaticano. “El programa me ayudó a planear un futuro mejor”, destaca y reconoce que desde que empezó a practicar cricket  su vida cambió para siempre.

Victor Ramos, uno de los impulsores

"Buscamos que el Club Náutico 21 sea una realidad para los chicos del barrio"

Sobre una de las bajadas del Riachuelo, a la altura de la calle Luna, un grupo de vecinos armó una plataforma desde donde salen a remar los chicos que forman parte del Club Náutico Villa 21. Se trata de los jóvenes de ese asentamiento del barrio de Barracas que a partir de la práctica de esa disciplina buscan alejarse un poco de la dura realidad que los rodea.    

La idea nació en 2011 de la mano del Ministerio de Cultura de la Nación, y de inmediato contó con el apoyo de Prefectura, que aportó profesores y timoneles para que los chicos navegaran las aguas del Riachuelo y conocieran los secretos de esa disciplina. Al principio, el proyecto funcionó de tal modo que algunos de ellos participaron en varias competencias, alguna de las cuales ganaron. Como por ejemplo la regata que se corrió hace unos años entre el Puente de la Mujer, en Puerto Madero y La Boca, en la que participaron unos 120 botes. Sin embargo, con el correr de los años las prácticas fueron cada  vez menos, al punto de no contar más con apoyo oficial. Por estos días, Víctor Ramos, desarrollador cultural y deportivo de la Casa de la Cultura de Villa 21, busca que el remo vuelva a posicionarse entre los deportes que elijan los chicos del barrio. “Los papás de los chicos que aún vienen ayudan con lo que pueden, desde limpiar la zona del amarradero hasta arreglar la plataforma que se rompió. Todo lo que hacen es a pulmón. Tenemos solo dos botes para practicar, pero como no vienen más los timoneles de Prefectura que nos ayudaban no pueden remar en el río. Estamos tramitando la personería jurídica para ser un club de verdad y buscar apoyo. Queremos que el Club Náutico Villa 21 sea una realidad para que más chicos se sumen”, dice Ramos.

Milagros Lencina tiene 16 años y practica remo desde hace cinco. Participó en regatas en Tigre y San Fernando, alguna de las cuales ganó. “Vivo cerca de acá y cuando me enteré me gustó la idea de remar. Es un deporte distinto, fuera de lo habitual que podés practicar en el barrio”, señaló la joven remera del barrio de Barracas.