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La internalización como pilar de la docencia académica

Motivar a los estudiantes a estrechar vínculos con instituciones extranjeras fortalece el crecimiento educativo. El rol del Programa de Promoción de la Universidad Argentina.

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El mundo en el aula. Alumnos que son formados por docentes con experiencia internacional, ese es el objetivo que busca la Universidad Nacional Arturo Jauretche. | Prensa Unaj
Ernesto Villanueva*

Desde su propia denominación, las universidades nos remiten a la idea de universalidad, esto es, la pretensión de que lo que en ellas se aprende y se investiga puede trascender las fronteras locales.

Desde su surgimiento, con la Sorbona y Bologna, se fue desarrollando un sistema que presuponía esa intencionalidad. Incluso, hacia los siglos XIII y XIV ya existía un esquema de reconocimiento de títulos, distinguiéndose aquellas instituciones que entraban, por decirlo así, en un circuito internacional de aquellas otras que quedaban circunscriptas a lo local. Así, la posibilidad de intercambiar con, o de alimentarse de, otras instituciones ha constituido un componente permanente de las universidades. Por ejemplo, a fines del siglo XIX la Universidad Provincial de La Plata, que poco más tarde se transformaría en Nacional, recurrió a numerosos docentes europeos para lograr que su calidad inicial tuviera un nivel aceptable. A mediados del siglo pasado, la imitó la Universidad Nacional de Tucumán, “importando” profesores del Viejo Continente, convaleciente de la Segunda Guerra.

Por ello, cuando se habla de “internacionalización” como si fuera una originalidad o un descubrimiento novedoso, debemos tomar recaudos. Un extremo es cerrar los ojos frente a los avances científicos mundiales, refugiándonos en una actitud que llamaría folklórica. Otro extremo es comprar, sin beneficio de inventario, todas y cada una de las novedades institucionales que se observan en el mundo, con una mentalidad colonial. Ninguna de estas actitudes es útil para nuestra nación. El desafío verdadero es el que planteaba Simón Rodríguez: “O creamos o erramos”, afirmaba el tutor de Bolívar. O también nuestro Jauretche, quien sugería mirar el mundo desde nuestros ojos.

Desde esta última perspectiva es que nuestra Universidad Nacional Arturo Jauretche ha alimentado la docencia a través de dos caminos: la investigación y la internacionalización. No me referiré a la primera, que requiere un desarrollo detenido.
Para la segunda, debe partirse de un diagnóstico de situación para caminos que son múltiples. Por un lado, hay una situación desigual entre las disciplinas dentro de la universidad. Por el otro, existe un panorama desigual en el mundo científico en relación con los objetivos de la institución. En tercer término, hay corrientes internacionales preexistentes de relaciones.

En este punto, hay que estar vacunado frente a lo que habitualmente se denomina el efecto Mateo: darles a los que ya tienen. Es decir, las autoridades de la universidad deben incentivar las disciplinas menos internacionalizadas y acompañar a aquellas que ya tienen rutas preestablecidas. En general, podemos afirmar que las denominadas ciencias duras y algunas áreas de las médicas tienen problemáticas muy signadas por el mundo globalizado. Es difícil de lograr, y lo más cómodo y habitual es reproducir la internacionalización desigual que presentan las disciplinas.

En todos los casos, resulta imprescindible una apertura considerable al mundo. No aceptar pasivamente la oferta internacional sino buscarla a partir de nuestros objetivos. Para ello, es necesario algo que no
siempre se da: ¡tenerlos!, saber de lo que carecemos y qué necesitamos, área por área, carrera por carrera. En fin, la consigna es que no se puede hablar de calidad en abstracto; ella siempre ha de remitir a cierta pertinencia, que se ancla en la realidad socioeconómica que busca fortalecer y mejorar.

Tradicionalmente, los universitarios argentinos se han relacionado más con Europa que con América Latina o Estados Unidos, ni que hablar de China o Rusia. Debemos preguntarnos si adherimos a esas corrientes dominantes o debemos matizarlas. Lo cierto es que nuestra América mestiza es esencial en un proyecto integracionista, y Estados Unidos está a la cabeza en muchísimas áreas. Pero los gobiernos europeos tienen una política muy activa de relaciones, mientras que no se puede afirmar lo mismo de los países americanos.

Frente a esas velocidades gubernamentales disímiles, la actividad que ha de desarrollarse por parte de una institución naciente como la Jauretche también requiere esfuerzos diferenciales.

Por un lado, el hecho de tener una proporción de docentes con estudios en el exterior constituye una ayuda inestimable.
En segundo lugar, aprovechar al máximo el Programa de Promoción de la Universidad Argentina, que creó la anterior gestión gubernamental, ha sido un elemento esencial para la estrategia de internacionalización. 

En tercer término, promover la movilidad de nuestros docentes al exterior a veces para dictar cursos, en otras ocasiones para conocer o formarse en pequeñas estadías, influye en el clima interno de la universidad, combatiendo ese espíritu de parroquia al que somos tan afectos los argentinos.

En cuarto término, la visita de investigadores de otras naciones opera en el mismo sentido. Han estado en nuestra universidad norteamericanos, brasileños, uruguayos, ecuatorianos, colombianos, venezolanos, chinos, noruegos, españoles, franceses, belgas, para citar los que tengo presentes, en las áreas de las ciencias sociales, la salud y las ingenierías.

También recibimos estudiantes de otros países, enviamos algunos nuestros –pocos todavía, es cierto–, pero una de ellas está actualmente en una de las mejores carreras de ingeniería de Francia, y con buenos resultados. Por último, la posibilidad de dobles titulaciones y de investigaciones conjuntas que pueden operar, en nuestro caso, como índice indirecto de la calidad alcanzada en tan poco tiempo.

Como se observará, las herramientas de una universidad que recién se asoma al mundo son las clásicas, en proporciones acordes a las características de la institución. Y aquí las innovaciones serán pocas, no es cosa tampoco de inventar la pólvora. El problema radica, en todo caso, en aprovechar la internacionalización para fortalecer a nuestros estudiantes, docentes e investigadores, con nuestras propias metas, sin acoplarnos pasivamente a otras que muchísimas veces poco tienen que ver con un desarrollo de nuestras capacidades.

*Rector de la Universidad Nacional Arturo Jauretche.