INTERNACIONAL
Unión Europea

Mónica González: “Europa tiene que despertarse y mirar a Latinoamérica para frenar a Rusia”

La argentina es la primera de origen latinoamericano en ocupar una banca en el Parlamento Europeo. “Hay mucha expectativa de que el acuerdo UE-Mercosur se cierre entre julio y diciembre del 2023”, dice.

Diputada española ante el Parlamento Europeo, Mónica González. 20220701
Diputada española ante el Parlamento Europeo, Mónica González. | Cecilia Degl'Innocenti

La Unión Europea (UE) sigue convulsionada por la guerra en Ucrania cuyo desenlace todavía es incierto. Europa, que hasta el momento supo depender energéticamente de Rusia, todavía busca acomodarse en medio de una crisis de alimentos y energía disparada por el conflicto armado.

En ese contexto, la diputada española ante el Parlamento Europeo, Mónica Silvana González, destaca el lugar que debería ocupar Latinoamérica en el tablero internacional que se vio afectado en la última semana por la “histórica” cumbre de la OTAN en la capital española que agitó el fantasma de la Guerra Fría.

“Para bloquear a Rusia, Europa necesita aliados estratégicos por lo que debe volver la vista a Latinoamérica. Estamos ante una gran oportunidad para cerrar un macro acuerdo de asociación entre la Unión Europea y el Mercosur, que representan el 10% de la población del mundo”, cuenta.

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Entrevistada por PERFIL desde Madrid, González, oriunda de la provincia argentina de Corrientes, sirve de lazo entre Europa, su lugar de acogida, y la región en la que se crió, desde una óptica europea con identidad latinoamericana y en un momento histórico condicionado por la guerra en Ucrania.

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La primera eurodiputada de origen latinoamericano reivindica la importancia del liderazgo de Argentina a nivel regional a pesar de las declaraciones del presidente Alberto Fernández respecto a las sanciones a Rusia, y se muestra optimista respecto al acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur.

—Tras la invasión de Rusia a Ucrania cambiaron las circunstancias geopolíticas. ¿Cómo evalúa la coyuntura?

—Esta guerra, que está teniendo un impacto negativo en todo el mundo, vino a romper muchos paradigmas. Por ejemplo en la UE llevamos años pidiendo que se flexibilicen algunos instrumentos jurídicos y, tras la invasión de Rusia, el tratado que estaba vigente con Ucrania desde 2001 se flexibilizó en escasas 48 horas.

Creo que la respuesta de Europa fue unánime, solidaria, y sacó lo mejor de los europeos. En cambio, la respuesta latinoamericana no fue del todo la mejor. Los países no cuentan con una sola voz y esas diferencias se ven en las votaciones importantes para condenar a Rusia, en donde hubo falta de coherencia.

—¿Qué puede decir sobre el futuro de las relaciones entre Europa y Latinoamérica?

—Hay un contexto internacional que ha cambiado a partir de una amenaza. La guerra en Europa volvió a poner la vista en Latinoamérica, no solo por el interés por las oleaginosas derivado de la guerra sino también porque puso de manifiesto dónde están nuestros aliados. El cambio de ciclo político en la región se está siguiendo con cierta expectativa en Europa, tras las elecciones en Chile y Colombia y las próximas en Brasil. Es un momento apasionante e histórico para América Latina.

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—¿Qué piensa sobre el liderazgo de Argentina en la región?

—Argentina tiene un rol protagónico por presidir la Celac, con la cual la UE no tiene una cumbre desde 2015 y por la que hay mucha expectativa desde el lado europeo. La Argentina no está separada del contexto latinoamericano, que es desde donde parte la óptica europea. Necesitamos un país fuerte como Argentina liderando la Celac y trabajar para que Brasil, aislado y radicalizado por Jair Bolsonaro, reingrese al bloque y a la escena internacional de negociación colectiva. Argentina es clave para recuperar ese espacio.

—¿Y sobre el presidente Alberto Fernández?

—La diferencia entre Argentina y Europa está en torno a las sanciones a Rusia. Acá aprobamos resoluciones permanentemente en las que condenamos a Rusia, mencionamos a las víctimas y aplicamos sanciones estrictas. Esta es la gran diferencia con el gobierno de Alberto Fernández, quien en todas sus declaraciones evita hablar de las sanciones o cree que no es momento de aplicar nuevas.

—Tras veinte años de negociaciones, en 2019 la Unión Europea y el Mercosur llegaron a un acuerdo de asociación comercial, pero aún falta su ratificación. ¿Hubo avances al respecto?

—Estoy muy esperanzada en que el acuerdo definitivo se cierre entre julio y diciembre del 2023 en manos del gobierno socialista de Pedro Sánchez, al igual que pasó hace veinte años con José Luis Zapatero. Actualmente hay mucha expectativa en la presidencia española. Sin embargo, es un proceso que tiene muchas aristas. Tiene detractores de ambos lados. Del europeo existen argumentos de defensa al medio ambiente, como la protección de la Amazonía, o la garantía de producción respecto al uso de fertilizantes y agroquímicos con estándares europeos. También hay que mostrar los beneficios del acuerdo, como una nueva oportunidad de los países que exportan oleaginosas derivada de la necesidad de Europa que antes compraba alimentos de Rusia.

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—Varios países balcánicos cuestionaron a la Unión Europea por el reciente y “rápido” proceso de aceptación de las candidaturas de Ucrania y Moldavia. ¿Usted qué piensa?

—Lo que se aprobó fue un informe de preadhesión de esos países para que empiecen un proceso de adaptación técnica a los Criterios de Copenhague, algo que puede llevar hasta 10 o 20 años. El tema no pasa por los años que los países estuvieron esperando sino por los cambios legislativos que hicieron para adaptarse a la normativa europea, como una economía de libre mercado, criterios medioambientales e instituciones fuertes. En este caso, por supuesto hay muchos detractores, como Bulgaria, pero creo que estas críticas muestran una Europa viva a la que muchos daban por muerta tras el Brexit pero que ahora son muchos más los países que quieren unirse.

—¿Incidió la invasión dictada por el presidente ruso Vladimir Putin?

—Creo que con el interés de ir por la fuerza de Putin está logrando una UE más cohesionada. Si quería menos OTAN y la protección de sus esferas de influencia está generando todo lo contrario. La guerra será larga y la UE estará detrás de Ucrania para apoyar pero eso no significa que su aceptación al bloque vaya a ser rápida sino que seguirá como la de todos los demás.

—Si Ucrania fuese aceptada a formar parte del bloque, ¿qué consecuencias podríamos esperar?

—Si Putin entiende que nosotros estamos rodeando a países limítrofes de cara a Estados Unidos puede inclinarse por rodear a los países latinoamericanos, como sucedió con la diplomacia de las vacunas. Eso puede ser una repercusión negativa, esa tentación del Kremlin de sitiar Latinoamérica como respuesta a la adhesión de Ucrania. Es por esto que la UE tiene que despertarse y volver la vista a Latinoamérica no solo como proveedor de alimentos sino como aliado estratégico para frenar a Rusia.

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Imágenes de la guerra en Ucrania.

—Tras 25 años se celebró una nueva cumbre de la OTAN en Madrid, un tema que no sólo dividió la opinión dentro de la coalición PSOE-Podemos sino que también motivó manifestaciones en contra de la militarización de España. ¿Qué puede decir al respecto?

—El PSOE tiene 143 años, es un partido histórico que ha tenido cambios de posición respecto a temas como la OTAN. Es uno de los tantos puntos de fricción que tenemos con Podemos, pero todo está ratificado por el Congreso, donde no hemos perdido ninguna de las votaciones.

Creo que hay muchos españoles que están en contra de pertenecer a un sistema de defensa común, hay que ser respetuosos con los manifestantes como sucedió con las celebraciones de las cumbres del G7, pero estas marchas no tienen ningún impacto en las decisiones de política de defensa, ya que todo pasa por el congreso. Creo que los problemas de España no pasan por pertenecer a la OTAN o no, sino por la inflación y el aumento de los precios de los combustibles, las cosas que le preocupan a la gente.

De Corrientes a Bruselas

—¿Cómo comenzó su carrera política?

—Comencé a militar en política cuando todavía era una niña en Esquina, provincia de Corrientes. A los 13 años presidí el centro de estudiantes y me sentí atrapada por la política, a la que siempre consideré una herramienta de cambio social. Luego tuve una pequeña experiencia en el partido autonomista local.

Cuando llegué a España, desde los colectivos de inmigrantes latinoamericanos luché por los papeles y ese activismo social me catapultó a la política. Empecé en una organización de cooperación para el desarrollo local en Alcalá de Henares y eso me llevó a ser concejala del distrito y luego del ayuntamiento.

—¿Cómo llegó a disputar elecciones desde el PSOE?

—Me sentí atrapada por la justicia social, uno de los principales lemas del socialismo democrático. En el 2014 participé en las primarias de Pedro Sánchez y pude dar un salto importante a la Asamblea de Madrid. Me involucré desde el colectivo de la diversidad y participé en la ley electoral que permitió votar a más de 100 mil personas con discapacidad intelectual. Eso fue decisivo en mi trayectoria ya que me permitió llegar con ese activismo al parlamento europeo.

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Pedro Sánchez, presidente de España.

—Usted se convirtió en la primera latinoamericana en ocupar una banca en el Parlamento Europeo. ¿Cómo es su rol en el recinto?

—Estoy encantada de representar lo diverso, otra forma de entender la política en el Parlamento Europeo. Soy la primera mujer de origen latinoamericano y atiendo cuestiones que otros no atienden. Actualmente estoy centrada en la ayuda humanitaria y la cooperación para el desarrollo.

—¿Se sintió alguna vez discriminada por su origen?

—La discriminación está presente en todos los colectivos diversos. Soy mestiza, tengo sangre guaraní también. Quizá no tengo unos rasgos tan marcados que puedan ser objeto de una discriminación más fuerte pero aún así en mi experiencia yo tuve que trabajar tres veces más que mis compañeros para estar en el mismo lugar, tuve que demostrar un poco más. Más allá de ser argentina, lo que trabajo es la identidad latinoamericana compartida con la europea. La Europa que viene deberá ser inclusiva y solidaria.

CP