Mempo Giardinelli participó de una conferencia de prensa organizada por estudiantes del Posgrado en Periodismo de Investigación Perfil USAL en la que recordó el atentado a la vicepresidenta y lo relacionó con su distanciamiento de la escena política. "He pensado mucho en cómo debe ser que te pongan una pistola en la cabeza, que te gatillen y que no salga la bala. Debe ser tremendo. Creo que quedó muy mal desde entonces, muy herida, íntimamente. No lo he hablado con ella, pero la conozco, debe haber quedado muy traumatizada y de hecho, siento que vino preparando su alejamiento", argumentó.
El precandidato a presidente por Coalición Paz Democracia Soberanía también criticó al ministro de Economía y precandidato del oficialista Unión por la Patria. "Y ahí aparece la figura del señor Massa, a quien no conozco personalmente, dicen que es una persona agradable, pero en términos políticos es una veleta. Es un hombre que ha pasado por todas las líneas políticas. Ha estado con Álvaro Alsogaray, con los militares, con los peronistas, con Macri, y eso solo para mí, es sospechable, en una persona así no confío y no acompaño. Massa era el gran candidato que tenía Mauricio Macri para la Presidencia", declaró Giardinelli, en el Ciclo de Entrevistas a cargo de Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación.
—¿Qué piensa sobre la designación de Sergio Massa como candidato del oficialismo?
—Como peronista, en los últimos años he acompañado, pero me fui disgustando en muchos aspectos, porque creo que no hubo una decisión y una vocación de colocar a la Argentina en el lugar que el pueblo merece y necesita. En este sentido, creo que la política argentina se ha autodegradado mucho. La corrupción se fue metiendo en muchos sectores, sino en todos. El tema de la deuda externa ha sido un tema muy desdichado, de una alta hipocresía, de mucha mentira, en la cual la sociedad política argentina, se convirtió en mitómana, es una especie de engaño en cadena, en el que se podría echar la culpa de un partido al otro, de tal dirigente a otro. Alguna vez alguien tendrá que sentarse a escribir eso, porque ustedes me dirán en muchos países hay degradaciones políticas. Sí, es verdad, lo hay desde Alemania hasta la República Dominicana, donde ustedes quieran. Pero el nivel de degradación moral que ha habido en Argentina, creo que nunca lo he visto en ningún lugar. Estuve en procesos políticos en España, México, Colombia, Brasil, Italia, y esto me duele mucho porque amo profundamente a mi país- Tendría que ser un paraíso, y no solo no lo es, sino que por momentos es casi una cloaca y me desespera. En ese contexto, me cuesta mucho rescatar personas o políticas de los últimos 20 años. Seguí militando, pero nunca fui un afiliado. Seguí siendo un simpatizante, pero nunca fui un dirigente, nunca fui alguien que tuviera una afiliación de ninguno de estos partidos.
—¿Qué análisis hace del gobierno de Alberto Fernández?
—En el último periodo, el gobierno de Alberto Fernández para mí fue uno de los grandes chascos. No él, sino el proceso que se abrió luego de la salida de Mauricio Macri, que significó la última degradación en Argentina, es decir, la sistematización de la mentira, del engaño, del decir una cosa y hacer otra, de la corrupción. Lo peor que le pudo pasar a Argentina en el siglo veinte fue Carlos Menem, y en lo que va del siglo veintiuno, Mauricio Macri. Tenemos todo para que vivan y coman diez países como el nuestro y sin embargo, hay veinte millones de hambrientos. Esto no es una casualidad, ni una maldición de Dios, tiene que ver con políticas públicas que se hicieron mal y sin moral, que es muy importante y es fundamental en el periodismo y también en la política. Es decir, nunca me quedé con un peso ajeno, nunca mentí, nunca mentí en un artículo, nunca escribí lo que al patrón le convenía o lo que él quería o me pedían. Soy un hombre muy recto y creo mucho en la verdad, en la decencia, y desde ese punto de vista, he chocado muy fuerte con sectores a los que acompañaba políticamente. He tenido discusiones con todos los sectores. Sigo siendo de un pensamiento peronista, si se quiere romántico, original. Creo que la caída del peronismo, la implosión que fue el movimiento en 1955, generó un trauma que todavía no se supera. Es uno de los grandes problemas de la Argentina, por eso ha estado inmersa en la violencia y siempre está al borde de rebrote.
—¿Cómo evalúa las últimas decisiones políticas de Cristina Kirchner?
—En el último proceso, cuando Cristina estuvo a punto de ser asesinada. He pensado mucho en cómo debe ser que te pongan una pistola en la cabeza, que te gatillen y que no salga la bala. Debe ser tremendo. Creo que quedó muy mal desde entonces, muy herida, íntimamente. No lo he hablado con ella, pero la conozco, debe haber quedado muy traumatizada y de hecho, siento que vino preparando su alejamiento. Y Masa simboliza el retiro de Cristina. Esa es mi interpretación. En ese contexto, mucha gente amiga me empezó a decir: "Mempo, está por ser tu turno, deberías meterte porque te necesitamos". A mí me honra mucho, pero al mismo tiempo me dije “no, estos están locos”. Tenía planes, incluso, de irme del país. Estuve afuera hace poco, con proyectos de escritura, pero siempre pensando en el dolor que a mí me produce la Argentina a la que amo profundamente, amo la gente, el idioma, las costumbres, las provincias, la riqueza que tiene y sobre todo al río Paraná, que es donde yo nací y donde vivo ahora, acá a cuatro kilómetros. No sé si ustedes saben que llevo varios años escribiendo todos los lunes sobre el Río Paraná y el canal Magdalena, que son las dos salidas que tiene la Argentina al Atlántico y al mundo, y que han sido cooptadas, porque el país no tiene disposición sobre eso, en una forma de neo colonización, que para mí es un absurdo. Entonces, empecé a pensar que tenía que asumir otro papel y hace unos cinco o seis meses, tomé la decisión, tengo propuestas y tengo una respetabilidad, simplemente porque soy una persona decente. Entonces, esa diferencia me parece que es un valor político. Estamos en todas las provincias, somos pocos pero estamos marcando una impronta, es decir, es posible una Argentina diferente, culta, solidaria, decente, honrada, no es cierto que seamos un país de ladrones.
—¿Usted cree que existe la posibilidad de que pueda a ganar el oficialismo?
—Depende qué se entienda por oficialismo. Hoy en Argentina hay varios oficialismos. El clásico, el peronismo kirchnerista está un poco débil, porque Cristina prácticamente se ha retirado. Supongo que debe estar muy mal, tiene una hija enferma, está grande, le han puesto una pistola en la cabeza y bueno, ha optado por el silencio y la respeto. Por otro lado, las cohortes de seguidores que tiene, creo que no han estado a la altura, no aparecieron líderes o personalidades alternativas. Hay varios, pero ninguno de ellos me parece votable, no los votaría. Y ahí aparece la figura del señor Massa, a quien no conozco personalmente, dicen que es una persona agradable, pero en términos políticos es una veleta. Es un hombre que ha pasado por todas las líneas políticas. Ha estado con Álvaro Alsogaray, con los militares, con los peronistas, con Macri, y eso solo para mí, es sospechable, en una persona así no confío y no acompaño. Massa era el gran candidato que tenía Mauricio Macri para la Presidencia. Simplemente me alejé de gran parte de mis compañeros de mi militancia de muchos años, cosa que me duele, pero bueno, ellos eligen seguir ese camino, que pienso es el equivocado, porque no va a resolver la deuda externa, sino que la va a empeorar. Creo que la dependencia del Fondo Monetario Internacional va a ser letal para la Argentina. Nosotros vamos a ser una opción diferente, aun sabiendo que no vamos a ganar las elecciones, estamos planteando una Argentina completamente heterodoxa, que empiece por cambiar su Constitución. Por otra parte, no pagar la deuda externa sin auditarla primero, algo que nunca se ha hecho y es indispensable. Hay que juntar a los más importantes economistas de Argentina, incluso de América Latina y de otros países para analizar esa deuda, que es especulativa y de sectores muy minoritarios, que son los grandes millonarios que no pagan impuestos, no tienen visitas de la AFIP, ni rendiciones que dar a ningún organismo, tienen toda la facilidad bancaria que les da el Banco Central, que deja morir la moneda argentina. Tenemos 50 puntos, proponemos lo que no propone nadie. Somos la única propuesta que dice qué hay que hacer en cada área, con Jujuy, con el litio, con el Mar Argentino.
—Juan Grabois denunció una especie de silencio mediático por parte de los más cercanos al oficialismo. ¿A su espacio le pasa lo mismo?
—La política es una carga pública compleja, por lo menos para gente como yo que vengo de un hogar humilde. Mi papa tenía una panadería, mi mamá tocaba el piano. Recuerdo que nos iban echando de una casa a la otra. Me hice así, de una forma más o menos bohemia, en una época de dictaduras, de emergencias de la democracia, donde la política era muy importante, pero nunca ocupé cargos públicos. Siempre fui un ciudadano como cualquier otro, muy lector, leer me ayudó mucho. Creo que lo mejor que hice en mi vida fue leer, más que escribir incluso. La vida fue generosa y eso me ayudó a crear mi fundación, una de las más importantes en difusión de la literatura. Mi formación fue heterogénea, viniendo de una familia muy humilde pero lectora donde la política era un eje de la vida. Era peronismo y anti peronismo, comunismo y socialismo. Me crie en ese ambiente donde se hablaba de política todo el tiempo, viendo el país que lo tenía todo y al mismo tiempo no tenía nada y eso era muy frustrante. Fui un simpatizante con posiciones, pero nunca un militante de ir a los comités o a las unidades básicas, ni nada de eso. Me molestaba en gran medida este país tan culposo, en el que los peronistas culpaban a los radicales, los radicales pensaban que era culpa de los conservadores. Siempre participé como ciudadano y creo que el voto es muy importante, es una ceremonia íntima.
—Agradecemos su participación en el Ciclo de Entrevistas con estudiantes de Periodismo de Perfil Educación y le damos la posibilidad de hacer un comentario final.
—Mi comentario final es que el litio no es un problema, es un producto jujeño, hay tres provincias argentinas que están llenas de oro y se saca desde hace años en pequeñas cantidades y va a Canadá, no pagan impuestos. El tema del agro, nací y viví en el Chaco, que era una provincia casi virgen. La selva chaqueña prácticamente desapareció con la soja, con el glifosato, que es uno de los peores enemigos de la naturaleza. Y lo peor es que toda la cosecha que sale de Argentina, sale de contrabando de la frontera norte a Paraguay, y de ahí al mundo a través de un río que era nuestro y ya no lo es. Porque los 6.000 barcos que entran y salen por el río no pagan impuestos, no declaran lo que llevan, no son requisados ni siquiera por la Prefectura de Naval. Es decir, todo este tipo de cosas quiero transmitirlas, porque espero que alguno de ustedes se vaya por lo menos pensando esto. No se corrompan, porque la Argentina es un país que corrompe demasiado fácil a toda su generación, y este es uno de los grandes dramas que hemos vivido. Lo hizo Menem, lo hicieron los radicales, los peronistas, los de izquierda, lo hicieron todos. La corrupción es una pésima elección, pero no es un destino. La Argentina no puede tener 20 millones de chicos con hambre. Vengan al Chaco, les muestro cómo el paco y muchas otras drogas están destruyendo a este país. Y entonces viene un señor como Massa o viene el otro, o Larreta o Bullrich, que dicen que esto se soluciona a palos, o con más crédito al Fondo Monetario Internacional.
Por Nicolás Paniagua, Delfina Cáceres, Julio César Morla
Estudiantes de Perfil Educación
Posgrado en Periodismo de Investigación Perfil-USAL