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DNU

Arden los constitucionalistas

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Stanley. El embajador de Washington, asiduo visitante del Presidente. EE.UU. no quiere quedar fuera de las privatizaciones. | cedoc

Sin Robespierre no hubiera habido Revolución francesa. Discusión bizantina sobre el protagonismo de ese mítico personaje, símbolo de la anticorrupción y la transparencia, el más amado por todas las mujeres aunque no se le conoce que haya tenido vínculo con ninguna (tampoco con hombres). No es el caso de Javier Milei, obvio, pero su gravitación personal en el nuevo proceso argentino parece identificarlo con aquel jacobino de la primera República de Francia: siempre adelante y con iniciativas que generan otro tipo de terror en el sistema corporativo del país. Solo falta que pueda implementarlas.

La oposición se recupera del nocaut, pero la comisión bicameral no está formada y quizás no se constituya hasta después que el mega-DNU empiece a ser operativo el 30 de este mes. Rige. Luego, si ocurre –que no debe ser el deseo del Gobierno–, transferirá al plenario del Congreso su opinión favorable o negativa, donde nadie sabe aún si el oficialismo podrá repetir la jugada en el Senado por la cual relegó al kirchnerismo y ganó una primera partida al designar al senador Abdala en la línea de sucesión (recordar que el DNU se convalida con el voto de una sola Cámara). Incierto panorama para Milei, quien no se detiene siquiera a respirar y, mientras tanto, ya envió al mismo Parlamento un proyecto de medidas impositivas en la misma línea del gigantesco decreto: manual de liberalismo aplicado, liquidación de trabas, prebendas y regulaciones estatales. Una desafiante remoción económica. Con estas movidas, el Presidente puso al país patas para arriba y desató un debate frenético cuyo epílogo resulta impreciso.

Primer antecedente del DNU es “La república corporativa”, de Jorge Bustamante

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Para su monumental DNU, se sabe que Milei se sirvió de un arduo informe que Federico Sturzenegger había alistado para la candidatura de Patricia Bullrich. En su caso, ya había bebido en medidas previas de Domingo Cavallo y en el primer antecedente, un libro de Jorge Bustamante (La república corporativa), excolaborador de Roberto Aleman que ahora se dedica a empresas más loables: acaba de publicar un texto para que los abuelos entretengan a los nietos en las jornadas de mal tiempo o de pandemia. En cuanto al proyecto de ley adicional se conformó con la funda de varios estudios jurídicos y de las empresas que los contrataron. Por ejemplo, Eduardo Eurnekian —a quien se sindica como el promotor de Milei y máximo aportante de personal al Gobierno– habría comprometido a los abogados del centenario Bomchil, Eduardo Elsztain contribuyó con el bufete Marval OFarrel-Mairal y el puntaesteño Marcos Galperin (Mercado Libre) suministró los consejos de Brouchou y Funes de Rioja (el titular de la UIA, sin embargo, niega su participación individual en ninguna sugerencia). Por supuesto, estas colaboraciones serán observadas porque es frecuente y razonable no creer en el espíritu patriota de los empresarios, mucho menos en su carácter de benefactores. Material típico para izquierda y los kirchneristas, también para los ahora rebeldes sindicatos, indignados con la última fotografía futbolística del equipo de AEA (con Magnetto y Rocca de capitanes) que se jugó a apoyar a Milei, igual que el embajador norteamericano (visitante frecuente del mandatario) y las empresas de EE.UU. que se anotaron en el mismo respaldo.

El DNU es una ley hasta que el Congreso diga lo contrario, inclusive con el posible dolor de la Corte Suprema (renuente a estas resoluciones del Ejecutivo, ya lo confesó Horacio Rosatti en un programa de Carlos Pagni). Arden los constitucionalistas contra ese dictado que en un prolijo artículo técnico han avalado el actual procurador del Tesoro, Rodolfo Barra, y el magistrado Miguel Licht. Interesante confrontación con otros especialistas del derecho. Merece televisación. Hubiera sido también interesante, si no importara la velocidad de la reforma, asistir al Parlamento para escuchar a los defensores de prebendas, sinecuras, subsidios y otras yerbas que ahora demuele el decreto. Lo curioso de la respuesta contraria, en general, es que se acompaña el contenido de las reformas, pero se discrepa en la herramienta, en la naturaleza de la medida. Casi de pequeño burgués, diría Robespierre. O el mismo Milei.

Borrar 300 leyes con un mamotreto de una firma y el coro de ocho ministros asusta

Pero las formas importan, a veces más que el fondo, y el sacudón de borrar 300 leyes con un mamotreto de una firma y el coro de ocho ministros asusta a más de uno. Preguntar por las dudas en Exxon, que gana plata y ha extraído petróleo en los lugares más peligrosos del mundo y no sabe si continuar en la Argentina. Parecen las telefónicas de EE.UU. que rechazaron comprar Entel en los 90 de la Argentina porque Carlos Menem había echado de Olivos a su esposa Zulema con la policía. Todavía están arrepentidos por esa estupidez, se perdieron un negoción. Claro que se requerirá tiempo y salvar obstrucciones: a partir del 30 se empezarán a realizar nuevos contratos de alquiler, pero resulta difícil que algún inversor se tiente por comprar un club de fútbol para convertirlo en sociedad anónima o que un grupo empresarial se inscriba a poner dinero para cierta privatización.

Conmovido entonces el cuadro de fin de año, con repugnantes excrecencias a la vista y un creciente galope inflacionario del que nadie se hace responsable. A cambio, discuten o pasan el tiempo sobre formalidades. Menos afrontan el mayor problema que tiene Milei esta semana: el perentorio pago de 16 mil millones de dólares a los demandantes por la necia privatización de YPF. Se juntaron Axel Kiciloff, Máximo Kirchner, el Cuervo Larroque y Wado De Pedro inducidos por Cristina pronunciándose ante los nuevos riesgos institucionales. Comprensible cita, pero les hubiera correspondido a estos embanderados crear también una alcancía para evitar el default que se viene por su culpa. O todavía creen que la medida de la Justicia norteamericana es parte del lawfare.