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Congreso en órbita

Piel de Lava 20230901
Piel de Lava - Parlamento | Instagram

Después del teatro posdramático la realidad se burla de quienes trabajamos en el campo de la representación. ¿Cuánto debemos seguir creyendo en ella? Yo digo que mucho. Pero de modos nuevos. Los vínculos entre representación, actuación y política forman un engrudo de larga data y los actores son siempre los denunciantes ad honorem de las falencias de cualquier sistema de gobierno, de acuerdo entre las partes. 

Pero no es el teatro sino la televisión la que busca jaquear nuestra fe en lo representable. Esta semana vimos una nota nefasta que no se entiende más que como lamentable espectáculo donde una entrevistadora patética choca como un meteorito contra un mundo entero: me refiero a la supuesta entrevista en el subte a los dos integrantes del tercer Malón de la Paz. A la pelotudez de la entrevistadora y la paciencia con la que le responden se suman, como un canon inacabable, los comentarios cínicos en el estudio, como para dar un pie coral a la semiosis ilimitada que seguirá en redes, en forma de comentarios anónimos de odio. También vimos un pedido de disculpas que no fue tal; el daño ya estaba hecho, generó su rating y lo demás poco importa.

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Cuando todo es espectáculo (las ideas, los debates, la desgracia), ¿qué queda para las artes del espectáculo, en su sentido amplio? No es pura casualidad que las chicas de Piel de Lava (esta vez acompañadas del músico Zypce) estén agotando entradas con su experimento teatral Parlamento en Art Haus. La obra es abierta, o al menos eso se anuncia: una suerte de work in progress en el que las artistas no se obligan a fijar una sola forma de descargar sus procesos en el escenario. Con la infinita gracia de siempre, el grupo ha estado visitando los discursos (los parlamentos) de las nuevas derechas, tanto en sus ámbitos retóricos santuarios (los congresos de VOX en España, de la Italia de la Meloni, de las cámaras bolsonaristas) para crear una suerte de ready made que extrae, superpone y blanquea unas líneas de pensamiento tan hilarantes como canibalísticas. Un pasaje seguro a la autodestrucción. La indignación que provocan en el mundo real es materia de risa y sanación en el sitio del teatro, donde la representación sigue ofreciendo el mejor espacio posible para alterar las fuerzas dadas. Lo de espacio es literal; este parlamento ocurre en órbita. Laura Paredes, Pilar Gamboa, Elisa Carricajo, Valeria Correa y Zypce ofrecen atinadamente –tal vez sin querer, tal vez porque es lo único que se podía hacer en sus circunstancias– una pieza del futuro. Nuestras categorías pierden sentido cuando la representación es campo de batalla de unas formas pasadas en colisión con una incertidumbre flexible y colorida, como si a la obvia denuncia se le sumara aquí una suerte de kit de salvataje para reírse de los fantasmas y minimizar su tétrico poder en las noches más oscuras. 

¿Enunciación performática de ideas, o todavía fábula de conflictos y pujas por adivinar cuánto podrá existir aún la especie humana? Parlamento ofrece ambos objetos contrarios al mismo tiempo y opta por dudar de todo.