Contra mi costumbre, copio dos citas que me ayudaron a pensar y es posible que también ayuden a quien las lea incorporadas en esta nota. El filósofo italiano Massimo Cacciari escribió que, en la obra de Kafka, “la ley no es algo que tenga un fundamento, sino que es el fundamento mismo que justifica toda forma de acción. No se investiga la ley, sino que se la obedece. La ley es impenetrable: porque no hay nada dentro del Castillo, ningún secreto se esconde allí; no hay tampoco posibilidad de dar sentido. Sin trascendencia (es decir, sin fundamento), el infinito es meramente interminable. Como escribe Kafka: “Eres libre y, por lo tanto, estás perdido”. No estoy huyendo de mis temas políticos habituales. Sinceramente, debo confesar que transcribo lo que esta semana me ayudó a pensarlos mejor, porque me puso frente a una condena, que está encerrada en la libertad, que se presenta como obediencia a la ley.
Con Beckett, mi segunda cita, el Ser implosionó en esa pura inmanencia, donde “ser y parecer coinciden como coinciden inmovilidad y devenir”. La historia ha llegado a su fin, pero ese final no es una culminación del Concepto, sino el último despojo de un Espíritu que se ha vuelto “incapaz de impulsar su propio movimiento”. De la extenuación, ¿qué puede esperarse? Beckett nos indica que no hay salida. Digámoslo de paso: de Beckett no esperen consuelos optimistas.
Hoy en este país quebrado varios aspiran a la Casa de Gobierno, como si el trabajo fuera fácil
Nuestro presente ofrece una respuesta trágica: agoniza el animal político. No se trata solo de desinterés, como suele repetirse por las ideas sobre lo social y lo público. La cosa es mucho más grave porque se discute un fundamento o se denuncia su ausencia. El lado cómico es la parodia, que trabaja con su propia impotencia, y muestra el fracaso de ambiciones políticas desmesuradas. Lo observamos como repetición en el humor mediático y en la exageración de lo político como caricatura. El sujeto lo padece, en el contraste más violento consigo mismo; acciones, deseos y pensamiento se cruzan en combinaciones ambiciosas que tienen poco futuro y su camino es esforzado pero despreciable (Massimo Cacciari, Hamletica, Milán, Adelphi, 2009.)
Sin embargo, aunque desacreditado y débil, persiste el animal político, muchas veces impotente porque sus acciones carecen de fundamento de Valor, y andan erráticas, sin la base de un sentido que les dé trascendencia. Se enuncian valores como acompañamiento musical que los actos no ponen en evidencia. Si se pregunta por la calle, incluso en las marchas, el descrédito de lo político está siempre presente.
A los últimos acontecimientos de esta semana parece inútil tratar de encontrarles un fundamento de valor más allá de las ambiciones de cada uno de los sujetos que actuaron en el escenario, movidos por la convicción de que cada uno de ellos es más capaz que los restantes para presentar un buen programa de acción inmediata. No lo explican, pero apuestan a que su seguridad sea suficiente para convencer a los votantes que necesitan para las próximas PASO. Transmiten una no demostrada convicción de que conocen el camino y son capaces de recorrerlo.
Massa cree que tiene una llave para destrabar la economía y, cuando puede, le manda mensajes para convencer a algún amigo en el FMI, que mucho no escucha. Por ejemplo, frente a la reciente misión argentina en Washington el FMI sugirió que el gobierno argentino debe devaluar, eliminar el cepo y ordenar las múltiples cotizaciones del dólar. A no dudarlo, al FMI no le preocupan las consecuencias dé algunos de sus consejos.
La escalera de las movilizaciones. Frente a esos consejos, que preocupar a quienes todavía se toman el trabajo de leer las noticias, Grabois cree que puede influir, apoyado en el compromiso de sus seguidores. Cree que sus movilizaciones son peldaños en un ascenso hacia el poder o, para ponerlo en términos más restringidos, hacia la Casa de Gobierno. Para ser exactos, hoy en este país quebrado, varios aspiran a la Casa de Gobierno, como si el trabajo allí fuera fácil y ya se hubieran mostrado las cualidades necesarias para dar el salto desde una intendencia del Conurbano. Por extensa y poblada que sea esa intendencia, más verosímil parece el salto desde una provincia.
Es tan evidente la vacante instalada en la Casa de Gobierno, que parece estar en oferta. Se pasan por alto los obstáculos que desafiaron a quienes estuvieron allí. Como no valoran lo conseguido por Alfonsín, no se convencen de que la tarea es desmesurada para las capacidades que los aspirantes han mostrado hasta ahora. Jugaron en una cancha más pequeña y conocida, con los apoyos carismáticos de la reina Cristina. Es poco, muy poco. Las elecciones en los estados federales muestran desacuerdos profundos, comenzando por la forma que deben adoptar en cada distrito. El silencio de proyectos tampoco puede ser tapado por los cantos y consignas que llenan, por horas, una plaza, cuya asistencia es obligatoria para quienes reciben planes y otros cuidados del Estado.
Los que asisten recuerdan que alguna vez auxiliaron a un familiar o un amigo y que se trata de un intercambio que debe cumplirse con quienes gestionaron ese auxilio. A eso, en términos crudamente políticos, se lo llama el cultivo de una clientela. Se puede disentir de esta descripción. Espero que se proponga otra, sostenida por una práctica diferente de los recursos.
De frente todos. Es agradable que proliferen los nombres que adoptan los Nuevos Frentes hasta culminar en el Frente de Frentes que suena bastante realista. Lo digo en serio, porque donde un partido no logra consolidar una alianza con otro, suceden particiones inesperadas, bajo la falsa creencia de que el cambio de nombre y, eventualmente, el desplazamiento de un jefe aseguran la suficiente novedad como para alentar un poco de entusiasmo. En términos generales, los países con democracias estables, tienen partidos igualmente estables, aunque se cambien las alianzas y los acuerdos. Argentina que hace algunas décadas pareció tener esa configuración creíble y duradera, la ha perdido. Los nuevos dirigentes deben encontrar nuevos lugares y crear divisiones también nuevas puede ser la única táctica que se les ocurre. En ese sentido, Milei se tiene más confianza y se empeña en fundar lo suyo. La derecha liberal que representa sigue por caminos conocidos establecer un liderazgo único apoyado en varios servidores que demuestren conocer el itinerario. Que a muchos no nos guste ese itinerario no afecta la posibilidad de consolidarlo entre sectores del liberalismo extremo y bases a quienes les atraiga el populismo de derecha que tiene un discurso entusiasta y agresivo.