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Aparece en español ‘Hambre’, un libro de relatos del estadounidense John Fante

En la lengua a veces inextricable de la editorial española Anagrama aparecerán en breve en el país dieciocho relatos inéditos del autor de “Pregúntale al polvo” y “Espera la primavera, Bandini”. Los mismos fueron hallados por el biógrafo de Fante, Stephen Cooper, en la “habitación/laboratorio” del escritor, al que su viuda le abrió las puertas. En ellos reaparece el personaje insignia, Arturo Bandini, alter ego del escritor, un hombre comndenado a venderse a Hollywood para sobrevivir.

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Hambre. El escritor nacido en Dwenver en 1909 en buena compañía. Al lado, la tapa del libro que con suerte este año será distribuido en la Argentina. | cedoc

A ver: “En Mi perro idiota, un extenso relato incluido en el volumen de lo que en español conocemos bajo el título unificado de Al oeste de Roma (que también incluye otro relato titulado La orgía), encontramos un vertiginoso final de la vida de John Fante. Pero no el final de su vida, por supuesto, sino el final de su literatura. Si bien no se trata de su obra más destacada, cobra una importancia esclarecedora y considerable si es leída (o sostenida) bajo el influjo de sus novelas anteriores. Algo adelantábamos: John Fante, escritor sin mayores logros, casado, padre de tres hijos y una hija, que vive de la escritura de guiones de cine”. Así describe Juan Arabia, en su ensayo “Al oeste de la cultura obrera italoamericana”, el laberinto lastimoso de escribir para la supervivencia. Y no se trata de periodismo al paso, refiere a publicar para comer. Algo que tanto Emilio Salgari como Philip K. Dick conocían: escribir contrarreloj. Lo que confirma que la fama no es más que una sopa fría del día anterior.

Charles Bukowski, que hizo de su fama mugrienta un gesto de marketing, reconocía en Fante su norte literario. De hecho, uno de los últimos gestos literarios del poeta beat kick (más que beatnik, tacleaba a los imbéciles presumidos) se tituló Hollywood, una novela irregular donde despedaza tanto a la soberbia europea como al mercado de genios del mecanismo cinematográfico. Se le adjudica a este poeta sátrapa la fama póstuma de Fante, cuando de por sí su letra fue cautiva del artefacto cultural norteamericano. En Posted by, recopilación de pequeños ensayos, Gabriel Báñez recuerda la profanación de una novela: “La versión de Selecciones (Reader’s Digest) tiene la precaria belleza de las costuras rápidas y comienza con un agujero también, pero nada metafórico: cuando John Fante, escritor y autor de guiones, encuentra que a las 9.27 de la mañana del 18 de marzo, su mujer, Emilia, ha caído en un agujero gigante que se ha abierto en la cocina de su casa en Hollywood. En inmenso hueco lo han abierto las termitas. Que son termitas y nada más que termitas, eso. El escritor llama a su padre, Nicolás, que vive en San Juan, localidad del Valle del Sacramento, para que intervenga a fin de arreglar el desastre. Nicolás es el mejor albañil de toda California. El padre llega, jamás arregla el agujero, pero construye una tan imponente como inútil chimenea a leña en el hogar de John y Emilia”.

Esta anécdota sobre la traducción y condensación de Full of Life (Una vida plena, inédito en español), de Fante, a manos del puritanismo Reader’s, remite a la prohibición explícita de sus textos (juntos con los de Thomas Pynchon) en los talleres de escritura creativa de Iowa, totalmente comprometidos con el Pentágono (Guerra Fría mediante), para criar escritores adecuados al mercado y el mundo, deseoso de conocer las virtudes del capitalismo más bonito. En sí, la reducción del texto de Fante, su publicación de circulación turística, es algo peor que menosprecio. Es lo que hace el mercado con aquellos que se le oponen. Pero qué oposición: con la escritura, con el cuerpo, con todo.

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A ver sin ver: Fante dictó sus últimos textos porque estaba ciego. Murió así y sin sus piernas, las habían amputado. En términos del realismo sucio en el que se lo encasilla: lo desmembraron, como al texto que señala Báñez y quedó como estufa en el desierto. Y la noticia es que se publican en nuestra lengua, o en la lengua de la editorial española Anagrama (materia para otro tipo de debate), dieciocho relatos de John Fante titulados Hambre. La fuente de este rescate es Stephen Cooper, biógrafo y estudioso de su obra, quien persuadió a la viuda del escritor para que lo deje buscar en su habitación/laboratorio. Allí encontró diecisiete relatos publicados en revistas de poca importancia ya desaparecidas, donde reaparece el personaje insignia Arturo Bandini, junto a bocetos para una novela sobre inmigrantes filipinos y un prólogo para la novela Pregúntale al polvo compuesto como poema en prosa. En un gesto exagerado, y tal vez poco literario, la editorial sugiere que “John Fante aparece aquí, una vez más, como un heredero aventajado de los dos satíricos más demoledores de la generación de sus abuelos, O. Henry y Mark Twain”.

Recuerdo (ver entre sombras) un diálogo con Gabriel Báñez respecto a la omisión crítica de Fante, donde encontramos un paralelismo: Roberto Arlt. De alguna manera, el racismo y la exclusión que sufrieron los inmigrantes en Estados Unidos y Argentina es un denominador 

común sin resultado agradable. Tanto Arlt como Fante narraron esa imposibilidad para la integración, o sumisión en un artefacto político donde el tiempo es pérdida. Luego, el perro llamado Idiota observando junto a su dueño, escritor, las mismas estrellas que Dante.