DOMINGO
+50

De eso no se habla

Logo Perfil
. | Cedoc Perfil

Llegar a la menopausia y cumplir 50, dos eventos casi simultáneos en mi vida –y en la de tantas de ustedes–, me dieron la certeza de la finitud. Fue como recibir un gran mazazo en la cabeza. Nunca tuve problemas con decir cuántos años tenía. Hasta que cumplí 50. Recuerdo ese 12 de septiembre de 2019, cuando les anuncié a mis hijxs que a partir de entonces siempre cumpliría 49. Se lo dije en tono de broma. Nos reímos los tres. Pero en el fondo yo sabía que me quería quedar en los 49, porque la sola mención de los 50 me resultaba aterradora. (…)

La vergüenza de ponernos el cartel de que estamos en camino a la vejez, por el estigma que todavía rodea al envejecimiento en nuestra sociedad, seguramente ha tenido mucho que ver para que nuestras ancestras no hayan logrado romper el tabú en torno a la menopausia. Esta cuarta ola feminista nos da coraje para no callarnos más.

¿Por qué mi mamá, que se preocupó tanto de darme información en mi adolescencia sobre educación sexual integral, no me contó nada años después sobre cómo había sido su menopausia? Tal vez porque, a diferencia de la pubertad, entendió que en esta etapa no había riesgos latentes para compartir y, en definitiva, yo ya era una hija emancipada. Recién supe un poco más en el verano de 2023, cuando sentadas frente al mar, durante las vacaciones, le pregunté directamente. Fue una mañana en que estábamos a solas en la playa, sin hijxs ni sobrinxs alrededor. Recuerdo que el día era diáfano, con temperatura agradable y una brisa refrescante. Nunca antes tampoco le había preguntado. Ahí me contó del (...), entre otras cosas. Yo recordaba que ella había hecho Terapia de Reemplazo Hormonal.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Me dijo que su ginecóloga en aquel momento le trasmitió que no ofrecerle una TRH a una mujer era “un crimen”. Repitió las mismas palabras que la médica. Se acordaba de esa definición exacta.

En mi época escolar no había Educación Sexual Integral establecida por ley. No era un derecho de alumnas y alumnos tal como lo definió la Ley 26.150, aprobada en 2006 por el Congreso. En el mejor de los casos, nos pasaban la película “Laura quiere saber”, auspiciada por una marca de toallitas higiénicas, que nos hablaba de la primera menstruación. En aquellos años, los varones quedaban excluidos de participar de la proyección. Era un tema de chicas. Todo estaba rodeado de mucha vergüenza y secretismo. Que no nos vieran con la toallita que nos regalaban o, peor, que alguna se manchara el guardapolvo blanco con sangre. Era un papelón horrible. Si en algún momento teníamos que darle una toallita a una amiga a quien la menstruación la había sorprendido en la escuela, se la pasábamos con muchísimo disimulo, como si se tratara de un objeto prohibido. Otra opción ante la falta de ESI era que algún médico o médica, conocidos de una maestra, directiva o de alguna familia de la escuela, nos fuera a dar una charla al aula. Ahora, en los cuadernillos de la ESI para estudiantes que empezó a publicar el Programa Nacional de Educación Sexual Integral, en cumplimiento de la ley, se habla de anticonceptivos, de abuso sexual, del derecho a la identidad de género, del acceso al aborto, entre tantos temas contemplados en los Lineamientos Básicos Curriculares que definió en 2008 el entonces Ministerio de Educación. Pero no están incluidos la menopausia y el climaterio. Se habla de embarazo, de maternidades y paternidades, pero el fin de la vida fértil de las mujeres no forma parte de los ejes de la ESI. En Reino Unido, el gobierno en 2023 dispuso que el climaterio y la menopausia se incluyeran dentro de los contenidos de educación sexual.

Tampoco en Argentina tenemos protocolos de atención o acompañamiento desde una perspectiva de salud pública para quienes atravesamos el climaterio y la menopausia. En la región, solo siete países han desarrollado algún tipo de política pública sobre el tema: Brasil, Chile, El Salvador, Panamá, Venezuela y, en menor medida, Uruguay y República Dominicana. Lo leí en la tesis “Mujeres, climaterio, menopausia y su abordaje desde las políticas públicas en salud. Situación actual en la Región de América Latina y el Caribe”, que hizo Sol East, experta argentina en salud pública de la Oficina Regional del Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa) para un curso de posgrado de Flacso. Parece que cuando nuestra capacidad de gestar se apaga, nos borran como sujetas de derecho a la salud en la mayoría de la veintena de países que analizó. “El climaterio y/o la menopausia, salvo algunas excepciones, como es el caso de Chile con una norma exclusiva para el abordaje del tema, no figuran más que dentro de capítulos de guías sobre salud sexual y reproductiva o consejerías, o estrategias de programas de salud de la mujer, incluyendo por supuesto otros abordajes como la salud materna, la anticoncepción y la fecundidad”, dice East.

*Autora de Encendidas, Grijalbo Editorial. (Fragmento).