DOMINGO
El lugar de la mujer y su lucha

Grieta de género

06-11-2021-logo-perfil
. | Cedoc Perfil

Las mujeres dedican el doble de tiempo al cuidado del hogar que los hombres. “Los estereotipos de género siguen aún muy arraigados ya que un 45% de la sociedad española cree que es la mujer la que debe abandonar el trabajo en el inicio de la maternidad”, afirma Sara Moreno, profesora de Sociología en la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona). A lo largo de nuestras vidas, como mujeres hemos abandonado o en algún caso descuidado la carrera profesional; podría dar muchísimos ejemplos con nombres y apellidos de sus protagonistas. 

La mujer asume el cuidado de los hijos y de las personas mayores, mientras se desenvuelve en el mundo laboral, sin embargo pocos hombres han entrado al mundo doméstico. La falta de políticas de igualdad que acaben con la brecha salarial y favorezcan el acceso de las mujeres a ciertos sectores laborales donde predominan los hombres, así como a los altos cargos, implica mantener una discriminación que solo genera una grieta de género. La crisis de los cuidados también es entendida como la multifacética tarea femenina de todos los días. 

La división sexual del trabajo propia del sistema patriarcal excluye a las mujeres de la llamada “esfera pública” e invisibiliza el trabajo que tradicionalmente vienen realizando. Así lo expresa Gemma Nicolás Lazo en su artículo “Defender y repensar los derechos sociales en tiempo de crisis”. Para nosotras, las mujeres, no es algo nuevo, llevamos mucho tiempo conociendo la invisibilidad del trabajo del cuidado. 

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Durante el devenir de la historia, el estatus de las mujeres fue terrible. En la antigua China, por ejemplo, no podían caminar bien debido a la costumbre del vendado de los pies, una mutilación que provocaba que esas extremidades no crecieran más de 10 cm. En la antigua Atenas, las mujeres no tenían la condición de sujeto legal y se las consideraba parte del hogar, cuya cabeza era un hombre, y eran custodiadas por sus padres y otros parientes hombres hasta el matrimonio. Una vez casadas, el esposo se convertía en su cabeza. Las mujeres no tenían permitido realizar procedimientos legales, y contaban con un derecho de propiedad limitado, pues no se las consideraba ciudadanas de pleno derecho. No obstante, podían adquirir derechos de propiedad por donación, dote o herencia, pero no disponer de esas propiedades. 

Platón afirmaba que “la concesión de derechos políticos y civiles a las mujeres alteraría sustancialmente la naturaleza del hogar y del Estado”. Su discípulo, Aristóteles, opinaba que las esposas se podían “comprar”, argumentando que la principal actividad económica de las mujeres era la de cuidar la propiedad familiar creada por el hombre. Según Aristóteles, el trabajo de las mujeres no añadía valor porque “el arte de la gestión del hogar no es idéntica al arte de la adquisición de riqueza, porque una utiliza el material que proporciona la otra”. Las mujeres libres de la antigua Roma eran ciudadanas romanas con privilegios y protecciones legales que no disfrutaban los no ciudadanos y esclavos; no obstante, en una sociedad patriarcal, a las mujeres no se les permitía votar, ni ocupar cargos públicos, ni servir en el ejército. 

Las mujeres de clase alta ejercían influencia política a través del matrimonio y la maternidad. Durante el período imperial, las mujeres de la familia del emperador podían adquirir un considerable poder político, y a menudo se las representaba en el arte oficial y en las monedas. Se publicaban sus cartas y peticiones sobre temas oficiales porque sus opiniones tenían peso en la opinión pública. 

Las mujeres romanas podían comparecer en un juzgado y defender casos, aunque la costumbre era que las representara un hombre. Se las consideraba demasiado ignorantes y faltas de criterio como para ejercer la abogacía, pero al mismo tiempo eran activas e influían en los casos legales, lo que dio como resultado un edicto que limitó su ejercicio del derecho a los litigios que les afectaran directamente. (…)

Los ideales del sufragio femenino devinieron con el sufragio universal, y el voto de la mujer es un derecho recogido por la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, o Cetfdcm (también conocida por sus siglas en inglés Cedaw). Se trata de un tratado internacional de las Naciones Unidas firmado en 1979, fruto del trabajo de años realizado por la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, que fue creada en 1946 por el Consejo Económico y Social de la ONU. Esa comisión, basándose en la Declaración sobre la Eliminación de la Discriminación Contra la Mujer de Naciones Unidas de 1967, comenzó a preparar la Cetfdcm en 1974, y el 18 de diciembre de 1979 fue aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas, y entró en vigencia el 3 de septiembre de 1981. 

En 1893, Nueva Zelanda se convirtió en el primer país del mundo en conceder el derecho al voto a las mujeres, y Australia lo aprobó en 1902. Fueron varios los países nórdicos que dieron a las mujeres derecho a votar a principios del siglo XX: Finlandia en 1906, Noruega en 1913, Dinamarca e Islandia en 1915. Los Países Bajos en 1917; Austria, Canadá, Polonia, Suecia y Checoslovaquia en 1918; Alemania y Luxemburgo en 1919; Estados Unidos en 1920 y España en 1931; Turquía en 1934; Francia en 1944; Bélgica, Italia, Rumania y Yugoslavia en 1946, y Suiza en 1971. 

En Latinoamérica algunos países dieron a las mujeres el derecho a votar en la primera mitad del siglo XX: Ecuador en 1929, Brasil en 1932, El Salvador en 1939, República Dominicana en 1942, Argentina en 1946, México en 1955 y Guatemala en 1956. En India se aprobó el sufragio universal en 1935, durante la época colonial. Otros países asiáticos concedieron el derecho de votar a las mujeres a mediados del siglo XX, como Japón en 1945, China en 1947 e Indonesia en 1955. En África, en general, las mujeres consiguieron el derecho al voto al mismo tiempo que los hombres: Uganda en 1958 y Nigeria en 1960. En muchos países de Oriente Medio el sufragio universal se aprobó tras la Segunda Guerra Mundial. 

*Autora de Teletrabajo y neurotecnología, editorial Granica (fragmento).