Fruto del exilio, crecí en Francia, donde llegué con 10 años. Crecí en un país donde el problema del aborto ya no existía. Yo nunca había escuchado hablar del problema del aborto, hasta que, a comienzos de 2000, estando en Argentina me enteré con estupor de que el aborto estaba prohibido y punido con prisión. Quedé shockeado a tal punto que lo incluí como parte central de la trama de mi primer largometrage: Nordeste. La heroína, madre soltera, viviendo en la pobreza, aborta en cámara y pone en riesgo su vida. Desde entonces, es un tema que sigo con mucha atención. El aborto clandestino mata y esto es un punto de partida que creo nadie pone en duda, el tema entonces es: ¿qué hacemos con este problema?
¿Cómo lo solucionamos?
Soy un militante de la igualdad a todos los niveles: de clase, de género, de origen, y bajo ese aspecto adhiero totalmente a la lucha feminista.
El año pasado, cuando se presentó por séptima vez el proyecto de ley por un aborto legal, seguro y gratuito, sentí que esta vez era posible, que esta ola verde podía romper el dique, y seguí muy de cerca todo el proceso legislativo hasta el voto histórico de la media sanción. Esa mañana me emocioné y sentí la necesidad imperiosa de agarrar una cámara y hacer lo que sé hacer: filmar. A los pocos días estaba en la Plaza del Congreso filmando un pañuelazo. Pensé que sería una semana pero se transformó en casi dos meses.
Acompañé todo el debate hasta la noche del rechazo de la ley por el Senado. Esa noche no me quedó ninguna duda de que tenía que ir a fondo con este proyecto. Fueron en total ocho meses de filmación y así nació Que sea ley. Película 100% autofinanciada. Hecha a pedido de nadie. Básicamente fuimos tres personas las que hicimos la película: Victoria Solanas, que se encargó de la producción ejecutiva junto a mí, Laura Caniggia como asesora de contenidos y productora y yo como productor/director/cameraman/iluminador/sonidista/montador/colorista. Ser un monoequipo de filmación permitió una flexibilidad máxima frente a la realidad y una total intimidad a la hora de filmar los testimonios que son la columna vertebral de la película. Al equipo se sumó Nicolás Sulcic para realizar un periplo en auto recorriendo Santa Fe, Santiago del Estero, Córdoba y la provincia de Buenos Aires. También viajé a Jujuy, donde conté con la ayuda de la organización de socorristas Socorro Rosa Jujuy y la diputada Carolina Moisés. Al final recorrimos 4 mil km, filmamos decenas de testimonios de víctimas, de sobrevivientes, de militantes y de la calle: fuimos al encuentro de la realidad.
Que sea ley es una invitación al diálogo sobre la base de la realidad, de las consecuencias bien concretas que vive una mujer que quiere interrumpir su embarazo en un país donde está prohibido hacerlo. Es una película que, como su nombre lo indica, está hecha para ayudar a una causa: Que haya una ley de aborto legal, seguro y gratuito en Argentina y en toda América Latina, donde solo el 8% de las mujeres tiene el derecho a abortar y decidir libremente sobre su propio cuerpo. Todas las democracias avanzadas que generalmente admiramos tienen una ley de aborto. En esos países se constata que desaparece la mortalidad por aborto y decrece el número de abortos. Entonces, no se entiende qué significa el eslogan “salvar las dos vidas” y frases como “aspiremos a más”, cuando con esa postura se obtiene exactamente lo contrario. Esta película está hecha para responder y esclarecer esta confusión y brindar al público todos los elementos necesarios para que pueda generar su propia opinión.
*Director de Que sea ley, documental estrenado el jueves.