La primera dama de Siria, Asma al-Assad, desapareció de la vida pública hace un año, cuando comenzaron las revueltas y represiones, que ya se cobraron más de 5.000 vidas. Así, de figura principal de los ámbitos políticos y sociales, la esposa del presidente Bashar al-Assad pasó a ser un fantasma. Mientras algunos medios y la oposición siria la ubicaban en Londres o en Moscú, lo cierto es que ella no se movió del interior de su palacio en Damasco. Su silencio oculta una interna familiar peligrosísima para el tambaleante régimen sirio.
Hace unos días, el diario español El País se preguntaba: "Bella Asma, ¿Qué haces mientras masacran a tu pueblo?". Su autor se pregunta si está obligada a callar o si es prisionera del régimen, y cuenta que un grupo de jóvenes pertenecientes a organizaciones humanitarias le explicó a Asma lo que el ejército de su marido hacía ante las revueltas: represión, torturas y asesinatos. “No reaccionó. Fue como si le contáramos una historia cotidiana sin demasiado interés”, dijo uno de ellos.
Mujer de carácter competitivo e intuitivo, Asma tiene un currículum profesional envidiable: habla cuatro idiomas (árabe, inglés, francés y castellano), se graduó en Informática y Literatura Francesa por el King’s College de Londres, y trabajó para Deutsche Bank y JP Morgan. En diciembre de 2000 se casó con Bashar -el oftalmólogo que en julio había sucedido a su padre, Hafez-.
El especialista en asuntos políticos de Oriente Medio Fernando Giménez (@orientemiedo) explica la importancia de los orígenes de Asma en el centro del poder sirio: "Sus padres son musulmanes sunnis, nativos de Homs, ciudad que hoy es el centro de las protestas contra el gobierno de Assad. Debido a este trasfondo, su unión matrimonial con Bashar al-Assad, que es alauita (una rama minoritaria del Islam), es visto como una representación de la convivencia interreligiosa de Siria".
La revista Paris Match se refirió a ella como "un elemento de luz en un país lleno de zonas oscuras", mientra Vogue llegó a llamarla "una rosa en el desierto", alabando su estilo “glamuroso, juvenil y muy chic” en un artículo publicado poco antes de iniciarse las revueltas el año pasado. Ahora la revista retiró de su edición on-line el artículo sobre quien calificó como “la primera dama con más frescura y magnetismo”, porque desde entonces, la "luz" de Asma se fue apagando.
Esta semana, a un año del comienzo de las revueltas, y después de la ofensiva más sangrienta del régimen, con bombardeos que mataron a cientos de personas en Homs, Asma rompió el silencio en defensa del dictador: "Es el presidente de Siria, no de una facción de los sirios, y la primera dama le apoya en ese papel", escribió en un e-mail a The Times. La oposición cree que la nota refleja una "hipocresía intolerable".
En años anteriores, su papel fue tan aplaudido como el de la reina de Jordania o la jequesa de Qatar. Fundó una organización para promover la “ciudadanía activa” y la participación de los jóvenes en política, y una ONG para el desarrollo rural del país, promoviendo la imagen humanitaria del régimen. Además, fue anfitriona de varios foros en pro de las mujeres en el mundo árabe, ganándose así cierto cariño de parte de los sirios.
Hoy la imagen amable que Asma intentó dar desde que es Primera Dama, quedó muy lejos. "Hasta antes de la actual crisis en Siria", afirma Fernando Giménez, "ella hablaba ante los medios con frecuencia, generalmente ocupándose de asuntos civiles y humanitarios, tales como la alfabetización de los niños o la protección de los derechos de la mujer, así como la coexistencia pacífica entre distintas religiones". Algo hizo callar la voz que los sirios veían como un símbolo de esperanza.
Al parecer, el papel de Asma nunca alcanzó la influencia que tuvieron sus pares Suzanne Mubarak (Egipto) o Leila Ben Alí (Túnez) en los gobiernos de sus respectivos maridos, y gran parte del silencio que la rodea parece producido por la familia del presidente. "Anisa Makhluf y Bushra al-Assad, madre y hermana de Assad respectivamente, tienen más influencia que Asma en los asuntos familiares y políticos", explica Gimenez. "Medios no sirios siguen el protocolo y señalan a Asma como 'primera dama', pero la verdadera primera dama es Anisa, la mujer de mayor edad en el clan Assad".
Muchos consideran Assad como una víctima de las artimañas de sus parientes, que comenzaron a vender sus valiosas propiedades para disponer de dinero por si cae el régimen. Su madre juega el papel de "árbitro" del clan, mientras la hermana, farmaceútica de profesión, está considerada otro de los "halcones" del régimen; incluso prohibió a su cuñada Asma usar el título de "Primera dama".
El ex diplomático Ignace Leverrier dice en Le Monde que Maher al-Assad (hermano del presidente) representa "la cara despiadada del poder" y los manifestantes lo definen como "colérico, lunático y cruel". Por otro lado está Rami Makhluf, primo de Bachar y apodado "el rey de Siria", que controlaría el 60% de la actividad económica del país. En el medio de la interna, y como afirma el 'Times', Asma es sólo "una prisionera, obligada a permanecer en silencio e incapaz de abandonar el país con sus hijos".
(*) Especial para Perfil.com.