Una enorme propiedad rural que cuenta con una mansión recubierta de mármol, un campo de golf privado y un zoológico. La residencia privada de Víktor Yanukóvich, el derrocado presidente de Ucrania, destila lujo, opulencia y ostentación. Abierta por las nuevas autoridades, miles de ucranianos desfilaron por sus jardines y aposentos, se indignaron y extasiaron por igual ante la insólita revelación: en un país acuciado por la crisis económica y la corrupción, el mandatario disfrutaba de una vida propia de un zar.
Ubicada a 15 kilómetros de Kiev, la propiedad se caracteriza por barrocas salas decoradas con íconos de oro y armaduras. Con suelos de mármol reluciente, todos los ambientes impactaban a los visitantes. El baño, para no ser menos, tenía un inodoro y bidet recubiertos de oro. En tanto, la bodega lucía cristal de Bohemia, el mejor alcohol y la cara de Yanukóvich en las etiquetas de las botellas.
El jefe de Estado ganaba 100 mil euros mensuales, cuando el salario promedio era de tan sólo 300 euros. “Estoy en shock”, decía la militar retirada Natalia Rudented, mientras contemplaba el césped perfectamente cortado y sembrado de estatuas de conejos y ciervos. “En un país con tanta pobreza, cómo una persona puede tener tanto, tiene que estar mal de la cabeza. El mundo tiene que ver esto y llevarlo ante la Justicia”, reclamaba la mujer, enfurecida.
Las dimensiones del lugar fueron mantenidas en secreto y parecen confirmar las sospechas de una titánica corrupción. Los recién llegados eran recibidos en la entrada del palacio con un polémico cartel: “Visitantes, no destruyan las pruebas de la arrogancia de los ladrones”.
La remodelación de la mansión generó gastos por 12 millones de dólares en decoración de interiores, según facturas y recibos que recuperaron las nuevas autoridades. En tanto, Yanukóvich gastó 110 mil dólares en las fastuosas cortinas que cubrían los amplios ventanales, con vistas al parque.
Muchos documentos que revelan las millonarias erogaciones fueron quemados y otros arrojados al lago artificial de la propiedad. Las nuevas autoridades consideran que el lujo del palacio son pruebas suficientes para probar que hubo un latrocinio en Ucrania.