El papa Francisco ofició una misa en La Habana, la cual no tuvo un gran contenido político, como se esperaba, ni hizo referencia al conflicto cubano-estadounidense que, luego de décadas, estaría cerca de llegar a sun fin.
En el mismo lugaron estuvieron presentes la predisenta Cristina Fernández de Kirchner junto a Raúl Castro, quien tomó el poder en Cuba luego del retiro de su hermano, Fidel.
El Sumo Pontífice, frente a miles de fieles cubanos en la Plaza de la Revolución, llamó a mantener una vocación de servicio para con el prójimo y alertó que "nunca el servicio es ideológico, no se sirve a ideas sino a personas".
"¿Quién es el más importante? Es una pregunta que nos acompañará toda la vida y en distintas etapas seremos desafiados a responderlas, no podemos escapar a esta pregunta. Está grabada en el corazón", señaló el ex cardenal Jorge Bergoglio.
Siguiendo la misma línea sostuvo que "ser cristiano entraña luchar por la dignidad de sus hermanos se es invitado a dejar de lado su búsqueda, sus afanes y deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de las necesidades de los más frágiles".
"No los descuiden (a los excluidos) por proyectos que puedan resultar seductores pero que se desentienden del rostro del que está a su lado", señaló el Papa en la misa.
A su vez, el cardenal de La Habana de agradeció a Francisco por el rol que tuvo en las negociaciones entre cubanos y estadounidenses.
Además, halagó al pueblo cubano y dijo que que tiene vocación de grandeza.
Para concluir la misa, el Papa comentó a los fieles que se encontraban en la plaza: “No se olviden de rezar por mí”.