ANSA
Rio de Janeiro
Pese a que habrá elecciones presidenciales en octubre, la Copa de Fútbol sigue monopolizando el debate público en Brasil. Según informó ayer la FIFA, no será el futbolista español Carles Puyol ni la bella supermodelo brasileña Gisele Bundchen los que entregarán el trofeo al seleccionado campeón del Mundo, sino la presidenta anfitriona, Dilma Rousseff, y el titular de la federación, Joseph Blatter. Así, la jefa de Estado brasileña se arriesgará a una nueva silbatina, tras ser insultada en la ceremonia inaugural del 12 de junio en San Pablo.
El secretario de la FIFA, Jerome Valcke, anunció que el premio será entregado por el mandamás del fútbol mundial y por la sucesora de Luiz Inácio Lula da Silva. La cita, en la que Dilma puede estar nuevamente en el ojo de la tormenta, será el 13 de julio en el estadio Maracaná, tras la final del torneo.
La FIFA salió al cruce de un comunicado de la Real Federación Española, que sostenía que Puyol, el capitán del último campeón mundial, iba a entregar el trofeo. “Al contrario de lo que he leído, Puyol y Bundchen no entregarán la Copa del Mundo, los que presentarán el trofeo en el campo será Dilma Rousseff y Blatter”, afirmó Valcke.
Sin embargo, la primera mandataria no hablaría en la ceremonia de cierre de la Copa. Consultado sobre un eventual discurso presidencial, el ministro de Deportes, Aldo Rebelo, lo descartó. “Creo que no”, contestó el funcionario.
A 15 días de iniciado el Mundial, la mandataria expresó su satisfacción con la organización del evento. “La Copa debe ser un motivo de orgullo para nosotros porque Brasil y el pueblo brasileño estamos demostrando al mundo lo que somos capaces de hacer dentro y fuera del campo de juego”, declaró ante la prensa. Según Rousseff, el país demostró que se puede trabajar bien sobre la base del “Padrón Brasil”, en una velada crítica a las exigencias organizativas de la FIFA.
Una de las principales preocupaciones del gobierno fue garantizar la seguridad. Según se conoció ayer, el episodio de mayor tensión fue durante el partido inaugural. En ese entonces, un francotirador policial pidió permiso para dispararle a un hombre armado al que vio en las cercanías del lugar donde la presidenta y otros funcionarios miraban el partido. Finalmente, se le denegó el permiso y el sospechoso resultó ser otro agente de la ley. Adriano Moneta, un funcionario de prensa de la Secretaría de Seguridad Pública paulista, confirmó ayer el incidente y dijo que un “error de comunicación fue reparado rápidamente”.
Aunque cientos de manifestantes realizaron varias protestas contra la Copa desde el 12 de junio, ellas no afectaron el desarrollo del evento que, hasta el momento, recibió comentarios favorables de los jugadores extranjeros y de la prensa internacional.
Tan sólo la ceremonia de apertura, en el Corinthians Arena, preocupó al Palacio del Planalto. En esa oportunidad, Rousseff fue duramente insultada por todo el estadio.