INTERNACIONAL
opinión

Solo los peruanos hallarán la solución

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Otros tiempos. Castillo y Boluarte, al ganar las elecciones. | afp

Lo que se está viviendo en Perú no tiene antecedentes en la historia reciente de la región, al mismo tiempo que recuerda a los momentos mas duros de la historia política latinoamericana. La cifra de muertos ya supera al medio centenar mientras que la presidenta “interina” –a estas alturas, más bien, de facto– Dina Boluarte, afirma que de ninguna manera va a renunciar antes de abril del 2024, es decir, cuando se celebren las elecciones que debería haber presidido Pedro Castillo, hoy detenido. Aunque las comparaciones siempre son odiosas, los acontecimientos de las últimas semanas, a partir de la detención del presidente depuesto, parecen ser aún peores que lo sucedido en Bolivia tras el golpe de Estado contra Evo Morales en 2018.

En el marco de la cumbre de la Celac, las opiniones al respecto de qué hacer con el tema Perú están divididas. Mientras que Andrés Manuel López Obrador continúa sin reconocer a Boluarte como presidenta y sigue ofreciendo su protección a Castillo, Lula Da Silva decidió actuar en una dirección diferente. Mientras que Alberto Fernández y el colombiano Gustavo Petro muestran una postura bastante más moderada, hoy están, claramente más cercanos a lo expresado por su par brasileño. Las declaraciones de Lula fueron que aunque “siempre hay que lamentar que un presidente elegido democráticamente tenga ese destino, pero entiendo que todo caminó dentro de los moldes constitucionales”, al mismo tiempo que le deseó suerte en su “tarea de reconciliar al país”. 

Lo cierto es que hoy Perú es importante en materia geopolítica tanto para México como para el resto de los países latinoamericanos, en gran parte, eso puede explicar por qué la mayoría de los focos de la comunidad internacional se encuentran en el país. En mayor o menor medida, además de México, Bolivia, Argentina, Colombia y Honduras se han expresado desde la destitución de Castillo. Más allá de sus declaraciones a favor de la institucionalidad, es poco probable que Lula de-sempeña algún rol activo en respaldo de Boluarte. Gabriel Boric también apoya al gobierno peruano, mientras que Argentina, que en un comienzo se alineó con México, fue cambiando su postura hasta el punto de reconocer a Boluarte como mandataria. 

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Manuel Merino, el presidente interino del Perú en 2018, se había visto forzado a renunciar tras “apenas” dos muertos producto de las protestas en su contra. Boluarte, sin embargo, lleva más de cincuenta, pero sigue manteniéndose en su cargo. Quizás la respuesta de por qué esto es así no sea tan compleja. El establishment la sostiene para evitar a toda costa un, por ahora, bastante improbable resurgir político de Pedro Castillo. La narrativa mediática dominante va en línea con el discurso oficialista de fogonear los fantasmas de que la supuesta “izquierda radical” se encuentra detrás de las protestas, incluso, invocando el temido nombre de Sendero Luminoso. 

En los últimos siete años, el país tuvo seis presidentes, de los cuales, apenas dos fueron electos de forma democrática –Pedro Pablo Kuzcynski y Pedro Castillo–. El hastío de los peruanos para con su clase política es más que entendible, y hoy, poco parece poder descomprimir el ambiente más que una eventual salida del poder de Boluarte, tal y como reclaman los manifestantes. No obstante, esto tampoco sería suficiente, ya que la problemática, como ha quedado expuesta en los últimos años, a estas alturas, es estructural. Más allá de lo que se pueda discutir en los foros regionales y la actuación de los distintos líderes latinoamericanos, hoy la solución a los problemas del Perú, se encuentra sólo en manos de los peruanos.

*Becario Doctoral Conicet.