Con su encíclica Laudato si, el papa Francisco cosechó decenas de elogios de líderes mundiales como Barack Obama y François Hollande, y de organizaciones de protección del medio ambiente, como Greenpeace. Pero también sumó poderosos enemigos a la lista de sus detractores. Entre ellos, la derecha norteamericana, que fustigó al Sumo Pontífice por sostener que el cambio climático es consecuencia de la acción indiscriminada del hombre y exigir políticas públicas para prevenir el calentamiento global.
Candidatos presidenciales del Partido Republicano expresaron su desacuerdo con Francisco. Rick Santorum y Jeb Bush, ambos católicos, fueron los más enfáticos. “El Papa debería dejar la ciencia a los científicos”, aseveró el senador de Pensilvania, quien agregó que debería usar su autoridad para temas vinculados a la religión y a la moral. Otro que disparó contra Jorge Bergoglio fue Jeb Bush, ex gobernador de Florida. “Espero no ser castigado por mi sacerdote, pero no recibo consejos de política económica de mis obispos, mi cardenal o del Papa”, dijo el hermano de George W. La prensa norteamericana también reflejó la ira de los conservadores con Francisco. “Negacionistas climáticos le dicen no al Papa Rojo”, tituló con ironía la revista New Republic. Desde las filas del Tea Party expresaron su usual pirotecnia retórica extremista. El locutor Rush Limbaugh dijo que el Pontífice ya no oculta su “marxismo”.
Defensa. El Premio Nobel de la Paz en 1980, Adolfo Pérez Esquivel, estuvo hace un mes en el Vaticano con Francisco, encuentro en el que dialogaron sobre la encíclica. “Lo critican porque privilegian el capital financiero sobre la vida de los pueblos. No les interesan en absoluto las consecuencias ambientales y políticas. La encíclica del Papa es muy valiente”, confió a PERFIL. “No es la primera vez que los reaccionarios en los Estados Unidos lo critican”, agregó.
Las grandes empresas norteamericanas también se inquietaron por el contenido del documento. Ninguna emitió un comunicado oficial, pero sí se expresaron sus lobbystas. Uno de los argumentos de la industria energética fue que las fuentes de energía renovables son más caras que las convencionales, lo que afectaría a la población de menores recursos.
El análisis más lúcido fue el del vaticanista del Boston Globe, John Allen, quien sostuvo que el documento apunta contra el relativismo y el positivismo y defiende los principios del “derecho natural”. Francisco provocó un verdadero terremoto político en Estados Unidos. Los candidatos republicanos quedaron atrapados entre dos fuegos: por un lado, las posiciones de la máxima autoridad de la Iglesia Católica y, por el otro, la ideología de las bases que definirán quién ganará la interna y la nominación presidencial en 2016. “Los líderes políticos de todos los sectores están siendo desafiados –en el buen sentido de la palabra– por la encíclica. Son interpelados acerca del cambio climático, la vida humana y la población. Algunos dirigentes eluden o tratan de evitar esos desafíos”, explicó a este diario Lonnie Ellis, director asociado de la Alianza Católica Climática, una organización norteamericana que apoya la cruzada del Papa.