OPINIóN

El silencio de Cristina Kirchner

Cristina Kirchner Sergio Massa
Cristina Kirchner y Sergio Massa | Cedoc

Transcurren los días, las semanas, los meses, y al kirchnerismo le sigue costando digerir que su líder les haya dicho que daba un paso al costado de la disputa electoral. Que era hora que se hicieran cargo sin la centralidad de ella. Descreyeron. Y aún continúan con la demanda de que aparezca. Que guíe.

De su última intervención política ya se cumplió más de un bimestre. Fue cuando poco antes del cierre de las candidaturas, bajó a Wado de Pedro de la PASO con Daniel Scioli para armar una boleta de unidad liderada por Sergio Massa, a cambio de que Alberto Fernández dejara de insistir con el ex motonauta y promoviera un vice.

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Esa decisión de Cristina Fernández de Kirchner causó indigestión inicial en muchos cuadros militantes y dirigenciales de paladar negro K. Los mismos que mascullan lo mal que resultó la experiencia albertista. El mal trago ya fue y es momento de bancar a Massa, según aseguran, como en 2019 lo hicieron con Alberto F. Antes era para ganarle a Mauricio Macri, ahora es para evitar que venza la derecha. Siempre hay justificaciones para tragarse sapos.

Cristina apenas hizo tres apariciones con Massa y en una de ellas –la inauguración del gasoducto Néstor Kirchner- se incluyó al Presidente. Todos actos cerrados, sin público.

Cristina Kirchner
Cristina Kirchner en un acto junto a Sergio Massa.

La última vez que se la vio fue el domingo de las PASO, mientras votaba en Santa Cruz, provincia en la que el kirchnerismo perdió el poder después de más de tres décadas.

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Ese tipo de traumatismos para el corpus K acaso expliquen su silencio. Se podrían sumar más golpes. Como haber perforado el piso histórico del peronismo en las primarias. Un Gobierno a la deriva con un Presidente fantasma. Y un ministro-candidato que, en una situación económica asfixiante, debe tomar medidas que se contradicen por su rol dual.

Después del 13 de agosto, se supo que la Vicepresidenta se reunió por separado con De Pedro (que informalmente dejó de ser el jefe de la campaña nacional presidencial), Massa y Axel Kicillof (el único que le dio una alegría) para evaluar los resultados.

Como forma de exaltar su aparente capacidad de armado electoral, que a la luz de la historia podría ser puesta en duda, sobraron dirigentes de Unión por la Patria que destacaron que Cristina había anticipado que iba a haber un escenario de tres tercios.

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Otros evitaron tanta dosis de azúcar en sangre y se pusieron algo demandantes tras la derrota. Uno fue el camionero Pablo Moyano, hace unos días y lo repitió este miércoles: “No puedo entender la inacción del espacio. La Vicepresidenta no habla, el Presidente no habla, los gobernadores no hablan…Me llama la atención”. Otro fue el estatal Hugo Yasky: “Cristina tendría que jugar algún papel a medida que avancemos en la campaña. Es una referencia muy importante y sería importante que intervenga en esta etapa”.

CFK, ni mu. Quien sí salió a responder en su nombre, en teoría, fue Andrés ‘Cuervo’ Larroque, ministro bonaerense y uno de los fundadores de La Cámpora, de la que tomó cierta distancia. “Está absolutamente involucrada en la campaña de Sergio Massa. Que no tenga actividad pública tiene que ver con un momento”, explicó Larroque.

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Más allá de esta suerte de orfandad K, que incluye a Máximo Kirchner (que dejó de frecuentar los lugares por los que se lo solía ver y escuchar), en el resto del peronismo dudan acerca de cuánto puede sumar Cristina a Massa con vistas a octubre. “Ese voto duro ya lo tenemos, hay que ir por el que se siente frustrado porque no le cumplimos. Y ahí ella creemos que puede complicarnos”, sostiene una fuente que se acaba de incorporar al equipo massista.

Otro interrogante inquieta más todavía alrededor del candidato respecto al bajísimo perfil de CFK. Y se vincula a que ella da por perdido el comicio presidencial y el objetivo pasa por poner todas las fichas en retener la provincia de Buenos Aires. Antes de las PASO, cerca de la vice se negaba esta hipótesis con el argumento de que no se podía ganar la nacional sin la provincial y viceversa. El resultado de las primarias también incendió ese teorema.

 

Gi