La decadencia argentina no es un fenómeno reciente, sino que lleva varias décadas. Hasta 1960 la economía del país representaba alrededor del 40% del PBI de Sudamérica, siendo la más importante de la región. En la actualidad representa sólo el 15%, demostrando que, en términos relativos, no hubo casi crecimiento económico. Lejos quedó el país de las oportunidades de principios del siglo XX, que recibía en promedio 100.000 inmigrantes por año.
Pero la decadencia no es sólo económica, el Estado ha ido paulatinamente perdiendo capacidades: el control de las fronteras, la seguridad ciudadana, la seguridad alimentaria y la riqueza económica. El Estado Argentino se ha convertido en un “Estado distante” y actualmente quebrado. La pérdida de capacidades estatales ha sido tal vez el resultado de líderes con poca lucidez para pensar el desarrollo futuro del país.
El cambio de siglo trajo consigo profundas transformaciones. El acceso a la información masiva (big data) ha cambiado los resortes de poder en la sociedad, que ya no reside en la propiedad de los medios de producción, sino en como se gestiona la información existente. Por otra parte, la permanente búsqueda de la experiencia individual posmodernista, ha modificado la preferencias y demandas sociales, que exigen respuestas inmediatas a problemas cada vez más singulares. Este combo interpela a nuestras élites políticas, que en muchos casos no han dimensionado la magnitud y la naturaleza de las transformaciones.
Argentina necesita líderes
La Argentina necesita líderes políticos que comprendan la dinámica y las demandas de la sociedad actual: una sociedad global e informada. Una sociedad donde lo de afuera se confunde con lo de adentro. Una sociedad donde el poder reside en la información. Una sociedad donde el cambio climático y las pandemias son moneda corriente. La inserción en el mundo es la clave para la riqueza y el desarrollo económico del país; pero ello, obviamente, implica construir confianza y credibilidad. Los países tienen memoria histórica. Facilitarle la tarea a quiénes invierten y generan empleo es el punto de partida.
La sociedad muestra mayor madurez que gran parte de la clase política
Hace falta una hoja de ruta; un plan que contenga las ideas para abordar los problemas más urgentes de la Argentina. Un camino que lleve a aprovechar las “turbinas” del país: el campo, el litio, los recursos energéticos, los servicios basados en el conocimiento, el turismo y los recursos del mar argentino, entre otros. La Argentina requiere de liderazgos con visión de futuro, capaces de alcanzar los consensos políticos necesarios que permitan respaldar la toma de decisiones. Líderes políticos que piensen en clave intergeneracional. Líderes políticos que piensen en clave federal. Líderes políticos que miren hacia el futuro. Recuperar la confianza de una sociedad profundamente desesperanzada demandará esfuerzo y grandes liderazgos.
*Por Julio Picabea. Mg. en Políticas Públicas y maestrando en RR.II de la Universidad Austral. Docente universitario.