OPINIóN
Columna de la USAL

Yoga, un camino hacia la plenitud

En la cosmovisión india, este ejercicio nos interpela a revisar el vínculo que mantenemos con las diferentes dimensiones.

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Yoga. | Pixabay

Esta reflexión remite a uno de los aspectos no tan conocidos de la práctica milenaria llamada Yoga, vinculada habitualmente a ejercicios de destreza física o de mística oriental. Nos referimos al acto de meditación filosófica y ética que fundamenta el ejercicio yóguico.

En la cosmovisión india, este ejercicio denominado por Patanjali, svadhyaya (estudio de sí mismo), nos interpela a revisar permanentemente el vínculo que mantenemos con las diferentes dimensiones de la realidad, trascendiendo los diversos factores (culturales, históricos, parentales, la propia memoria, etc.) que alteran o limitan nuestra experiencia real de la existencia.

En este contexto, se considera que el cuerpo, como naturaleza biológica, es condición de posibilidad de esta percepción renovada. La compleja materialidad humana, con sus deseos, con su actividad motriz, con sus dolores, se hace presente en el Yoga y se realiza a través de la asana (postura hierática).

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Yoga
 La práctica regular del Yoga favorece la esperanza de vida y amplía el horizonte espiritual de las personas.

Lo característico de esta postura es la quietud. Un descanso en el movimiento que no es ciego, que no se debe confundir con una materia inanimada o con un retorno a una condición primitiva. El cuerpo es encendido, incubado (tapas). El calor, el ardor es infundido por el aspecto más elevado en el hombre: su capacidad de estar consciente. Una percepción ininterrumpida de conciencia interiorizada, que en la práctica se aplica al cuerpo sentado en diferentes geometrías sagradas.

La observación, la alineación del cuerpo, la forma estética, la atención a la respiración son pilares de la práctica, que propician la sacralidad del practicante (sadhaka). Aquí las palabras se diluyen al igual que las preguntas, la mente deviene en no-mente, y el conocimiento se ilumina en un acto de percatación íntima (anubhava).

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El Yoga es un método y una praxis vital que nos invita a la sencillez y a la unidad cósmica. Sentados establemente logramos el reposo de las facultades sensoriales pero sin pérdida de conciencia. Esto favorece el retorno sobre uno, el despertar de sí mismo y la lucidez de discernimiento.

La práctica regular del Yoga, como ejercicio contemplativo y silencioso que desarrolla la interioridad y aquieta el cuerpo, favorece la esperanza de vida y amplía el horizonte espiritual de las personas. En este sentido, es una excelente vía para la floración primaveral de todo nuestro ser. Al finalizar la práctica yóguica las manos se reúnen en el centro del pecho y el tronco se reclina (namaskar), agradecemos la existencia y reconocemos la plenitud de la vida.