POLITICA
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Cómo fue la videoconferencia y qué dijeron

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Jueves 11 de mayo. 13.30. Ansiedad y expectativa podían respirarse en las oficinas de Avenida de Mayo 760, donde funciona la PIA. Su titular, Sergio Rodríguez, recibió al fiscal
Federico Delgado y su secretaria Marcela González para participar frente un televisor de 50 pulgadas de la videoconferencia en la que se interrogó a dos protagonistas del Lava Jato argentino: Alberto Youssef, un cambista arrestado desde 2014 y uno de los primeros delatores en Brasil; y a su ex empleado Leonardo Meirelles, el cuevero que
hizo transferencias con empresas de fachada.
Primero fue el turno de Youssef. Durante media hora, traductora mediante, el operador financiero –del que habló esta semana el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva ante el juez Sergio Moro– dio detalles de cómo se creó un esquema de coimas para que Odebrecht ganara en Brasil los contratos de Petrobras y cómo se exportó el modelo a otros países donde la multinacional hacía negocios.
Sin embargo, cuando le preguntaron datos concretos sobre Argentina y le mencionaron nombres de funcionarios, Youssef pareció distraído. Afirmó que podía colaborar con garantías de inmunidad. Fuentes judiciales indicaron a PERFIL que sin ello podría ser involucrado en el delito de “soborno transnacional”. Antes de irse, Youssef trató a su ex empleado de “mentiroso”.

Lenguaraz.
Al cuevero Leonardo Meirelles, en cambio, no le costó trabajo soltar la lengua. Tranquilo, predispuesto y colaborador, en una hora y media, Leonardo Meirelles afirmó que hizo 4 mil operaciones bancarias entre 2009 y 2014 para las constructoras Odebrecht y OAS. Su misión era el “pagamento de propinas” (coimas).
Muchas –no recordaba cuántas– fueron para Argentina y señaló que los gerentes financieros de Odebrecht sabían con certeza de quiénes se trataba.
“Me daban unos papelitos así de chiquitos con el número de cuenta, la empresa y la persona a la que había que pagar”, contó en el momento de precisar cómo era la operatoria.
Enseguida recordó a Gustavo Arribas porque le había llamado la atención el apellido. “Estoy seguro de que recibió el dinero –dijo Meirelles–. Nunca recibí una queja de que no le hubiera llegado”.