POLITICA
a ocho meses de la muerte del fiscal

Cómo trabajan los sucesores de Alberto Nisman

Mantuvieron la línea de investigación que apunta a Irán y el pedido de detención de los sospechosos.

Expediente. En las oficinas de la Unidad Fiscal de Investigación AMIA hay 2.049 cajas con documentación y más de 400 mil legajos con información.
| Cedoc Perfil

Esta semana se cumplirán ocho meses desde que asumió un nuevo equipo en la investigación por la voladura de la AMIA en reemplazo de Alberto Nisman. Los fiscales Sabrina Namer, Roberto Salum y Patricio Sabadini fueron designados por Alejandra Gils Carbó, junto al coordinador Juan Murray, el 13 de febrero. Llegaron a la oficina ubicada en Plaza de Mayo cuando el reclamo por el fallecimiento de Nisman inundaba las calles. La tensión de aquellas horas fue palpable, incluso para las familias de los funcionarios. Y se expresó, por ejemplo, en quienes les advertían sobre los peligros del nuevo trabajo.

Las circunstancias de la muerte de Nisman, aún no esclarecidas, y el destino del ex hombre fuerte de la Secretaría de Inteligencia Jaime Stiuso, denunciado y prófugo, apartaron las miradas del cambio: un nuevo equipo había asumido la tarea de buscar a los culpables del atentado que segó hace ya 21 años la vida de 85 personas.

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El ambiente de trabajo se transformó con la impronta de los nuevos ocupantes. Pero la mayoría del equipo se mantuvo, como reconocimiento a la “experiencia en temas como cooperación internacional”, explican desde la unidad. También se mantuvieron las principales hipótesis de trabajo de Nisman, tanto en la investigación del atentado como en la causa por irregularidades en la investigación, que actualmente se juzga en el Tribunal Oral Federal Nº 2. Las notificaciones rojas sobre los sospechosos iraníes también siguen vigentes.

Por el momento, la negativa de los acusados a ser indagados les ha impedido imponer su propio estilo e introducir nuevas cuestiones ante el Tribunal. Resta aún un análisis completo de una investigación que acumula una cantidad difícil de imaginar de expedientes, audios y videos. Sólo la causa AMIA, que terminó en el juicio anulado y hoy sujeto a revisión en el caso de encubrimiento, tiene 600 cuerpos y el video del proceso judicial ocupa 2 terabytes.

Nuevos empleados. Para el juicio de encubrimiento se contrataron expertos en material legal. También a una psicoanalista para que contactara a las víctimas heridas durante el ataque a la AMIA, a especialistas en archivos y a dos restauradoras que, literalmente, deben hurgar en la basura de Stiuso en busca de pruebas.

Además, se realizó un convenio con el Equipo Argentino de Antropología Forense para trabajar sobre un tema delicado, el reconocimiento de restos aún no identificados y la investigación sobre el destino del supuesto conductor suicida (que, increíblemente, podría haber sido cremado).


Una montaña de 30 mil cassettes con escuchas
La causa AMIA es un cúmulo inasible de papeles y cassettes. Una de las tareas que se ha dado el nuevo equipo de fiscales es clasificar y analizar toda la documentación acumulada por Alberto Nisman y el espía Jaime Stiuso.
Hay tres archivos. El primero es el que está en la fiscalía, compuesto por unas 2.050 carpetas que se encuentran en cuatro ambientes resguardados por rejas. Ahora se sumaron tres archivos de inteligencia, desclasificados por decreto tras los cambios en la ex SIDE.

Uno de los archivos estaba en la dependencia de Antiterrorismo. Los otros dos, en Contrainteligencia, bajo la guarda de Stiuso. El archivo que está mejor ordenado equivale a unas 6 mil cajas azules de documentación.
La prioridad está dada en revisar la documentación que Nisman llevó a su oficina. A esta tarea se aboca una decena de empleados. Otro de los materiales que deben ser clasificados son miles de cassettes con escuchas. Hay unos 30 mil. Muchos nunca fueron desgrabados. Un operador que pasó 20 años oyendo conversaciones ajenas dice: “Conocí cómo un chico de 11 años se hacía adulto”.