—A La Cámpora se le adjudica la idea de que si Moyano fuera preso, Cristina ganaría cómoda sin ballottage.
—Esto es sentido común. Moyano, que es el Gobierno, es el peor problema que tiene la Presidenta, y ella misma va haciéndolo saber a la sociedad. Los intendentes y los gobernadores no lo quieren, el 80% del movimiento obrero tampoco está de acuerdo con él. Y si la Presidenta tiene algunas ganas, que yo no creo, de ser nuevamente postulada a la presidencia es una piedra muy pesada que tiene que sortear. Moyano todos los días le causa algún dolor de cabeza. A Cristina la conozco muchísimo, fue par mía en el Senado, y si tiene algún odio, no tengan dudas de que es a los sindicalistas. Cada vez que besa a Moyano después se debe lavar con todos los instrumentos que hagan que no afecte su piel.
—Y con este diagnóstico, ¿dónde reside el poder de Moyano, que hace que pueda continuar con tantos adversarios?
—Porque Moyano es socio de la corrupción, es socio del Gobierno. Es una parte muy fuerte del manejo de los estamentos de poder que hacen a las cajas, y Néstor Kirchner daba el visto bueno a eso. Llámese salud, transporte, subsidio, participación en ferrocarriles, en el puerto y cosas que tienen que ver con el propio Moyano, que está siendo subsidiado con lo que nosotros tributamos.
—¿Es por el poder económico que ha construido?
—Está a la vista. Todos los días nos despertamos con sus nuevas propiedades, con sociedades de empresas. Todos los días aparece ese poder unitario que ha aprovechado para sus propios fines.
—Y, según usted, porque en esa acumulación de poder económico fue socio de Kirchner.
—Si bien murió el jefe de la familia, están la viuda y los hijos. Ellos deben saber, y algunos íntimos, dónde está el dinero de la corrupción. No he conocido, con los años que tengo, ningún gobierno más corrupto que éste, así que tienen una carga muy pesada, y Moyano lo sabe. Por eso dicen de la discusión que tuvo Moyano con Kirchner la noche de su muerte. Kirchner no le mandó los consejeros a la reunión del Consejo, los dejó en minoría. Y cuando Urtubey, que dijo que Moyano es un piantavotos, fue citado a la Casa de Gobierno para que lo felicite la Presidenta por su triunfo en Salta, hubo un llamado de Moyano, y la Presidenta se enfermó; Urtubey se volvió a Salta con el saludo protocolar de Randazzo, que no es lo mismo que el de la Presidenta. Hay signos muy fuertes de este enfrentamiento, y vemos todos los días que la Presidenta le pide cordura, le pide paz, y a las pocas horas se encuentra con amenazas de que le toman destilerías, que le van a cortar las rutas. Eso hace que la Presidenta, de a poco, vaya dando señales claras de que ella no lo quiere más a Moyano. No ha estado en el acto, más allá de que haya mandado a sus empleados; está visto que en la carta que mandó, en ningún momento nombra a la CGT ni a Moyano. Y está visto que no lo recibió a solas, como era costumbre del extinto y de ella, 15 minutos para darle un plafón ante los pares de las reuniones del Consejo Directivo, y en ésta puso a sus ministros de Economía y Trabajo al lado de ella, y no a Moyano.
—¿No ve posibilidades de reconciliación?
—Olvídense. Ella es odio lo que tiene contra Moyano y contra el sindicalismo. He vivido en carne propia lo que ellos piensan de los dirigentes sindicales y de los barones del Conurbano. Las cosas que ha dicho Cristina al bloque de lo que eran Duhalde y su esposa.
—Si como usted dice, fueron socios de la corrupción, lo tendrían que soportar.
—Este es el tema principal. Moyano sabe muchísimo porque han sido socios. El gran problema no es la economía ni la oposición; el gran problema se llama Moyano. Además lo ha dicho el propio hijo, ¿no? No era lo mismo…
—¿Hablar con Néstor?
—Que hablar con Cristina.
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