En el año 2011, cuando Candela Giarda tenía solo 11 años, Roxana, su madre, recibió el peor de los diagnósticos: “No podemos hacer nada más. Cande se muere esta noche”, le dijo una de las pediatras que trataba a la niña en la Fundación Favaloro. La niña a la que ya no le daban esperanzas padecía “Fires” (síndrome epiléptico por infección febril), un tipo de enfermedad que afecta a una persona en un millón, casi sin imposible de salvar. Lo interesante del caso es que, a pesar de su pronóstico demoledor, Candela recibió una cura “científicamente inexplicable” que se le atribuye al papa Juan pablo I, quien fue beatificado por ese milagro. La joven, que hoy tiene 22 años, dice no recordar ese episodio de su vida y no sufre de ninguna secuela, a pesar de la gravedad del cuadro que experimentó.
En el marco del libro “¿Qué han hecho?”, que cuenta la vida del Juan Pablo I y detalles sobre el famoso “milagro argentino”, Roxana dijo: “Candela hizo una vida normal hasta los 10 años, que fue cuando se enfermó. Empezó con dolor de cabeza. Yo pensaba que era porque necesitaba anteojos. La llevé al consultorio del pediatra y del oftalmólogo, pero nadie sabía decir qué tenía, porque el único síntoma era el dolor de cabeza”. Luego, la mujer añadió: “A la semana, Cande comenzó a desmejorar, hasta tener vómitos y fiebre. Cuando la llevé a la guardia, me dijeron que estaba incubando un virus. Cada vez iba empeorando más, hasta que en la madrugada del 27 de marzo de 2011 la llevé al hospital pediátrico de Paraná y quedó internada en terapia". "En pocas horas pasó a estar en coma, con respirador. Tenía convulsiones y probaban con distintos anticonvulsivos, pero nada funcionaba”.
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Roxana recorrió distintos centros de salud de Entre Ríos, pero, a pesar de realizarle diversos estudios todos los días, nadie podía explicar cuál era el padecimiento de Candela. De hecho, al momento de ingresar a la fundación Favaloro tampoco tenía un diagnóstico preciso. “Desde que llegamos a Favaloro, Candela empeoró en vez de mejorar. No tenía expectativas de vida. Hasta me llegaron a decir que volviera a Paraná para que muriera en mi casa”, recordó su madre.
Candela empeoraba cada vez más: estuvo 62 días con respirador artificial, y los especialistas decían que, si sobrevivía, iba a quedar en estado vegetativo. Luego, la noche del 22 de julio de 2011, cuando los especialistas que trataban a su hija le dijeron que ya no había nada que hacer, Roxana fue a rezar a la parroquia Nuestra Señora de la Rábida, a dos cuadras del centro médico en el que Candela estaba internada. Allí, conoció al sacerdote Jorge Dabusi, a quien le pidió que visitara a la niña.
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"Él rezó y me pidió que pusiera las manos arriba de Candela y se la encomendó al Papa Juan Pablo I", rememoró su madre quien no conocía nada sobre aquel Papa, pero decidió aferrarse a la fe, debido a que era su último recurso. Luego de eso, Roxana se quedó al pie de la cama de su niña, esperando que las horas pasaran. Posteriormente, la niña comenzó a mejorar, hasta que su vida dejó de correr peligro y hasta dejó la terapia intensiva. Veinticuatro horas más tarde, comenzó a recuperar sus capacidades vitales. Médicos, enfermeros y el personal de salud en general no podían acreditar lo que estaba sucediendo con la salud de aquella niña a la que habían desahuciado. “Los milagros existen, y yo lo vi con Cande”, aseguró Roxana.
Cómo vive Candela hoy
"Yo ando re bien. Hago vida normal", dijo Candela que ahora tiene 22 años. Tras 11 años de este milagro, la joven no toma ningún medicamento, vive en Paraná y estudia Seguridad e Higiene en la facultad Higiene y Salud Animal. Es aficionada de los deportes y, además de estudiar, tiene un emprendimiento de venta de miel.
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Albino Luciani fue nombrado Papa en 1978. Es llamado “el papa de los 33 días”, debido a su corto paso por el pontificado. Tras su muerte, fue sepultado en medio de diversas teorías que se relacionaban con mafia italiana, la logia P2 y el Banco Vaticano. Incluso un mafioso se adjudica su muerte y asegura haberla llevado a cabo por encargo de su tío, el cardenal Marcinkus.
La comunicación sobre el deceso del sumo pontífice estuvo rodeada de desprolijidades, lo que alimentó los rumores y sospechas. En ese marco, la versión oficial, que fue difundida por la periodista italiana Stefania Falasca, vicepostuladora de la causa de canonización del Papa Juan Pablo I, sostiene en su libro Papa Luciani, cronaca di una morte que la defunción se produjo por infarto agudo al miocardio y, de alguna manera, destierra las conjeturas.
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Lo cierto es que a Luciani se le atribuye la curación de Candela, por haber sido invocado en el rezo del sacerdote Dabusti. El papa fue beatificado por este hecho milagroso y Candela participó de la ceremonia, que ofició el Papa Francisco durante este domingo en el Vaticano.
MAR / fl