SOCIEDAD
UN RELATO DE SUPERACIÓN

La conmovedora historia de Hernán Sachero, el nadador trasplantado que ganó 23 medallas

Cuando tenía 30 años le diagnosticaron insuficiencia renal crónica terminal, que consiste en la pérdida progresiva e irreversible de las funciones renales. En 2011 recibió un trasplante de riñón y la donante fue su hermana menor. Tras su recuperación, se quedó con el primer puesto en natación en los Juegos Bonaerenses. Tiene siete medallas de los Juegos argentinos latinoamericanos, y otras 16 en cuatro mundiales. Hoy está a cargo de la Escuela Deportiva Argentina Adaptada de natación para personas trasplantadas del Programa de Deporte de Salud del municipio de Almirante Brown.

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Luchador. El nadador cuenta que a los 30 años pesaba 120 kilos y estaba “con una vida más bien alterada”. Sus hábitos no eran saludables, pero con la enfermedad todo cambió. | gza. hernán sachero

Dentro del universo de las disciplinas deportivas hay una que incluye a las personas trasplantadas. A Hernán Sachero le sobran las medallas. Tiene siete de los Juegos argentinos latinoamericanos y otras 16 en cuatro mundiales. Es formador de deportistas. Pero un tiempo atrás creyó que se moría.

“Me pasaron tantas cosas que parece que nací trasplantado”, dice Hernán en una entrevista con PERFIL. Al mirar hacia atrás, el agua, la familia y el deporte son un refugio e impulso para el renacimiento de este hombre, de 44 años. Hoy está a cargo de la Escuela Deportiva Argentina Adaptada de natación para personas trasplantadas del Programa de Deporte de Salud del municipio de Almirante Brown, con un nuevo desafío:  la incorporación de la categoría de personas trasplantadas en los Juegos Bonaerenses, fue una iniciativa de la Subsecretaría de Deportes de la provincia de Buenos Aires. 

Hernán es el hermano del medio de una familia de tres hijos que vivía en Burzaco, provincia de Buenos Aires. Tenía 6 años cuando veía nadar a su tía Virginia Sachero, y quería hacerlo como ella. Virginia había competido en alto nivel durante los años 80 en Los Ángeles. Fue la primera mujer en Latinoamérica en bajar el minuto en los 100 libres. También nadaba su hermano, papá de Hernán. 

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El agua fue ese sitio seguro y familiar, al que volvería después de muchos años para ofrecerse mutuamente y alejarse de la muerte

Cuando tenía 30 años, pesaba 120 kilos y estaba “con una vida más bien alterada”, confiesa a este diario. Si bien siempre estuvo conectado al deporte, sus hábitos no eran saludables, “el alcohol, el cigarrillo y la comida chatarra eran los protagonistas”. La antesala de un diagnóstico fuerte era un desánimo generalizado y sin entusiasmo por nada. 

Un día le diagnosticaron insuficiencia renal crónica terminal, que consiste en la pérdida progresiva e irreversible de las funciones renales, que deriva en la imposibilidad de generar la orina que elimina de la sangre las toxinas. “Recuerdo que fue muy difícil asimilar la noticia de mi enfermedad, pensé que me iba a morir”. 

De ahí en más, eligió la opción de creer en sanarse, buscó información (lo que a veces juega en contra porque solo se encuentran noticias desalentadoras), pero hubo buenos médicos, que explicaron todo, y cambió la visión de la circunstancia. “Me puse las pilas para cambiar la historia para siempre”. 

"Me pasaron tantas cosas que parece que nací trasplantado", cuenta el deportista

“Fue un proceso duro”, dice, pero los resultados positivos lo motivaron. Comenzó a cambiar de hábitos y bajar de peso 

Ante la posibilidad del trasplante, la familia de Hernán se involucró para ser parte de la solución. Se ofrecieron su mamá, su papá, su hermano y varios familiares. “Vanina, mi hermana, tenía la idea de que podía ayudarme y, cuando llegó el momento de ver quiénes me podían donar, ante los estudios compartimos una compatibilidad de casi el 99%”, cuenta Hernán, y fue ahí que, entre los equipos médicos, la familia y la misma Vanina coincidieron en que era la mejor donante posible”. 

“Mirá, Hernán, la verdad es que esta no es una decisión 100% tuya, sino que es una decisión que a mí me incumbe. Yo quiero ser tu donante. Quiero que estés bien porque si vos estás bien, vamos a estar bien todos”, cuenta Sachero que le dijo su hermana cuando él se negó a que fuera su donante. “Consideraba que ella estaba saludable. El problema era mío y me parecía muy egoísta de mi parte”, cuenta. Con ese argumento válido y potente lo convenció. Al momento del trasplante el nadador había bajado 35 kilos. 

Vanina deseaba ser mamá antes de dar su riñón. “Con la gracia de la vida de que quedó embarazada muy prontito. En enero de 2011 tuvo a Maite y a los tres meses, el 25 de abril de 2011, nos trasplantamos”, recuerda. 

Hernán dice que su hermana les dio vida a dos personas ese año y que su acto de amor es único. Por eso se impone la responsabilidad de llevar ese órgano con mucha salud, con mucha alegría y pasión “y esperar la posibilidad para muchos otros que están esperando vivir lo mismo que yo”.

La relación del agua con Hernán es de toda la vida, pero luego de trasplantado lo tomó como rehabilitación. “Poco a poco fui mejorando el nivel de entrenamiento y ahí descubrí que había competencias para personas trasplantadas, y comencé a participar de manera constante”. 

En los primeros Juegos Nacionales que participó (2012) ganó siete medallas. Participó en los mundiales de Durban 2013, Mar del Plata 2015, Málaga 2017 y Newcastle 2019, consiguiendo un total de 16 medallas.

Estos logros, Hernán los vive como una enseñanza de amor de su hermana y de cada donante que le prolonga la vida a otro. No conoce otra manera más cabal de transformar el dolor en amor que la donación de órganos.

 

“Hernán es un crack de verdad”

Adrián Tarditi es médico, especialista universitario en Medicina Crítica de la UBA y exdirector del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai). Aclara a PERFIL que “la insuficiencia renal requiere diálisis y el paciente pierde calidad de vida y aumenta mortalidad”.

La diálisis (eliminar artificialmente las sustancias nocivas o tóxicas de la sangre, especialmente las que quedan retenidas a causa de una insuficiencia renal) es una primera respuesta porque no hay órganos disponibles para reemplazar al dañado. Solo en lo que va de 2023, son 1.534 personas trasplantadas y 7.141 están en lista de espera para salvar su vida.

“Un deportista trasplantado representa la recuperación de la salud plena. Incluso hay muchos pacientes que luego de ser trasplantados comienzan a practicar un deporte y su calidad de vida es mejor que antes de su enfermedad”, dice el doctor Adrián Tarditi, actual director del Hospital Posadas, que presidió el Incucai en 2018 y agrega: “Hernán es un crack de verdad”.