CIENCIA
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Las crisis económico-financieras, un riesgo latente para el corazón

Estudios realizados en Argentina, Grecia e Islandia asocian la caída del PBI con un aumento de los infartos. Cómo prevenir problemas cardíacos.

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Que una guerra, un desastre ambiental o un ataque terrorista son causas de aumento de la mortalidad cardiovascular es un dato que ha sido probado en numerosas oportunidades. Pero en los últimos años diversos estudios científicos vienen señalando un nuevo dato: existe una fuerte asociación entre las crisis económico-financieras y el incremento de muertes causadas por infartos y accidentes cerebrovasculares (ACV). Incluso, investigaciones muy recientes registraron ese fenómeno durante las crisis económicas que hicieron caer el PBI de Grecia e Islandia (ver recuadro). ¿Estamos ante un nuevo factor de riesgo cardiovascular?
“Conocíamos varios trabajos observacionales que daban indicios de la relación entre economía y salud. Por ejemplo, durante 2002 en Argentina se registró una mayor hospitalización por infartos”, le explicó a PERFIL Alvaro Sosa Liprandi, actual jefe de Cardiología en el Sanatorio Güemes. “Por eso en 2012 publicamos –en la Revista Argentina de Cardiología– un estudio que comparaba tres décadas de datos económicos y eventos cardíacos”.
Tras analizar las tasas de mortalidad cardiovascular de los últimos treinta años, encontraron un marcado descenso, sostenido a lo largo del tiempo y que ronda el 35%. “Pero descubrimos que hubo dos períodos donde esas mejoras se detuvieron e, incluso, se revirtieron levemente: uno durante la crisis del sudeste asiático, en 1997-1998, y el otro tras la salida de la convertibilidad”, detalló Liprandi. En ambos casos se estableció una asociación entre el descenso del PBI del país y un aumento en la tasa de mortalidad cardiovascular y la cantidad de ACV.
“Tenemos evidencias formales de que grandes catástrofes han incrementado la incidencia de infartos agudos de miocardio. Se constató en la guerra en Irak, en los bombardeos a Israel y en el terremoto de Chile”, le dijo a PERFIL el investigador y cardiólogo Rafael Díaz. “En todos estos casos se documentó una mortalidad mayor por causas cardiovasculares”. Los mecanismos fisiológicos sospechados involucran una gran descarga de adrenalina, producto del miedo extremo, que genera condiciones ideales para que ocurra un accidente coronario o una arritmia grave, que podría ser fatal. Sin embargo, Díaz acotó que “si bien por la metodología de estos estudios esta hipótesis entre crisis económicas e infartos es muy firme, no se puede asegurar todavía una relación causal”.
Por su parte, la doctora Florencia Rolandi, cardióloga del Hospital Italiano, explicó que “también sería posible imaginar una relación entre la situación económica y un aumento del estrés, un factor de riesgo que explicaría la asociación fisiopatológica”.
Liprandi detalló otras observaciones similares en las que se encontró que los grupos de menores ingresos son, todavía, más vulnerables. “Se vio que si una crisis bancaria golpea a un país de ingresos altos –de US$ 6 mil– el aumento de la tasa de mortalidad cardiovascular puede ser de hasta un 6%. Pero si las dificultades económicas afectan a una nación de ingresos bajos –alrededor de US$ 2 mil– la tasa de esa mortalidad puede cuadruplicarse y trepar a un 26%”.

Prevención. ¿Es posible hacer algo para evitar estos problemas cardíacos en un contexto de incertidumbre económica? “En momentos de crisis muchas personas dejan de lado la prevención. Recuerdo que en pleno 2002 tenía pacientes que me decían: ahora no tengo tiempo para salir a caminar”, contó Rolandi. Precisamente, según esta experta, en tiempos de incertidumbre hay que seguir a fondo los consejos médicos bien probados para prevenir problemas cardiovasculares: “Ir más despacio, para reducir el estrés, y hacer actividad física. Además, también es saludable acercarse a los afectos”. Esto se explica, entre otras cosas, porque el aislamiento social incrementa la mortalidad cardiovascular.
Para Díaz, “la situación socioeconómica de hoy no puede ser comparada a la inestabilidad de hace doce años. Y sin entrar en análisis detallados no debemos alarmar a la gente. Pero podemos aprovechar esta coyuntura para insistir con las medidas de prevención realmente efectivas: dejar de fumar, comer sano y hacer ejercicio físico en forma cotidiana”