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¿Pero qué es esto?

Disciplinados y obedientes, los ministros, gobernadores, intendentes, gremialistas, adherentes cantaron la marcha peronista en el Parque Norte, antes del discurso de la Presidenta. La cantaron entera, con todas las estrofas bien sabidas, un detalle que en los setenta hubiera indicado a las claras que eran neófitos en el Movimiento.

Quintin150
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Disciplinados y obedientes, los ministros, gobernadores, intendentes, gremialistas, adherentes cantaron la marcha peronista en el Parque Norte, antes del discurso de la Presidenta. La cantaron entera, con todas las estrofas bien sabidas, un detalle que en los setenta hubiera indicado a las claras que eran neófitos en el Movimiento. ¡Perón, Perón, qué grande sos! y ¡Perón, Perón, gran conductor!, cantaron según las variantes del estribillo.
Es curioso que en el par de minutos que dura la canción nombraron al viejo general una docena de veces, mientras que los Kirchner han hecho un punto de no mencionarlo jamás en sus discursos. Más aún, su último gobierno está bajo sospecha y la tercera mujer del primer trabajador puede terminar sus días entre rejas.
Combatiendo al capital, también cantaron funcionarios, acólitos y fuerzas de choque, pero la Presidenta, que le habló al país, pero lo hizo frente a sus partidarios, dejó bien claro que el justicialismo no es enemigo del capital, sino que su vocación es unirlo con el trabajo. Cristina Kirchner acostumbra decir que no tiene nada de malo ganar dinero. Aunque la frase parece provenir de los tiempos de Menem, podría convertirse en la verdad número 21 de la doctrina. Una verdad nueva es que cuatro son las condiciones que caracterizan la condición humana: la racionalidad, la sinceridad, la sensibilidad y la responsabilidad. Al menos, la Presidenta afirmó que siempre lo ha creído así, incluso cuando era hegeliana.
¿Qué vimos ayer en Parque Norte? No sabría decirlo. ¿Una demostración de fuerza para disimular una seria torpeza? De acuerdo. ¿Un mensaje para meter miedo y, al mismo tiempo, aquietar los ánimos? También. ¿Una lógica indiferente a las contradicciones y a las falacias? Evidentemente. ¿Una visión de la sociedad oportunista y maniquea? Seguro.
Pero no vimos el futuro. No sabemos el verdadero alcance del espectáculo de ayer. Ignoramos lo que nos espera, lo que implica este despliegue de autoritarismo y obsecuencia del que participan unos pocos, aunque en el escenario sean muchos. No parece un porvenir con justicia y democracia. ¿Pero qué más habrá?