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FARANDULA

Tinelli y el cambio en la política

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Es una verdad de Perogrullo entre los periodistas que toda versión-rumor-trascendido e incluso comentario como al pasar siempre encierra algo de verdad. No sabemos el porcentaje, pero el rumor siempre tiene gato encerrado. Algo hay de cierto.

En estos días saltó, por ejemplo, la posibilidad de que Marcelo Tinelli, ex comentarista de fútbol, hoy enriquecido empresario del espectáculo, fuera receptor de propuestas oficialistas para que se convierta en gobernador de la provincia de Buenos Aires, el territorio que decide un escenario futuro presidencial. El rumor confirmaba que fue Máximo, en la quinta de Olivos, el hijo de la Presidenta, quien limó viejas asperezas con el conductor televisivo y puso sobre la mesa esa posibilidad electoral, para tentarlo.

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¿Por qué Tinelli? Bueno, hay que reconocer que con toda la parafernalia de imitadores de figuras públicas, de bailes con mujeres sugerentes, su programa atrae a las mayorías. Lo siguen, lo aman, están al tanto de las idas y venidas de su vida personal, de sus viajes, de sus encuentros.
Cierta vez obtuvo el 60% del rating, que es como haber roto el termómetro. Nunca nadie consiguió ese trono, alabado por empresarios anunciantes y por gente de marketing que se guía por los seguidores y jamás por la categoría o la importancia o la trascendencia de lo que se dice, siempre y cuando no sea a los gritos, en peleas conventilleras.

Tinelli, para los candidatos, es una persona buscada, halagada, y la mayoría araña toda posibilidad de conseguir su amistad y consideración. Porque la política, para la mayoría, se ha reducido a eso: a tener pantalla el mayor tiempo posible, a encontrar el halago. El resto no importa para ellos. El resto dejó de ser política. Las propuestas tampoco interesan. Interesa que sonría permanentemente; si es joven, que esté a la moda, cierta frivolidad atrae. Las zapatillas tienen que ser de colores y la camisa afuera del pantalón es la norma bien cool. Por supuesto, la corbata es un adefesio y una muestra de antigüedad que eriza a los jóvenes. Quizás haya hecho bien Hermes Binner –opinan ciertos publicitarios– en bajarse de la candidatura, porque su formalidad no ayudaba a muestras fervorosas de adhesión. A un candidato serio hay que dejarlo en el rincón.

Es una política muy diferente a la que conocieron y vivieron nuestros padres y abuelos. Si se daba en los tramos democráticos que tuvimos desde que Hipólito Yrigoyen subió al poder, en 1916, lo que importaba eran los ideales, la esperanza, la adhesión a ciertos estilos. Y lo hacían con fervor. Hasta la mitad de los años 40, radicales y conservadores podían llegar a matarse en las calles. Las luchas juveniles eran un sentimiento explosivo, con una dinámica que –dictadura mediante– no se volvió a repetir.

Pocos días después de la versión sobre Tinelli, se la desmintió y se aseguró que prefiere jugar todas las fichas a la presidencia de la AFA, donde imperan reparos porque no llena ciertas condiciones impuestas por el poder tradicional de la institución.

Más allá de todo, los dimes y diretes en torno a Tinelli demuestran un momento de denigración de la política, que ya venía enferma desde hace tiempo. Pero además evidencia que los cristinistas-kirchneristas no se quieren ir, que usarán todos los dispositivos a su alcance para perdurar en los distintos rincones de la vida política donde puedan opinar. No quieren que los echen de sus trabajos oficiales. Desean evadir los reclamos pendientes y futuros en la Justicia. No están abandonando el campo de batalla. Buscan tretas y caminos tortuosos para seguir pesando en el futuro.

Por eso, toda predicción, toda encuesta que trasciende, es etérea, por el momento. Los encuestadores serios son adversarios de algunas estadísticas que andan circulando, sin asidero. Con 8 millones de subsidiados sociales más otros 6 millones compuestos por las fuerzas de seguridad, de defensa y los jubilados que dependen del Estado, los candidatos tendrán que trabajar con una sutileza e inteligencia que todavía no han mostrado.

*Periodista y escritor.