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Despertar ciudadano

Más allá del resultado, ganó el sentido republicano. El Congreso Nacional demostró su calor como poder independiente.

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La sesión, que empezó a las 10.30 de la mañana del miércoles contó con la intervención de la mayoría de más de 60 senadores. | AFP

La Argentina vive momentos históricos, la profundidad del debate por la interrupción voluntaria del embarazo y la gravedad de los hechos de corrupción denunciados, ponen en primera plana el rol y la calidad del funcionamiento de las instituciones del Estado, así como la participación informada de una ciudadanía que es cada vez menos indiferente a los temas centrales de la vida política.

Más allá del resultado de la votación en el Senado, ganó el sentido republicano. Con fuerza y movilización inusitada, en todo el país se manifestó una ciudadanía atenta. El Congreso Nacional demostró su valor como poder independiente y desde el ingreso en la Cámara de Diputados el debate del proyecto fue seguido por todo el país. Toda una lección de civismo.

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El despertar ciudadano se sintió en la toma de consciencia de la participación acompañado por un enorme darse cuenta: para opinar y debatir es necesario estar informados. Casi como un reflejo de posiciones históricas tradicionales, entre verdes y celestes hay como una expresión extraña de otra grieta; pero más allá de esa dicotomía fácil se levanta como emergente del debate la consciencia del lugar de la mujer en la sociedad y en la historia, así como el de las instituciones republicanas y su vínculo con las instituciones religiosas. Este es un debate que se inicia, marcando un antes y un después superlativo.

Los casos de corrupción sacuden a la Argentina como una película repetida, a veces da la sensación que la reacción de condena social no es tan fuerte como la enorme tolerancia de los ciudadanos a semejante barbaridad, y amerita un llamado de atención a la consciencia cívica.
No se puede transitar el progreso como sociedad sin dejar atrás las causas del atraso. La Argentina postergada no es casualidad y su solución requiere una política nueva, en sus prácticas, en su transparencia, en su profesionalismo, en seriedad republicana. Nueva.

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La perfecta división entre lo viejo y lo nuevo debe desplegarse. Cuando hablamos de división no hablamos de grieta, eso es pasado. Hablamos de reconocer y liberar las fuerzas de la mujer en todo su potencial, de construir una ciudadanía responsable de su lugar en la historia, hablamos de consolidar la fuerza de la democracia y que la república funcione más allá de los hombres, hablamos de superar discusiones que por siglos vienen encegueciendo a muchos en beneficio de pocos. Hablemos de responsabilidad en serio, hablemos de justicia y hablemos de futuro sin el ancla del pasado.

*Analista político USAL (@claublanchart).