INTERNACIONAL
premio de la paz 2015

Ni el Papa ni Merkel: el Nobel fue para un ‘tapado’ de la transición en Túnez

Contra todos los pronósticos, el Comité de Oslo dio el galardón al Cuarteto Tunecino, una asociación civil que auspició la única apertura democrática exitosa del mundo árabe.

Mediadores. Los representantes de las cuatro organizaciones que integran el Cuarteto del Diálogo recibirán el famoso premio.
| AFP

No fue para el papa Francisco, ni para Angela Merkel ni para algún activista destacado por su actuación en la crisis de los refugiados. El Comité de Oslo se despachó ayer con un “tapado”: el Premio Nobel de la Paz fue para el Cuarteto del Diálogo Nacional Tunecino, la asociación civil que auspició una salida negociada a la crisis política que vivía Túnez en 2013 y que contribuyó a que ese país se convirtiera en el único protagonista de la Primavera Arabe que logró culminar satisfactoriamente su transición democrática.
La decisión del jurado fue toda una sorpresa ya que los tunecinos no figuraban entre los favoritos dentro de la lista de 273 candidatos postulados por ganadores anteriores e instituciones reconocidas por su trabajo a favor de la paz. En la previa, los expertos daban como preferidos a la canciller alemana, por su liderazgo en la revisión del sistema de asilo de la Unión Europea; al Papa, por su mediación en el diálogo entre los Estados Unidos y Cuba; a dos sobrevivientes de Hiroshima y Nagasaki; y al cura eritreo Mussie Zerai, quien salvó decenas de vidas de inmigrantes sin papeles.
El Cuarteto está integrado por el sindicato Unión General de los Trabajadores Tunecinos (UGTT), la organización patronal Utica, la Liga Tunecina de Derechos Humanos y la Orden de Abogados. El Comité del Nobel decidió entregarle el galardón por su “contribución decisiva a la construcción de una democracia pluralista”. El grupo se conformó en septiembre de 2013, en un contexto nacional de grave crisis política, violenta polarización social y temor a un golpe de Estado, tal como había ocurrido poco antes en Egipto.
La mediación del Cuarteto fue crucial para reconstruir los puentes dinamitados entre el gobierno del partido islamista Ennahda y la oposición laica. Las complejas negociaciones sacaron de la terapia intensiva al proceso de transición y relegitimaron a una dirigencia política que, tras la caída del dictador Ben Alí en 2011, se había autoproclamado como la garante de la apertura democrática en Túnez. Tras los diálogos, Ennahda aceptó abandonar el poder y cederlo a un gobierno de tecnócratas que administrara el país hasta las elecciones generales de 2014. Los laicos, por su parte, accedieron a desbloquear el funcionamiento de la Asamblea Constituyente.

Traspaso pacífico. Como resultado del proceso, los asambleístas tunecinos aprobaron casi por unanimidad una Constitución de vanguardia en el mundo árabe. La Carta Magna estableció la creación de un sistema democrático, laico y semipresidencialista. Unos meses más tarde, la oposición no islamista triunfó en las elecciones presidenciales de la mano de su líder, Beji Caid Essebsi. Ennahda admitió la derrota, y el traspaso de poderes fue pacífico.
“Lo que vimos en Túnez es que es posible dialogar con fuerzas islamistas –celebró ayer la presidenta del Comité de Oslo, Kaci Kullmann Five–. Es un ejemplo muy importante que se debe imitar: hacer la guerra no sirve a los intereses de los pueblos”.


“Un camino de consenso”
El presidente de Túnez, Beji Caid Essebsi, afirmó ayer que el Premio Nobel de la Paz entregado al Cuarteto del Diálogo Nacional Tunecino consagra “el camino de consenso” elegido por su país para lograr su transición política a la democracia luego de la llamada Primavera Arabe. “No es sólo un homenaje al Cuarteto, sino que consagra el camino que todos hemos elegido, el de encontrar soluciones de consenso”, declaró Essebsi en un mensaje publicado en la página de Facebook de la presidencia tunecina. “Túnez no tiene otra solución más que el diálogo a pesar de los desacuerdos ideológicos”, agregó el actual mandatario.
El Nobel es un espaldarazo al frágil proceso político que atraviesa Túnez, un país que aún permanece sensibilizado por dos fatales ataques terroristas que sufrió en marzo y en junio de este año.

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