POLITICA
historia de una familia en el poder

El matrimonio detrás del imperio Tupac

La dirigente se fue de su casa a los 14 años. Estuvo presa a los 18. Ahora vive con su esposo, un periodista jujeño con quien comparte la conducción de la organización.

La dirigente se fue de su casa a los 14 años. Estuvo presa a los 18. Ahora vive con su esposo, un periodista jujeño con quien comparte la conducción de la organización.
| Cedoc

Enviado especial a Jujuy

Desideria Leitón y Miguel Sala fueron los padres adoptivos de Milagro Sala (51), la dirigente de la Tupac que movilizó a Jujuy –a favor y en contra–  en la última década. Hoy está detenida y la investigan por el supuesto desvío de fondos de las cooperativas que maneja.

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Sus padres murieron el año pasado. Desideria, que era jefa de enfermería en el Hospital de Niños, siempre le negó a Milagro que fuera adoptada. Pero ella supo la verdad de adolescente. A los 14 años escuchó a su madre discutir con su tía y enfureció. Se fue de su casa. Los primeros dos días durmió a escondidas en el mismo hospital en el que trabajaba su madre. Luego empezó una historia itinerante por distintos barrios pobres de San Salvador de Jujuy. El ambiente en el que creció y se hizo adulta estuvo rodeado de droga, violencia y delito.

Milagro tiene cinco hermanos: Carolina, Sonia, Miguel Angel, Tedy y Cacho. Ninguno milita, pero a todos los ve con frecuencia. Su vida callejera la llevó pronto a la cárcel. A fines de los 80 fue presa por un supuesto robo. Estuvo ocho meses detenida, hizo huelga de hambre para que mejoraran las condiciones de detención de las internas y salió en libertad porque no se probó el delito del que se la acusaba.

Retomó el contacto con su familia adoptiva. Con los años supo quién era su padre biológico: un hermano de su madre adoptiva que viajaba con frecuencia y tenía una aventura “en cada puerto”. Dejó a Milagro a su hermana para que la cuidara. Cada tanto se aparecía, recuerda Milagro, y la trataba como su “sobrina preferida”. “Le decía negrita, le compraba helados y juguetes”, recuerda Raúl. Cuando supo quién era realmente, ya había muerto.

Milagro estuvo en pareja con un empleado estatal con quien tuvo dos hijos, Sergio y Claudia. Sergio (30) estudió periodismo deportivo y creó una fundación para ayudar a personas con discapacidad. Claudia (29) se está por recibir de abogada. Los dos tienen perfil bajo. A Raúl Noro, su actual marido, lo conoció en medio de la conmoción social que vivió Jujuy durante la década del 90. Se llevan veinte años. “Con vos no voy a poder; vos sos un gringo”, le decía Sala a Noro.

Ella era dirigente de ATE y él periodista corresponsal de La Gaceta de Tucumán y de La Nación de Buenos Aires. En 2007, después de varios años juntos, se casaron con una ceremonia aborigen y luego por civil. Noro comenzó a trabajar en el bloque de diputados de la Tupac en la Legislatura.
Dice que se irá al Parlasur cuando ella salga en libertad. Su hijo, Federico, es concejal por el Frente Unidos y Organizados, la fuerza política de la Tupac, y su sobrino, Germán Noro, también integra el esquema de poder de la familia: es el jefe del bloque de diputados de la organización y quien lleva la voz cantante de la agrupación barrial. Sobre las denuncias de corrupción, Noro dijo: “Tenemos una vida normal, sin lujos”. Asegura que tienen dos propiedades, una con cuatro habitaciones en el piso superior, y un living grande en la planta baja. Y otra en El Dique, un centro de esparcimiento. “Con mi sueldo y el de ella vivimos bien”, dice.

Milagro Sala tenía reconocido por sus compañeros de la Tupac un salario, que Raúl dice no recordar de cuánto era. Cobraba, además, su salario como diputada provincial hasta que fue electa para el Parlasur.