Arqueólogos de Israel y Portugal rebobinaron la evolución del cuerpo humano hasta la Edad de Piedra para estudiar cómo había sido nuestro comportamiento gastronómico. Su conclusión fue que “los humanos fuimos superdepredadores durante unos dos millones de años”.
Y lo fuimos a lo grande: mamuts, bisontes, rinocerontes, elefantes y otros animales grandes fueron el plato principal de nuestra dieta durante todo ese tiempo.
En efecto, en contra de lo que dicen algunas teorías que postulaban que el hombre primitivo comía aves, conejos y liebres, es decir animales pequeños, este nuevo trabajo plantea que hay factores digestivos, motivos genéticos y evidencia arqueológica para que el hombre primitivo fuera hipercarnívoro, superdepredador durante al menos dos millones de años. Luego, habría incorporado la alimentación vegetal que sólo le entregaban las estaciones más cálidas.
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Sólo los animales grandes lograron sobrevivir al hielo y las mandíbulas, las habilidades y el cuerpo del humano se fue adaptando a lo que la naturaleza le ofrecía en varias partes del mundo. Sólo la extinción, la depredación incesante y el clima más benévolo en ciertas estaciones permitieron que el humano incorporara la dieta vegetal hacia del final de la Edad de Piedra. Finalmente, no tuvo más remedio que aprender a sembrar plantas y criar animales.
Esta es, a grandes rasgos, la conclusión a la que arribaron el doctor Miki Ben-Dor y el profesor Ran Barkai del Departamento de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv, junto con Raphael Sirtoli, de la Universidad de Minho de Portugal. Su trabajó se dio a conocer a la comunidad científica en una nueva investigación que publica el Anuario American Physical Anthropology Association.
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¿Carnívoros u omnívoros?
Los tres investigadores trabajaron con 400 artículos científicos de diferentes disciplinas, que a su criterio respondían a la pregunta central: ¿eran los humanos de la edad de piedra carnívoros especializados o eran omnívoros generalistas?
La mayor parte de la evidencia con la que trabajaron provino de investigaciones sobre genética, metabolismo, fisiología y morfología; es decir sobre biología moderna.
"Hasta ahora, los intentos de reconstruir la dieta de los humanos de la Edad de Piedra se basaron principalmente en comparaciones con las sociedades de cazadores-recolectores del siglo XX", explica Ben-Dor. "Esta comparación es inútil, sin embargo, porque hace dos millones de años las sociedades de cazadores-recolectores podían cazar y consumir elefantes y otros animales grandes, mientras que los cazadores-recolectores de hoy no tienen acceso a tal abundancia. Todo el ecosistema ha cambiado y las condiciones no se pueden comparar. Decidimos utilizar otros métodos para reconstruir la dieta de los humanos de la edad de piedra: examinar la memoria conservada en nuestros propios cuerpos, nuestro metabolismo, genética y constitución física. El comportamiento humano cambia rápidamente, pero la evolución es lenta. El cuerpo recuerda".
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Lo que te mantiene vivo es la acidez
"Un ejemplo destacado es la acidez del estómago humano", dice Ben-Dor. "La acidez en nuestro estómago es alta en comparación con los omnívoros e incluso con otros depredadores. Producir y mantener una acidez fuerte requiere grandes cantidades de energía, y su existencia es evidencia de que se consumen productos animales. La acidez fuerte brinda protección contra las bacterias dañinas que se encuentran en la carne, y los humanos primitivos, que cazan animales grandes cuya carne era suficiente para días o incluso semanas, a menudo consumían carne vieja que contenía grandes cantidades de bacterias y, por lo tanto, necesitaban mantener un alto nivel de acidez".
La presencia y el tipo de células grasas es otro indicio que delata a los depredadores carnívoros. En los seres omnívoros, hay pocas células grasas, pero son grandes; en los depredadores, en cambio, es al revés: los carnívoros tienen una cantidad mucho mayor de células grasas más pequeñas; y los humanos están en esta categoría.
Este hecho es parte de nuestra información genética. Los genetistas explican que "áreas del genoma humano se cerraron para permitir una dieta rica en grasas, mientras que en los chimpancés, se abrieron áreas del genoma para permitir una dieta rica en azúcar, según explica Ben-Dor.
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Por otra parte, otro pilar de este trabajo es la evidencia arqueológica. Por ejemplo, la presencia de isótopos estables en los huesos de humanos primitivos, así como las prácticas de caza exclusivas de los humanos, muestran que los humanos se especializaron en la caza de animales grandes y medianos con alto contenido de grasa (por las razones antes expuestas).
Incluso en la actualidad, los grandes depredadores sociales cazan animales grandes para obtener de ellos más del 70% de su energía. Es decir, aún hoy los hipercarnívoros basan su dieta en los mismos parámetros que el hombre primitivo de las cavernas.
Se sabe que hace 750.000 años el hombre ya había descubierto el fuego y que había hogares que lo mantenían prendido permanentemente. Daba luz y calor en la cueva fría y oscura, ahuyentaba a los animales temerarios y hacía que la carne dura fuera, al fin, algo tibio para saborear como nunca antes.
mm / ds