COLUMNISTAS
Elecciones 2023

El legado de esta campaña

Los libertarios han expandido los temas de debate de la política argentina, con efectos sorprendentes.

20231022_politico_temes_g
Urna et orbis. | Pablo Temes

Es probable que un cierto legado, en relación con la intervención de las discusiones incorporadas por el liberalismo, hayan ya dejado como agregado diferencial, al acumulado relativamente básico de temas que la política argentina venía históricamente tratando, algunos temas nuevos.

Hasta esta elección, podría indicarse a la semántica de los principales partidos políticos como aquellos que sobrecargaban la asignación de los fracasos en gestiones propias, a los inconvenientes del ambiente producidos por sus rivales. Bajo conceptos sociológicos clásicos, en relación con la tensión entre “individuo” y “sociedad”, en la que se debate en qué condiciones uno u otro lograría imponerse, la política argentina solía resolverlo fácilmente asignando al entorno social la totalidad de los problemas para una acción transformadora del mundo. En estos tratamientos, la idea de individuo queda de esta manera relegada, y la de libertad, solo como una hipótesis sobre la base de acondicionamientos sociales futuros. Para ser libre, hay que preparar el espacio.

Desde el punto de vista de la semántica moderna, y como diferencia del pensamiento precapitalista en el que un destino predefinido y sin variaciones orientaba un futuro casi siempre igual al presente, el accionar moderno se caracterizaría por la chance de decidir sobre un rumbo propio. Bajo esta ética posible del comportamiento, el universo social sería un espacio de oportunidades que podría o no ser aprovechado, y quien fuera así exitoso se sentiría completo, y quien no lo fuera debería lidiar con la pena y la frustración de la chance abandonada para ser mejorada en la próxima oportunidad. En definitiva, el mundo contemporáneo sería algo sobre el cual podrían moldearse novedades.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

La IDEA de la incertidumbre

Los llamados a la acción personal adquieren muchas formas y son estimulados en simultáneo desde varios ámbitos sociales. El mercado invita a aprovechar promociones para la compra inminente de productos que serían necesarios para al mismo tiempo reforzar aspectos de felicidad individual, los cursos de autoayuda buscan cierta supuesta salvación del alma moderna, las universidades públicas ofrecen, allí donde existen, chances variadas de carreras para seleccionar de qué se imaginarían trabajar sin que necesariamente sea una repetición de una tradición familiar, y las plataformas online para ver series o películas permiten a varios usuarios para que en un mismo hogar cada uno desde su propio dispositivo viva una vida diversa, aunque cercana a los otros.

Esto, en las tradiciones políticas argentinas del siglo XX, ha sido levemente incorporado como problemática de debate. La sorpresa colectiva que generan los postulados de Milei y Benegas Lynch (h) parece tanto una combinación por la ignorancia que sobre los mismos autores que ellos mencionan existe, como por lo extraño que termina siendo, en un medio que acostumbra a tratar todo bajo las condiciones de pensar solo en el ambiente como condicionante, el protagonismo esencial que se solicita para la acción humana. Para muestra, una de las campañas ha tomado a su lema bajo la idea de “terminar” con el supuesto otro, pero sin decir nada del individuo, o por lo menos sin decir demasiado.

Para las fuerzas tradicionales, por lo menos hasta ahora, esto se había convertido en una metáfora de tipo utópica en la que el equilibrio sin definición de esos objetivos permitía, por lo menos hasta ahora, la sobrevivencia de una dualidad sin fin, ya que las condiciones de su finalización se hacían evidentemente inalcanzables. Además, y como asunto no menor, por esa misma articulación, había ya tendido a la indiferenciación de estos dos protagonistas sin que quedase del todo claro qué tan diferentes eran entre ambos. El resultado fue que todos estos solicitaban a sus votantes que los acompañaran en una lucha sin fin en la que los protagonistas no eran estos votantes, sino aquellos que se hacían presentes desde el lado de la política. El sistema político, así, encontró una exitosa manera de mantener sus recursos sobre una misión con final poco claro. No era solo la inexistencia del individuo, sino la solicitud a las personas de recursos para llevar adelante contiendas de unos realmente pocos.

Es poco probable, más allá de cuál sea el resultado de la elección, que no queden en escena ciertos debates en torno a la generación de ambientes que ya han sido denominados como de baja presencia estatal. Si Milei lograse la victoria, la predominancia de estos abordajes estaría garantizada, pero sería también un error asumir que una no victoria de este dispondría el abandono de estas propuestas o la falta de atención sobre las mismas. A una generación dependiente del Estado le está siguiendo otra con jóvenes que se encuentran exponiendo el valor de la libertad para no atarse a un solo destino laboral, y que en otros encuentran en la proliferación de trabajos informales o incluso en el crecimiento sostenido de mercados negros a cielo abierto (como expone Matías Dewey en relación con La Salada) oportunidades únicas de crecimiento económico en los que el Estado, y su ánimo de control, son más bien una amenaza. Puede que en estos segmentos, la promesa de “terminar con” quien sea, por lo menos en un ámbito alternativo a sus reales espacios de sobrevivencia, quede como algo demasiado alejado.

El ruido Milei

La política tendrá un resultado que se podrá contar en votos, al mismo tiempo que este otro en temas. Cada vez ingresarán más votantes para quienes esta idea de libertad no será el resultado de un abordaje de tipo filosófico en torno al Ser de Heidegger o al camino hegeliano de la conciencia, sino como el procesos de no seguir el pedido del sistema político por acompañarlo en su forma de sobrevivir. Los libertarios han así logrado llamar la atención sobre esta paradoja de los partidos, en la que su salvación se basa en la alternación de los fracasos. La política es ya en todo Occidente una gran fuente de decepción que nada tiene que ver con los grandes planes que para ella se tenían en el siglo XVIII, pero que tiene como modo de resolverlo asignando la culpa a quien toque en cada nuevo momento, para reemplazarlo con destino supuestamente diverso. El detalle técnico de cambio de gobierno a través de elecciones es lo que ofrece la oportunidad de una pausa en el fracaso.

A todo esto, es posible que los libertarios, al mismo tiempo, con su pedido de casi anulación del Estado, hayan también, paradójicamente, ofrecido un nuevo impulso a la política sobre la que gran parte de la gente no quiere prestarle casi atención. Han revitalizado el rol del Estado, el debate político y hasta el involucramiento de la gente en los miedos y oportunidades que ofrecería una experiencia teórica que casi nada ha estado presente en los proyectos sociales de la Argentina de las últimas décadas. Más que anular la política y su casta, le han regalado nuevos temas para seguir pidiendo a la gente, ahora sobre nuevas promesas, votos renovados. Esta es la tragedia del mundo moderno, en la que una acción individual o colectiva, que intenta crear un destino y cambiar el mundo, puede en simultáneo ofrecer consecuencias no deseadas. Justamente, la acción social, la creación del mundo, se basa en condiciones que siempre nos exceden.

Con el resultado, con lo nuevo como realidad actualizada, será para la política una gran ocasión para festejar una nueva sobrevivencia. La casta debe agradecerle a sus fracasos, sobre todo porque le da temas a la gente, para que nunca se olviden de ellos.

*Sociólogo.