Un pibe de un call center en Saavedra llama al teléfono fijo de una señora en Almagro, que en el intervalo de sus dos laburos responde a quién votaría si la elección fuera hoy. Un sociólogo en Palermo recibe todas esas respuestas y cierra la encuesta, que un analista político de los que sale en TV firma y envía a su cliente: un banco, y también a dos empresas multinacionales, un jefe parlamentario y de paso a dos periodistas. El broker del banco la traduce y la reenvía a los que siguen emerging markets en Wall Street, que paran dos segundos de seguir la guerra Trump-China y tras leer la encuesta hacen click en vender los activos argentinos. En ese cóctel, el riesgo país sube y entonces otros operadores financieros hacen lo mismo. Salen capitales de títulos y acciones y eso hace subir el dólar. Con el correr de los días, el alza de la divisa se traslada a los precios. El pibe del call center de Saavedra paga más cara la yerba, la leche y el desodorante.
¿Es esta la lógica que está operando en los mercados financieros? ¿O es humo que venden en el Gobierno para evitar hablar de que armaron un castillo sobre un flan, y en la City para no admitir que como ya se quemaron con las Lebacs ahora ven un bono argentino y lloran?
Como sea, dos acuerdos con el FMI, US$ 56 mil millones y un déficit cero después, estamos como cuando volvimos de Nueva York sin pagarles a los fondos buitre en 2014: riesgo país cerca de los 800 puntos básicos, cero financiamiento de mercado y la sensación de que el dólar reptante solo está agazapado esperando el momento en que empiece a operar el gen argentino de dolarizar para votar.
Y los riesgos de volver a pifiar son ahora mucho más palpables tras la comprobación dolorosa que se dio esta última semana: la mala praxis financiera termina con más pobreza. Los 2,2 millones de nuevos pobres medidos por ingresos por la UCA en el tercer trimestre de este año difícilmente se puedan atribuir más a la herencia que a la mala salida del cepo, al fin de cualquier obligación para liquidar divisas y del tope de 2 millones por mes para las compras de dólares, más la reducción de los encajes y la subestimación de la ultraemisión de Lebacs.
El 33,6% de los argentinos son pobres, según la UCA
Ahora, ponele que hubiera un gramo de racionalidad en los mercados, entendiéndolos como los tipos que te prestan para hacer guita y que esperan que en algún momento les vayas pagando: ¿de qué tienen miedo? Más allá de la sarasa de las “dudas políticas”, bien podrían tener dos interrogantes. Uno, esperable. ¿Es socialmente viable la recesión estabilizadora en marcha? Agustín Salvia dice que habrá datos sociales aún peores este fin de año. El otro no aparece tanto. ¿Están jodiendo a los bancos con la nueva bola de letras de liquidez, las Leliqs? Es cierto que los depósitos en dólares están volviendo a los niveles récord, lejos del goteo de la corrida. Pero el jueves pasado, en un encuentro convocado por el gobierno de Santa Fe, tres economistas de distintos palos advirtieron esa cosquilla en los esfínteres. Marina Dal Poggetto, de EcoGo, recordó que los fondos en Leliqs vienen de grandes plazos fijos en los bancos. Martín Guzmán, de la Universidad de Columbia, se preguntó: “¿Y si los depósitos mayoristas un día se van?”. Y Martín Redrado, ex jefe del BCRA, le puso números: “En los últimos 60 días entraron $ 171 mil millones en depósitos que fueron a Leliqs”. “¿Qué va a pasar si hay desarme preelectoral?”, resumió.
Por fuera de lo que duda “el mercado”, no hace falta ser un banquero que compra informes de La Posta Consultores para tener reparos sobre el futuro del país, si se mira a los dos líderes con más chances de ganar el año que viene: Mauricio Macri y Cristina Kirchner. El Presidente es capaz de lanzar un plan contra la desigualdad de género y resaltar "la valentía de las mujeres" en plena conmoción por las denuncias de Thelma Fardin contra Juan Darthés, dos meses después de mandar un Presupuesto al Congreso que ajusta en términos reales las partidas del Instituto Nacional de Mujeres, algo cuestionado hasta por las propias legisladoras de Cambiemos. Y los principales dirigentes que rodean a la ex presidenta no sólo se rasgan las vestiduras por el alza de la pobreza cuando directamente dejaron de medirla: quedan en bolas cuando se compara su performance con los resultados de 2007 a 2015 de Bolivia, Ecuador o Uruguay. Bolivarianos o promercado, todos la bajaron entre 10 y 20 puntos porcentuales, como cuenta el investigador del Cedlas, Lepoldo Tornarolli.