COLUMNISTAS

Frases y frases

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Ya se sabe, soy un periodista de investigación y no puedo dejar de dar una noticia bomba: en lo que va de este domingo, todavía el canal Encuentro no pasó ningún documental sobre los años 70. ¡Alguna cabeza va a rodar! El periodismo, al menos como yo lo concibo, es así, inflexible con el poder. Por eso, no dejo de imitar siempre a mis maestros, como el Doctor Nelson Castro, de quien leí hace no mucho frases brillantes sobre la vida actual del Fayt, con sus bien llevados 97 años a cuestas, que no puedo dejar de reproducir: “Se despierta temprano, alrededor de la cinco de la mañana. Lo primero que hace es encender la radio. A las cinco y media ya está en su escritorio escuchando los programas de noticias y disponiendo sus papeles para comenzar la tarea del día. Fayt es un hombre sumamente ordenado y dueño de una escritura caligráfica que, por lo que se aprecia a través de su firma, se mantiene. Trabaja durante toda la mañana con los expedientes que le traen sus colaboradores desde el Palacio de los Tribunales. Almuerza temprano y en forma frugal. Duerme la siesta y cerca de las cuatro de la tarde vuelve a su escritorio para continuar su trabajo. Siempre fue un hombre de carácter firme y poseedor de un muy buen humor. Nada de eso ha variado (…) Siempre fue una persona muy interesada por todo. Aprendió computación a los 87 años (…) Su memoria está intacta. Su recuerdo de hechos y fechas es preciso. A pesar de que su físico le impone algunas limitaciones, camina entre 10 y 15 minutos por día en una cinta que tiene en su casa”. ¡Un capo, Fayt! Yo, cincuenta años menor, no puedo caminar ni diez minutos sin agitarme (sin contar que en nada soy ordenado, mi memoria es un desastre, mis almuerzos son a base de comida chatarra, el temblequeo de mis manos modifica sin cesar mi firma –me vienen todos los cheques rebotados– y si tuviera que escuchar diariamente los programas políticos matutinos de radio moriría rápidamente de indigestión ideológica). Apenas un año mayor que Evita (¡Fayt es de 1918 y Evita de 1919!), si le creemos a Castro (pero ¿por qué no habría que creerle?), cualquiera de estos días podemos ver a Fayt correr una de esas maratones que organiza el Gobierno de la Ciudad, o las empresas que sponsorean al Gobierno de la Ciudad, o las empresas que son sponsoreadas por el Gobierno de la Ciudad; no sé bien cómo es, me hago un lío (lo mío no es el deporte). Así que el espléndido estado de salud físico y mental del ministro de la Corte Suprema me tranquiliza, nada me importa más que el buen funcionamiento de las instituciones de la República (cambiando de tema: ¿qué onda al final con lo del atentado a la Embajada de Israel? ¿Es “cosa juzgada” o no? Supongo que no, que fue un simple malentendido de Lorenzetti, y que la Corte Suprema sigue investigando a fondo el tema, como hizo hasta ahora).

En fin, finalmente no son más que frases. Lo que me hizo pensar en Barthes (nacido en 1915, es apenas tres años mayor que Fayt, sólo que en vez de caminar en su casa en una cinta, lo hizo sin prestar atención en la Rue des Ecoles, en París, donde una camioneta lo atropelló y mató en 1980). Recuerdo, digo, una gran frase de Barthes sobre las frases en Flaubert: “La odisea de la frase es la novela de las novelas de Flaubert” (consejo a mí mismo: dejemos atrás todo esto y volvamos a hablar de literatura).

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