Soy uno de los columnistas a quienes, el sábado pasado, Fogwill recriminó que hubieran firmado “una circular que reclama la continuidad de Ciudad Abierta”.
Ciudad Abierta jamás consiguió ocupar el lugar de privilegio que pretendía en la gestión de contenidos culturales por la ineficacia de quienes fueron parte de sus sucesivas conducciones.
Hoy compite con Encuentro, el canal de televisión del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación, que parece haber conseguido en poco menos de un año lo que Ciudad Abierta no quiso, no pudo o no supo hacer.
Pero entonces, ¿por qué habría que defender la continuidad de la señal de cable municipal? Para demostrar que la señal puede cumplir con sus objetivos democratizadores. Para eso hace falta un poco de imaginación y un poco de sentido común.
En cuanto al sentido común, baste señalar que Encuentro puede verse en el canal 5 de Cablevisión y de Multicanal y el canal 15 de Telecentro, números por los que pasa cualquier zapping, aún el menos ilustrado. Al canal 80, donde se ve Ciudad Abierta en el mejor de los casos, no llega ni el más adicto de los telespectadores (entre los que me cuento). No podemos avalar el cierre de un canal sólo porque los siniestros personajes que lo fundaron lo condenaron por su ignorancia a la inexistencia.
En cuanto a la imaginación, Encuentro depende de la gestión educativa. Ciudad Abierta, de la gestión de la Secretaría de Prensa y Difusión del Gobierno de la Ciudad, que no puede sino imaginar formas de convencer a la ciudadanía de lo buena que es la gestión de turno.
Cultura y Educación van de la mano y en esa ronda cabe una imaginación completa. Cultura y Prensa o Cultura y Turismo son la tumba de la inteligencia, de la imaginación y, finalmente, de la cultura.
Saquen a Ciudad Abierta de esas órbitas excéntricas, y después seguimos discutiendo.