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Presidencia papal

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Jorge Bergoglio lo hizo de nuevo. Con otro gesto (y van...), vuelve a enviar un mensaje político universal, a meterse en la política argentina y a desairar a Macri. Todo al mismo tiempo.
En su edición de ayer, PERFIL reveló en exclusiva que Francisco había dado instrucciones para que la ONG que auspicia, Scholas Ocurrentes, rechazara la donación que había dado a conocer el Gobierno a través del Boletín Oficial. Los $ 16.666.000 (sí con todos esos demoníacos seis) podían ser utilizados para otras tareas sociales más urgentes, en medio de la grave crisis de nuestro país, se entiende desde el Vaticano.

El malestar papal por semejante donativo ya había trascendido. El vocero de ello fue un periodista argentino acreditado en la Santa Sede. Es el mismo que dio a conocer la buscada foto del Papa en la audiencia privada que le dio al juez federal Sebastián Casanello, y el que reveló en Vatican Insider que el Pontífice felicitó “por su coraje” al magistrado más observado en estos momentos.
El presunto respaldo papal también es otra señal. Es tan cierto que Casanello cajoneó la causa Báez como que un sector de la Justicia y de la prensa lo quiere apartar del caso, hasta ahora con inconsistentes datos de ex agentes de inteligencia que, igualmente, consiguen llegar a la tapa de algún diario.

Ese apoyo de Su Santidad no inmuniza a Casanello, como tampoco a las decenas de connacionales que recibe, ve y saluda semana tras semana. Nuestro tradicional egocentrismo nos hace creer que todo lo que hace o dice el Papa viene dirigido hacia estas latitudes. Esa idea la alimentan los portavoces autoproclamados, que ven en eso su razón de ser. Otros prefieren alejar al Papa de las cuestiones terrenales, incluso las de su país. Como todo en la vida, es cuestión de matices.
Como buen peronista, Bergoglio sabe de gestos y de cómo utilizarlos. Su papado está plagado de ellos, que no necesariamente se han traducido en cambios demostrables respecto de posturas enraizadas en la Iglesia Católica.

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Más cerca de la política que de la doctrina, Francisco mantiene la tensión con Macri, con quien nunca pudo establecer un vínculo de confianza ni siquiera cuando sus despachos estaban separados por apenas cien metros.
Esta telenovela entre los dos argentinos más influyentes de estos tiempos promete continuar. PERFIL vuelve a aportar hoy otra escena curiosa de esa relación: la decisión del Gobierno de cubrir la agregaduría de Inteligencia que la embajada argentina en Roma tenía sin ocupar. Es para espiar al Papa, dirán los malpensados. Es para tener información confiable, explicarán otros. Será una cuestión de fe.