CULTURA
Novedad

Serge Gainsbourg: todos los excesos juntos

Fue el personaje mediático más popular de Francia y uno de los músicos más influyentes del mundo. Una fascinante biografía da cuenta de su historia.

Serge Gainsbourg y libro Gainsbourg: Elefantes Rosas 20201223
El libro recorre la efervescente vida del trovador francés. Su romance con Briggite Bardot y con Jane Birkin, y sus excesos con el alcohol. | Cedoc Perfil y Claude Truong-Ngoc / Wikimedia Commons

Serge Gainsbourg fue, antes que todo, un trovador: una forma de producción artística donde la música y la lírica resultan inseparables. Aunque no componía sus canciones para las cortes de la Edad Media, sino para los mass media, y para demás juglares de la música pop y ye-yé. 

Artista visual retirado, consideraba a la música como un arte menor, como un simple medio de supervivencia: “No me importaría, como Van Gogh, perder una oreja por la pintura, pero no por la canción”. 

Era su padre quien le había enseñado algunos trucos en el piano para sobrevivir, pero fue el arte escénico de Boris Vian el que lo impulsó a ejercer su carrera. 

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Todos sus primeros discos estuvieron destinados al fracaso, pero muchas de sus canciones cobraron mejor rumbo en una época donde otros intérpretes de culto como Juliette Gréco o la joven y mediática exitosa France Gall (a la que hizo cantar “obscenidades”, sin que ella se diera cuenta, para vender millones de discos). 
  
Con sumo detalle, esta biografía cuenta los primeros pasos de Serge, un artista que por su apariencia física (blancura extrema, grandes orejas y remarcada nariz) y notable timidez encubierta en arrogancia y enemistad, competía contra su fracaso como trovador y el éxito de sus juglares. El público parecía aceptar sus composiciones, pero a él lo rechazaba: “Tengo una edad en la que hay que triunfar o abandonar. He hecho un cálculo muy sencillo, matemático. Pongo doce canciones, con bonita portada, con títulos muy elaborados, preciosos. De estos doce títulos, dos suenan en la radio y los otros diez son completamente ignorados. Escribo doce temas para doce intérpretes diferentes y los doce tienen éxito”. 
 
No por su música y talento, al menos en un principio, sino por su breve romance con Briggite Bardot, artista a la que compuso muchas canciones, Gainsbourg fue expuesto en las grandes filas mediáticas. El apodado “Drácula” y “neandertal” había no sólo conquistado a la mujer más atractiva del mundo; había logrado además entrar con ella en los estudios de grabación y fijar para la eternidad una performance sexual, algo que haría más tarde con el gran amor de su vida, la sensual actriz y cantante Jane Birkin. 
 
Gainsbourg, que nunca dejó de grabar discos y de estar en la vanguardia musical, pasó con facilidad de la chanson francesa, así como por el jazz y el reggae, convirtiéndose en el personaje mediático más popular en Francia
 
Sin embargo, sus conocidos excesos con el alcohol lo llevaron a convertirse en un personaje que lo fue alejando de Birkin y de sus hijas, hasta exhibirlo por todos los canales televisivos bajo el nombre de “Gainsbarre”: un borracho melancólico y violento, un mediático maldito (“Sí, yo soy Gainsberrre / Puedes tropezarte conmigo por casualidad / En los night clubs y en las barras / americanas. Fantástico / Reconocerás a Gainsberre / Por sus jeans, su barba / De tres días, sus cigarrillos / y sus ataques de melancolía”). 
 
De esta época datan dos de sus escándalos más conocidos. El primero, de tinte superficial, cuando en un programa de televisión le llegó a decir a Whitney Houston que la “quería coger”, y el segundo, a cuando encendió un billete de 500 francos para demostrar como la “prostituta” del socialismo se quedaba con el 74% de sus ingresos, aludiendo a los impuestos estatales. 
 
Pese a todo esto, las incursiones de Serge en música, cine, literatura y fotografía fueron de una extrema e inalcanzable productividad, y en sus solitarios y últimos días conoció la admiración y respeto de la mayoría de sus colegas y críticos culturales, así como del público en general. 
 
Fijador de vértigos profundos y claros, como Jacques Prévert, dedicó una de sus últimas grandes canciones a Jane Birkin: “Y cuando yo me eleve hasta la aurora / Y recorra los cien pasos del corredor / Los crisantemos son flores para los cuerpos / Fríos, idóneos para cuando duermes / Alejarse de los pesares y los remordimientos / Lautréamont, Los cantos del Maldoror / Tú ya no me amas, pero yo te adoro”.