DEPORTES
Análisis

La muerte del fútbol | Atrapados sin salida (24ª entrega)

La televisión fue al límite y, sin quererlo, abrió la jaula de la feroz internet para que la embaúle y, juntas, ingieran las últimas décadas de zozobrada vida que le queda al fútbol profesional.

Claudio "Chiqui" Tapia
Claudio "Chiqui" Tapia | AFA

Imitando a la televisión y casi como un desprendimiento molecular de ciencia ficción, que gana vida propia y termina aniquilando a la fuente que le dio su existencia, apareció internet... Para inferiorizarla y, también, darle una mano incalculable al exterminio del fútbol. Y, por ello, el fútbol propiamente dicho, el que de verdad importa pero ya no interesa, no puede agradecerle que –por ejemplo– nos permita saber en un click quién está primero en la Liga de Indonesia o el resultado, minuto a minuto del Al Faisaly ante Al Hilal por el campeonato saudita.

Gracias a ella conocemos todo aquello que no nos cautiva ni es relevante. Nada parecido a como cautivaban los muchos Norberto ‘Beto’ Alonso que ya aplaudimos o con la relevancia de todos los Roberto Perfumo que idolatramos. Estamos llenos de datos inútiles y empachados de fake-news que aceptamos porque adoramos creerles su humor, su maldad y su creatividad. Y nos vaciamos de contenido legítimo. ¿Por qué el fútbol estaría ajeno a esta antropofagia moderna? Si ahora los potreros se miden en pulgadas porque son pantallas de computador, teléfono o tablet. Mucho más (o menos) el fútbol profesional que es movido a billetes lavados.

Es cierto, también, que gracias a ella, de modo urgente sabemos que los contratos firmados por Claudio ‘Chiqui’ Tapia con Guillermo Tofoni, cediéndole los derechos de los partidos de la Selección Nacional, y con Carlos Alberto Varela, por la difusión de imágenes digitales de la misma, son investigados, por presunto delito de ‘administración infiel’, por la Justicia Federal. Y enseguida conocemos que la causa recayó en el juzgado número 12 a cargo del doctor Sebastián Casanello, mientras el fiscal Eduardo Taiano intenta entender la composición societaria de Metro World Digital S.A., empresa de Varela, quien también representa artistas, y el porqué de las concesiones adjudicadas a Tofoni, el actualmente llamado ‘dueño de la Selección Argentina’.

La muerte del fútbol | Un pegajoso matrimonio con la TV que aburre (23ª entrega)

Así como ambos, juez y fiscal, pretenden descubrir los vínculos de sendos beneficiarios con los escurridizos miembros del Comité Ejecutivo de AFA, señores que nunca presentaron sus declaraciones juradas cuando las solicitó el ignorado Tribunal de Ética de AFA, el que camina a la desintegración después que solo los miembros del Tribunal de Disciplina entregaran sus ‘numeritos’. ¡Ni uno solo elevó nada y nadie reveló nada! Tampoco les reclamaron el olvido y el presidente del inútil e invisible Tribunal de Ética, Raúl Plée, renunció luego de ser suspendido por antiético al mantener su condición de socio y dirigente de Boca Juniors. No se salva uno solo...

Si hay que mostrar valores y patrimonio personal, ¿para qué estar en el Comité Ejecutivo que puede ser un rápido camino de engrosamiento de los mismos sin rendición de cuentas?, deben preguntarse algunos de ellos... Seguramente los mismos que aprobaron el conchabo con Metro World Digital, firma que no existía cuando le fue cedido el contrato (¡nació una semana después!) y además de AFA ya tiene en su portfolio de clientes a la Federación Boliviana de Fútbol, la Federación del Voleibol Argentino, y el club Rosario Central. Lamentable como siempre.

Los contratos investigados son millonarios y las denuncias son mérito de la diputada de Juntos por el Cambio, Graciela Ocaña, acciones que confirman el fatal pronóstico de esta serie de notas y merecen prosperar porque, desde la porteña calle Viamonte, se está envenenando al lacerado fútbol. Es ese mismo y agitado universo internetiano el que nos amplía, al minuto, que Carlos Varela es “un estrecho allegado al presidente de la AFA, ‘Chiqui’ Tapia, no sólo por lazos afectivos sino también mediante empresas recolectoras de residuos y a través del club Barracas Central, del cual fue presidente cuando Tapia asumió en la AFA y le dejó el cargo a Matías Tapia, hijo de ‘Chiqui’, luego de la firma del polémico contrato que está bajo la lupa de la Justifica Federal”.

La muerte del fútbol | El comienzo del fin (19ª entrega)

Igualmente rápido sabemos, ahora por un Twitter, que Claudio Tapia le permitió a Tofoni “acceder al Instituto Tecnológico de la Selección Argentina, una suerte de escuela infantil de formación integral de futbolistas, con una concesión a 20 años”, superando su mandato y sin que se sepa cuál es el beneficio de los clubes. Ya (casi) nada puede esconderse al escudriñamiento de las redes sociales. De igual modo y de inmediato, los denunciados vieron en alguna página web que, si demostrado el ‘fraude’ y tal como está configurado en el Código Penal Argentino podrán ser condenados a una pena de hasta seis años de prisión.

Nada de esto los paraliza. Tapia no es sordo para escuchar propuestas de negocios y Varela tiene una orquesta comercial pronta para tocarlos. Así, son socios en redituables compañías especializadas en recolección de residuos (¿creerán que AFA también es basura?). Y Tapia y Tofoni, a través de su empresa World Eleven buscan un predio de cuatro hectáreas en Miami-Dade, Estados Unidos, para la creación de un campo de entrenamiento futbolístico y Centro de Alto Rendimiento de Prácticas Deportivas, con la marca AFA, claro (lo operaría Javier Mascherano).

Ya se reunieron con el argentino radicado en Florida, Horacio Gennari, director de Marketing de North Bay Village y con el alcalde del distrito homónimo, Brent Latham, que llamó por estos días para saber si su invitación a la Copa América estaba en pie y con quien firmarían un acuerdo extendido a 30 años de explotación de una de sus islas oceánicas, al sur de Biscayne Park. “¡Rápidos e imparables! ¡Van a ritmo digital!”, dice una fuente latina que conoce los business undergound floridenses y sostiene que Gennari propuso este proyecto cuando Julio Grondona estaba vivo, pero el ‘Viejo Ferretero’ lo paró porque olfato nunca le faltó...

La muerte del fútbol | El crimen casi perfecto (Octava entrega)

Todo esto, veinte años atrás, demoraba un mes para cobrar estado público y, quizá, llegaba muy parcializado, manipulado y filtrado. Como, a lo mejor, no nos enterábamos que se sigue robando en una Argentina que ya no tiene nada robable porque está entre los once países más endeudados del globo terráqueo y con alarmantes índices de pobreza. ¡Gracias internet, por esa aceleración sin filtro! Pero no alcanza para saldar la desmesurada cuenta que le endosó y engordó al mundo de los negociados internacionales, esos que en alguna de sus ramificaciones están estrangulando al fútbol.

La tecnología on-line aligeró y universalizó todo, globalización que no es patrimonio exclusivo del fútbol, ni siquiera del deporte, pero es el fútbol el punto que nos congrega en este lamento. Fue ella, con sus aplicativos, la que nos sacó, queriéndolo o no, de la AFA, de Boca Juniors, River Plate y de Sportivo Barracas y, de prepo, nos metió en el mundo atándonos “dos alas a la ambición de mi suburbio”, como dice el tango. Nos terminó de confundir a los futboleros y de modo especial a lo ‘argentos’ que ya nacimos confundidos. ¿Cómo decía Jorge Luis Borges?: “El argentino es un italiano que habla español, piensa en francés y querría ser inglés”. Agregaría: “con cuenta numerada en Suiza”.

La confusión no es apenas doméstica, es elástica, alcanza en grado superlativo a la sombría CONMEBOL de Alejandro Domínguez, que inventa finales únicas sin sentido y hace abrir el Maracaná para partidos de Libertadores sin público, mientras saca de su trópico a los colombianos para hacerlos jugar, de local, contra clubes argentinos, en Asunción y no en Ecuador. Es la misma CONMEBOL que intentó callar al mejor comentarista de los canales Disney, Diego Latorre, cuando sensatamente criticó que se esté jugando en Barranquilla, Colombia, en medio de gases lacrimógenos y crisis social extrema.

La muerte del fútbol | El dinero no compra felicidad (16ª entrega)

¿Por qué se juega en lo que casi es una guerra civil colombiana? ¿Es la presión de la televisión que paga y obliga? ¿Si se suspende alguien precisa devolver los ‘vueltos’ recibidos? Sin dudas, la cuestión económica manda.

Esta semana, en bastidores porteños, Fernán Quirós, Ministro de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, dijo que “en Capital Federal no se jugará la Copa América” y los mensajes de Facebook dispararon como nunca. En uno de ellos, que no tomó estado público, quedó claro que la Argentina, la misma que en los últimos 60 años atravesó 14 recesiones y hoy vive la que puede llegar a ser la peor de todas, sin caja para comprar vacunas anti-COVID-19, insólitamente le adelantó dinero a CONMEBOL (aún no está claro para este cronista, si fue en el gobierno Mauricio Macri,  en el actual de Alberto Fernández o en ambos...).

Y Alejandro Domínguez, con menos sensibilidad que un ratopín rasurado, no quiere devolverlo y por eso insiste en que se juegue la Copa América, con un 30% de público, aunque se cuenten goles entre contagios y muertes. Su pataleo –sin derecho al mismo– es producto de su compromiso con la empresa brasileña del Grupo Aguia que comercializará las entradas vía internet, eludiendo los impuestos que le corresponderían a la Argentina, como se denunció aquí, en otra entrega... Domínguez es recordado por el bajo escalón de FIFA porque el día que le dieron el Mercedes Benz, que usa en Zurich cuando lo llaman, era un modelo un año inferior al de alguno de sus equivalentes: todo dicho.

La muerte del fútbol | Maldita TV (22ª entrega)

Los daños colaterales de internet en el fútbol también alcanzan a la desmoralizada FIFA de Gianni ‘Brutus’ Infantino y a todos. Al planeta entero porque internet hizo que –por ejemplo– los chinos, en medio de su enorme hormiguero social, cuando se les pregunta como yo les pregunté, por cuál club hinchan, traspasan sus fronteras y responden “Livelpul” o uno de los dos “Manchestel” y también “Juventus”, “Leal Madlid” o “Balcelona”clubes que a veces venden una semana de sus pretemporadas a ese mercado sediento de banal occidentalización. Otro absurdo. Chau identidad, adiós idiosincrasia. “Todo es igual, nada es mejor; lo mismo un burro que un gran profesor”, preanunciaba el incomparable tango ‘Cambalache’ escrito antes de que cualquier lector de esta página hubiere nacido.

Diferente de lo que algunos creen, la globalización le hizo mal al fútbol, solo alimentó el negocio de los Tapia, los Tofoni, los Varela, los Domínguez, los Infantino y los negociados de otro millar de directivos, pero al deporte en sí lo descaracterizó, como había comenzado a percibir el ya citado y tradicionalista Julio Grondona quien, a su modo, perseguía a estos personajes que no estaban ‘ni ahí’ con las consecuencias de sus actos en el fútbol. Globalización que aún no terminó su lapidación; lo deformará aún más según pasen los años...

El fútbol, aún en el inicio del profesionalismo movía barrios enteros, después ciudades y más tarde países, con lógica en cada caso, porque esos desplazamientos respondían a una historia común y a filiaciones nacionales, traía recuerdos de infancia que, aunque conceptualmente sean eslabones irracionales, se justifican en la cadena emocional inherente a la relación hincha-fútbol. Esa concentrada locura futbolera de ayer era más congruente que la pulverizada cordura actual. Entonces éramos alguien; hoy todos somos nadie.

La muerte del fútbol | El cáliz envenenado (Décima entrega)

Antes de aderezarse la ensalada digital, el juego de cada uno representaba el carácter de su pueblo, los jugadores eran embajadores, como se los bautizó muchas veces, y las selecciones tenían estilos claros y singulares. Los brasileños gambeteaban, los ingleses corrían, los paraguayos cabeceaban, los italianos marcaban, los argentinos entendíamos el juego, los mexicanos no lo entendían, los franceses acertaban todos los pases, los húngaros encantaban, los uruguayos resistían, los alemanes ganaban y los del Pacífico perdían. “Jugamos como vivimos”, dijo César Menotti. Y todos jugábamos distinto porque vivíamos distintos. Y nosotros jugábamos bien porque vivíamos bien. Ahora todos jugamos igual. Y mal. Porque vivimos mal. Vivimos virtualmente.

La digitalización que nos abraza trajo a la contemporaneidad y por tanto al fútbol, una especie de totalitarismo que nos regula la vida no por imposición física, militar o legal ni por falta de libertad o exceso de censura, sino por una engañosa percepción de comodidad consumista, retirándonos por propia pero inconsciente voluntad las armas cognitivas y afectivas que usábamos en el mundo analógico. Nos separó de repente y caprichosamente de casi todo aquello que individualmente ‘tocábamos’ y sentíamos nuestro, para entregarnos una idea de deseo colectivo y abstracto que desconocíamos, no pedimos y nos aplasta. Y sin alternativas: atrapados sin salida.

Peor, como a los jugadores en los partidos, nos mapea constantemente para prever nuestros movimientos sin un fin claro, en nuestro caso. ¿Por qué? ¿Quién preguntó? Silencio, no hay respuesta. Ahora es así y punto. Y el deporte, en general replica ese cibernético arquetipo. El fútbol en primer lugar, a la cabeza,por ser el más popular y más corrupto, una linda yunta. No digo el tenis o el golf porque siempre fueron un poco ‘eso’ (excepto en semanas de Copa Davis en el caso del tenis).

La muerte del fútbol | Sin chances de redención | (13ª entrega)

Hoy, los científicos parecen autores de ciencia ficción preludiando distintos futuros, nebulosos y sin mañana, con previsibles finales conspiratorios, morales, económicos, políticos y climáticos. Esta predicción es menor, apenas pronostica la muerte del fútbol profesional, tal como lo conocemos, para el fin de este siglo; y su agonía, que sería en un ritmo bastante más lento que el actual, se adelantará porque la tecnología lo está devorando anticipadamente frente a nuestras propias narices.

Los avatares tridimensionales de los games serán los próximos y exclusivos jugadores y el espectador, entonces sí será protagonista, de verdad, por primera vez, comandando el juego desde su joy-stick, sin necesidad de ningún Pep Guardiola, apoyándose en la inteligencia artificial que sabrá más de tácticas que Carlos Bilardo y Marcelo Bielsa, juntos, como de algún modo ya ocurre en la llamada ‘generación Nutella’. Y lo más grave es que no se extrañará lo perdido porque no habrá nada para extrañar. Nadie lamentará la ausencia de los Noir, los Capaldo, los Robert Rojas y los Gattoni que con llamativa inhabilidad pueblan nuestras canchas.

El desarraigo que producen TV e internet haciendo que un chico de Santa Fe no sea hincha de Unión o Colón y solo vista remeras del Bayern Múnich, es tan malo como las alucinaciones que generan los smartphones y los psicólogos bautizaron ‘síndrome de la llamada imaginaria’. Que un aficionado cambie su ansiedad resultadista dominguera por ‘nomofobia’ (angustia por no disponer del celular) es otro de los indicios negativos de esta era, tanto como los cambios de diseño y colores de las camisetas tradicionales por mamarrachos marquetineros.

La muerte del fútbol | El VAR es una puñalada por la espalda | (Novena entrega)

Que ya nadie ‘maree’ a nadie en una baldosa, a lo Marito Zanabria, y se sufra de cibermareo es otra manifestación que condena al mundo digital, el que desocupa de su lugar de siempre al fútbol dándonos tanto que no nos da nada... Cuando nosotros no queremos todo eso, apenas queremos algunos Carlos María García Cambón metiendo cuatro goles en su debut de súper clásico. ¿Es mucho pedir? Parece que sí... Como parecen delirios de vejez estas arengas. Claro. Ya lo sé y tal vez lo sean. Pero desde antes de Julio Verne los delirios de hoy son la realidad del mañana.

Nos televisamos primero y nos internetizamos después, y todos sabemos todo de todos como comadres de conventillo secular. El fútbol así transmitido, recortado de manera panregional, le hizo creer a un montón de badulaques de los cuatro puntos cardinales, que Argentina se redimió de su humillación en las Malvinas con el gol de ‘Maradroga’ a los ingleses, en México ’86. Y eso no está mal, porque esos badulaques, en casos, no tienen nada más que fútbol en sus vidas, por eso tanto apasionamiento. Pero tampoco está bien, porque no es así, Argentina no se redimió de nada. Bilardo no vengó a Leopoldo Fortunato Galtieri ni Jorge Burruchaga al General Mario Benjamín Menéndez, ni el inolvidable ‘Tata’ Brown nos reivindicó a los demás mortales argentinos. La ONU no nos devolvió las islas después de ese partido.

La muerte del fútbol | Desarraigo y 'Clubicidio' (quinta entrega)

Pasión de badulaques que, sin embargo, disculpaba a la caterva cuando cantaba el “Ganamo', perdemo', al ‘Pincha’ lo queremo'”, como si fuese el himno de la humanidad y por el simple motivo de haber nacido en La Plata. O Córdoba, Boedo, Rosario, Paraná o Avellaneda. Aquello era tan loco como coherente. Pero esto no tiene disculpa porque es pasión hackeada. No puede un pibe de Shanghai que nunca fue siquiera a la vecina Mongolia o a una cancha de Beijing, gritar “¡Tliunfamos!” porque el Arsenal de Londres derrote al Newcastle. Salvo que se esté muy mal de la cabeza. Lo grave es que estamos. La tele y el streaming consiguieron hacernos creer que usando una camiseta Nike y tricolor del PSG, somos parisinos. ¡Voila!

Así, ya nadie acepta que su club sea un ‘club de barrio’. Hay que ser globales. Tener página en internet y contarle al mundo quiénes somos sin saber quiénes somos. El tsunami tecnológico es imparable, sin retorno y las nuevas generaciones creen que siempre fue así. Por tanto, solo resta dolerse. No habrá rescate. El modelo es otro, los paradigmas cambiaron y los chicos que hacen goles en los games los relatan como si fuesen convertidos en una cancha de verdad. Somos todos chinos y del Leal Madlid. ¿Qué hacer desde el sofá? ¿Esperar que condenen a Tapia, Varela y Tofoni y enterarnos de ello, al instante, por un WhatsApp?... Sí.

Continuará...

* Ex director asociado de ‘Diario Perfil’ y creador de la icónica revista ‘Solo Fútbol’.