Detrás del Foro de Convergencia Empresaria, que hace dos meses reúne a distintos actores del sector privado en La Rural, emerge como su impulsor inesperado Alejandro Díaz, el CEO de la Cámara de Comercio Estadounidense en la Argentina (AmCham). Bajo esta sigla de 95 años en el país, sinónimo del capital norteamericano, se nuclean unas 650 empresas, no sólo norteamericanas. La novedad es que la entidad decidió abandonar su tradicional perfil bajo para forjar, aunque suene extraño, la unidad del sector empresario argentino.
Tal ha sido uno de sus objetivos estratégicos en el plan de gestión 2013-2015, como una forma de contrarrestar “un fuerte sentimiento antiamericano” que diversos estudios registraron en la Argentina en 2007. “Habíamos hecho un plan de armar una network propia, que más tarde se transformó en el Foro, para compartir experiencias y mejores prácticas”, asegura Díaz, de 55 años.
La propuesta tuvo eco, y junto a la Sociedad Rural, la Asociación de Bancos Argentinos y otras cámaras binacionales, lleva adelante encuentros que ya reúnen a unas 29 entidades. El jueves pasado se concretó el último, pero tiene programada una agenda que incluirá rondas con expertos para armar un documento con diez líneas estratégicas básicas pensadas para que los candidatos a la Presidencia de la Nación en 2015 puedan suscribir, en el marco de una nueva convención empresaria que se propone crear hacia fin de este año.
—¿Hay autocrítica por el rol de los empresarios en el kirchnerismo?
—Sucede que interpretamos que ésta es la última oportunidad de la generación de los 50 años de edad, ya sean empresarios o ejecutivos. Muchos tienen la sensación de que ésta es la última oportunidad de esta generación de ofrecer una real contribución para armonizar un mensaje unívoco a nivel empresarial. Y también de que es la hora de romper la fragmentación, que es el gran problema cultural de la Argentina. Ahí nace el Foro como motivación intrínseca de la AmCham y creo que también de muchas de esas cámaras.
—En las últimas semanas hubo escraches a empresarios por la inflación. ¿Cómo lo toma?
—No tengo elementos concretos para pensar que el que está detrás de los escraches sea el Gobierno. Son organizaciones con su propio financiamiento y su propia forma de pensar...
—Unidos y Organizados responde al hijo de la Presidenta...
—No me consta. Desde lo formal, no es el Gobierno, es Unidos y Organizados. El Gobierno incentiva la participación de la comunidad para controlar los precios cuidados. Ahora no me consta que hayan dicho que ésa era la forma y que Horacio Barbeito, de Walmart, tenía que aparecer en un afiche. Por otro lado, la actitud me parece absolutamente desacertada. Responsabilizar de manera genérica a la cadena de comercialización cuando en realidad son los que están tratando de colaborar...
—Recientemente, hubo críticas muy duras en el Capitolio a la Argentina. ¿Las comparte?
—Claramente no es lo que piensa el Gobierno americano, que tiene los canales de la administración Obama para expresar el pensamiento oficial. La opinión de Marco Rubio fue a título personal. Nosotros no compartimos ni la manera ni el contenido del pronunciamiento. Hay que trabajar en las soluciones. Pero no hay que ser ingenuo y no pensar que hay dudas o preguntas de empresas que operan en la Argentina, sobre todo en los momentos de más volatilidad.
—¿Cómo toma la devaluación y otras medidas económicas de los últimos tiempos?
—Fueron decisiones del Gobierno que hicieron que se reconociera la devaluación más acelerada, se estabilizara un valor razonable y se establecieron otros mecanismos financieros de manera tal de mostrar que no era una devaluación que continuaba en el tiempo. Había que tomar algunas decisiones y era oportuno hacerlo. Todavía hay que nivelar el proceso inflacionario. Estas medidas buscaron transparentar algunos desfases y desequilibrios posteriores que podrían dar más confiabilidad y tratar de transitar de la manera más correcta la transición a 2015.
—El menemismo abrió el juego al capital europeo, ¿el Gobierno se abraza al capital estadounidense, viendo las inversiones de Chevron o Monsanto, por ejemplo?
—El 72% de la economía mundial está en manos del capital privado. Cualquier país que quiere crecer sostenidamente requiere del capital privado. Y si un país quiere solucionar los problemas estructurales de infraestructura, tecnología y telecomunicaciones, el Estado tiene que delegar esas funciones al capital privado. Muchas de esas tecnologías están en manos de los americanos. La extracción de combustibles no convencionales arrancó en los 70 en los Estados Unidos. No lo tienen los chinos ni Petrobras. En agroindustria, ¿quién tiene las tecnologías? Cuatro o cinco industrias americanas tienen la mejor tecnología.
—¿Hay más empresas mirando Vaca Muerta?
—Hay múltiples intereses en infraestructura expectantes para cuando sea el momento, más de US$ 20 billones de empresas americanas.