Ex anfitrión madrileño de Alberto ahora es canciller uruguayo
El gobierno de Luis Lacalle Pou puede no considerarse de la misma línea que el argentino. Sin embargo, la pandemia y su derivación económica generaron un intercambio afectuoso con Alberto Fernández en la reunión que por Zoom mantuvieron el jueves último los presidentes integrantes del Mercosur. Y quizá sirva para afianzar esa relación que el mandatario uruguayo haya designado a Francisco Bustillo Bonasso como canciller de su país. Integrante de lo que en Uruguay se llama “la familia diplomática”, las familias Bustillo y Lacalle son amigas, de hecho el padre del hoy canciller estuvo en la cena íntima que el hoy presidente organizó para celebrar su triunfo. En cuanto a la Argentina, los lazos también son próximos porque de 2005 a 2010, Bustillo Bonasso fue embajador en el país hasta que José Mugica lo reemplazó por Guillermo Pomi Barriola. Y si bien este último supo coincidir muchas veces en la cancha ya que ambos eran hinchas de Argentino Juniors, fue Bustillo Bonasso quien –para sorpresa de argentinos y sobre todo de uruguayos– ofició de anfitrión de Alberto Fernández y de Fabiola Yáñez, cuando ambos visitaron Madrid en septiembre de 2019. El uruguayo era embajador en España y no solo fue a recibirlos al aeropuerto de Barajas, sino que los alojó en su casa. Por entonces, Fernández era el candidato que si bien se había impuesto a Mauricio Macri en las PASO de agosto, aun no se había consagrado presidente, como sucedió un mes después. En esos días, en ese “territorio uruguayo” en suelo madrileño, tuvo reuniones privadas con empresarios españoles que tienen inversiones en Argentina, y una de las noches, Bustillo Bonasso organizó una comida relajada con zapada musical con quizá el uruguayo más famoso que vive en Madrid, Jorge Drexler. El cantautor llevó también a un par de amigos músicos –incluso una cantante argentina muy joven radicada hace años en España– y terminaron todos cantando hasta la madrugada. Por entonces, al embajador uruguayo ese gesto de cordialidad hacia el por entonces candidato presidencial argentino le valió algunas críticas en su propio país. Había desconcierto al respecto dado que cuando Macri ganó en 2015, él había mencionado en tono muy diplomático que para él era alentador el cambio teniendo en cuenta los roces que había tenido con el kirchnerismo durante su gestión en Buenos Aires. Pero el tiempo lo cura todo. Y en esta orilla su nuevo puesto se ve con buenos ojos.
En ‘modo pato’
Así los quiere Mauricio Macri, en “modo Pato (Bullrich)”. A medida que escala la causa de “espionaje M”, el ex presidente pretende de la gente de su espacio que sea contundente en sus declaraciones sobre este asunto. Y más que nada que se comprometan con todo en defenderlo. Y que descarten “frases tibias” y políticamente correctas como “hay que esperar que se investigue”, “esperar los tiempos de la Justicia”. Eso no. Macri quiere contundencia en su defensa y sobre todo cuando se va a la televisión, a esos “espacios amigables” donde la repregunta no existe o se conversa de antemano. Entonces aprovechar ahí para decir “yo pongo las manos en el fuego”, “está todo organizado” y demás. Para expresar estos pedidos a muchos incluso los llamó personalmente, en especial, a los que hoy tienen carácter ejecutivo.