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PANDEMIA DEL CORONAVIRUS

El Nobel de Medicina premió la revolución de las vacunas

Crucial en la pandemia, la tecnología de ARNm que desarrollaron Katalín Karikó y Drew Weissman promete curar más enfermedades.

El Nobel de Medicina premió la revolución de las vacunas
El Nobel de Medicina premió la revolución de las vacunas | AFP

Esta semana empezaron a entregarse los premios Nobel de 2023. El lunes, los primeros ganadores (en la categoría Fisiología o Medicina) fueron la bioquímica húngara Katalín Karikó y el inmunólogo estadounidense Drew Weissman, por un desarrollo de alto impacto para la humanidad: la vacuna contra el COVID-19 basada en ARN mensajero. Es, también, un reconocimiento a la tenacidad de una científica que pasó su vida en las sombras.                  

    

Después de cuatro décadas de investigación, de recibir decenas de rechazos de las farmacéuticas para financiar sus investigaciones y hasta de perder su puesto en la universidad, Karikó vio cómo -en lo peor de la crisis de la pandemia- sus esfuerzos finalmente ayudaban a salvar millones de vidas, gracias a una tecnología aplicada en las vacunas de Pfizer y Moderna.

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El ARN está en las células y es una molécula imprescindible para la vida. Al sintetizarse, lee las instrucciones escritas en el ADN y activa los mecanismos para que las “fábricas” del organismo produzcan todo lo necesario para existir. Karikó siempre supuso que el ARNm podría usarse para curar a los enfermos, de tal modo que produjeran proteínas que evitaran anemias o generaran respuestas inmunes frente a distintas infecciones.

Junto a Weissman, quien focalizó su investigación en la producción de vacunas, lograron modificar el ARNm de tal forma que resultara estable, “colándolo” en las células a través de nanopartículas. Una vez logrado ese hito, se dieron cuenta de que era capaz de generar fuertes respuestas inmunes; una potencialidad que encontró su despegue durante la pandemia del coronavirus, un virus muy específico contra el que las vacunas terminaron resultando altamente efectivas.

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Estos investigadores no solo contribuyeron a apaciguar la última gran pesadilla planetaria; su trabajo también promete una revolución en el mediano plazo. El jurado de la Academia recordó que sus vacunas se pueden desarrollar con una “impresionante flexibilidad y velocidad”, con resultados tan prometedores que en el futuro también podrían aplicarse contra algunos tipos de cáncer.

JL