MODO FONTEVECCHIA
POLÍTICA EXTERIOR

Jorge Argüello: "Creemos que somos los campeones de la grieta, pero en Estados Unidos hoy es igual"

El ex embajador argentino en Estados Unidos señaló que la grieta es un fenómeno que "atraviesa muchas democracias modernas". "Existen algunas grietas más profundas que las nuestras porque implican valores de fondo", afirmó.

Jorge Arguello
Jorge Arguello | Captura de video

El presidente de la Fundación Embajada Abierta, Jorge Arguello, aseguró que la elección presidencial estadounidense del próximo 5 de noviembre es “fundamental en el devenir de Estados Unidos”. “En los EE. UU. el trumpismo ha cooptado al Partido Republicano, más del 90% de los republicanos se identifican con la figura de Donald Trump”, declaró en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).

Jorge Argüello es el presidente de la fundación Embajada Abierta. Se desempeñó como Representante Permanente de la Argentina ante las Naciones Unidas entre 2007 y 2011, siendo luego designado Embajador de Argentina ante los Estados Unidos entre 2011 y 2013, y Embajador de Argentina en Portugal entre 2013 y 2015. En 2020 volvió a ser designado Embajador en Estados Unidos. Previamente, había sido diputado nacional.

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Hoy a la tarde vas a estar presentando uno de tus libros que se llama “Las dos almas de Estados Unidos”. Hay una frase de Trump a la que me gustaría hacer referencia: “Las fuerzas siniestras que intentaron matar a Estados Unidos han hecho todo lo posible para detenerme, para silenciarme y para convertir a esta Nación en un vertedero socialista de criminales, drogones, marxistas, matones, izquierdistas y refugiados peligrosos que ningún otro país quiere, una pesadilla comunista sin ley de fronteras abiertas plagada de crimen y suciedad”. ¿Hay algún punto de contacto entre lo que vivió Estados Unidos con la emergencia de Trump con lo que sucede en Argentina con la emergencia de Milei y los libertarios?

Muchas gracias por acompañarme esta tarde en la presentación de este libro, que de alguna manera resume lo que han sido mis vivencias en los Estados Unidos a lo largo de los años. Yo he visto insinuarse el fenómeno Trump, lo he visto ganar las internas, ganar la presidencia, lo he visto perder las elecciones, liderar un movimiento insurreccional tendiente a cambiar los resultados de esas elecciones y lo veo ahora preparándose para las elecciones del 5 de noviembre, una elección fundamental en el devenir de los Estados Unidos.

Trump es un caso raro porque tiene como 90 procesos en marcha, desde el pago a una estrella porno (que probablemente el 5 de abril sea sentenciado); a los muchos cargos que tiene por detener documentos clasificados y todas las causas por intentar revertir el resultado de las elecciones, tiene muchas causas por el asalto al Capitolio. Si bien él ha sido absuelto por el Senado en el cargo de juicio político por la incitación a la insurrección, lo cierto es que zafó por poco, 57 legisladores votaron a favor del juicio político cuando eran necesarios 67. Este polémico hombre hoy está figurando a la cabeza de las encuestas sobre la intención de voto, sobre la buena opinión. Tenemos por delante todavía el proceso electoral interno, que va a culminar en ambos partidos en el mes de junio, las convenciones de demócratas y republicanos. Primero van los republicanos, en donde los delegados de los partidos eligen a los candidatos y este, a su vez, elige a su compañero o compañera de fórmula.

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Los argentinos creemos que somos los campeones de la grieta, pero en Estados Unidos hoy es igual. No somos capaces de advertir que en muchas de las democracias occidentales existen grietas similares, algunas más profundas que las nuestras porque implican valores de fondo y no simplemente posicionamientos políticos de coyuntura. La bifurcación que existe en la sociedad de Estados Unidos es profunda, tiene que ver con lo racial, con lo religioso, con los valores, con lo histórico. No es lo mismo en Estados Unidos pararse en las costas que en el Estado de Missouri, en donde la realidad es completamente distinta. 

Lamentablemente la grieta es un fenómeno que atraviesa muchas democracias modernas y Estados Unidos no escapa a eso. Yo creo que los episodios de enero del 2021, sobre el intento de toma del Capitolio, son la más concreta evidencia tangible de ese desencuentro que está atravesando la sociedad norteamericana.

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Recientemente, en un reportaje a quien fue ministro de Transporte de Mauricio Macri (Guillermo Dietrich), él dijo que si no hubiesen existido los cuatro años de Macri, no se habrían generado las condiciones para que hoy Milei sea presidente. Y el propio Macri dijo que su gobierno fue el prólogo del actual. ¿Encontrás un paralelismo entre que Reagan y Bush, con su giro al conservadurismo, crearon las condiciones para que luego venga alguien más extremo como Trump? ¿Opinas lo mismo de Macri primero y de Milei después?

En cierta manera, sí. En los Estados Unidos el trumpismo ha cooptado al Partido Republicano, más del 90% de los republicanos se identifica con la figura de Donald Trump, pero de todas maneras ha dejado de ser aquel Partido Republicano tradicional, de base liberal, ocupado de la política internacional para convertirse en este fenómeno que nosotros estamos tratando de describir. Además, China ha sido un elemento que ha venido a darle forma a la oferta trumpista de los Estados Unidos. La avalancha de importaciones desde China, que costó millones de empleos en Estados Unidos, es un elemento omnipresente en el debate político estadounidense. Este país tan desconcentrado encuentra en China un punto de coincidencia: tanto demócratas como republicanos encuentran en China la principal cuestión sobre la cual trabajar en un futuro inmediato.

Joe Biden y Donald Trump
Donald Trump y Joe Biden.

El papel que cumple China lo cumplía, después de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética. Algunos politólogos reflexionaban que Estados Unidos podía darse el lujo de tener un bipartidismo muy marcado, mientras que en el resto del mundo no es posible porque, al ser la primera potencia mundial, había un enemigo que unía a los dos grupos. ¿Se puede decir que el nivel de grieta que tiene Estados Unidos hoy es sustentable en la medida de que tiene un adversario externo?

Sí, el surgimiento de China es uno de los puntos que lleva a demócratas y a republicanos a unificar las prioridades en materia de política exterior. En el mundo están pasando muchas cosas: pasan cosas en Ucrania y en Rusia, pasan cosas graves en Medio Oriente, está la situación de Irán y la disputa por el esquivo en Sudamérica. Sin embargo, la mirada de Estados Unidos se concentra solamente en China, no se detiene en América Latina, lo hace solamente cuando aparece una actividad de actores hemisféricos. Por esa razón la generala Laura Richardson viene a plantear su preocupación por la Base Militar china en la Patagonia argentina, que está lejos de ser una base militar, pero es una presencia extra hemisférica y eso hace ruido y unifica el accionar de los decisores en Washington. China hoy cumple el rol de unificación de las prioridades de las políticas norteamericanas, como en su momento lo hizo la ex Unión Soviética.

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En otro párrafo de tu libro vos citas a Naomi Klein refiriéndose a Donald Trump: “Trump no es una ruptura en absoluto, sino más bien la culminación, el punto final lógico de una gran cantidad de historias peligrosas de nuestra cultura que han estado contando durante mucho tiempo: que la codicia es buena, que el mercado manda, que el dinero es lo que importa en la vida, que los hombres blancos son mejores que los demás, que el mundo natural está ahí para que lo saqueemos, que los vulnerables merecen su destino y que el 1% más rico merece sus torres doradas”. ¿Encontrás en la Argentina actual que estos valores volvieron a cobrar importancia?

Sí, están cobrando una repotenciada importancia en el debate público, no solamente en Estados Unidos, sino también en Argentina. Yo viví en Estados Unidos en la década de los 70, estudié allá. Me hubiera resultado impensable en aquella época que se verificara algo que tiene que ver con lo que acabás de decir y que se relaciona con la fortaleza del sistema institucional norteamericano. Ahora, después de cada elección aparecen, según quien gane la elección, una frase que dice “is not my president”, que hace referencia a que el presidente no los representa y que es un fenómeno nuevo, de ninguna manera estaba presente en la época de los 70. Hay un resquebrajamiento de la solidez institucional, probablemente la principal bandera que ha levantado como potencia democrática los Estados Unidos en el mundo. El 5 de noviembre los estadounidense van a elegir entre Biden y Trump. Hoy Donald Trump está mejor condicionado en las encuestas. Probablemente si volvemos a hablar en unas semanas la opinión va a haber cambiado. Yo creo que la elección de los Estados Unidos es una moneda en el aire, cualquiera de los dos puede ganar y muchísimas cosas van a  pasar de acá al 5 de noviembre, pero cualquiera sea el resultado de esta elección, no se va a resolver el problema de la grieta norteamericana, seguramente lleve generaciones.

Hablando de cambios generacionales, en tu libro también citás que en 1998 el patriotismo resultaba un valor muy importante, pero desde 1998 a 2023 cayó del 70% que creía que el patriotismo era importante al 38%. Algo parecido pasó con la religión, que en el 98 era importante para el 62% de las personas y ahora solo para el 39%. Otro dato relevante es el hecho de tener hijos, que en 1998 era importante para el 59% de las parejas y hoy solamente para el 30%, así como la solidaridad, que era importante en 1998 para el 47% de los norteamericanos y hoy solamente para el 27%. ¿Podríamos decir que es el caldo de cultivo de ese individualismo?

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Sin lugar a dudas eso es lo que está pasando en la sociedad norteamericana, que culmina en enero del 2021. Lo que nosotros vimos en la toma del Capitolio, que era algo absolutamente impensable, es precisamente el resultado de este proceso de cambio que está viviendo la sociedad norteamericana. Es un debate abierto que lastima y que vamos a estar experimentando con mucha nitidez a lo largo de los meses que vienen. Cualquiera de los dos candidatos puede ganar. Uno de los candidatos tiene 77 años y el otro va a tener 81 años cuando asuma, eso habla de las claras dificultades que está teniendo el sistema de partidos norteamericanos para renovar su liderazgo.

VF JL