OPINIóN
Efemérides 25 de septiembre

Batalla de Tucumán, el triunfo militar de Manuel Belgrano que fue decisivo para el país

Corría el año 1812 y en el marco de las guerras por la independencia, el triunfo del Ejército del Norte fue decisivo para marcar los límites de nuestro territorio nacional. Qué escribieron Belgrano, Mitre y los protagonistas de entonces.

Manuel Belgrano
Manuel Belgrano es considerado el primer economista argentino | Télam

Andrés García Camba es un cronista español que censura la torpeza con la que el general realista Pío Tristán, quiso entrar tranquilamente a Tucumán, sin adoptar los mínimos recaudos o cuidados, despreciando totalmente al enemigo: “Este pensamiento que desde luego indica la mas excesiva confianza, fué trastornado por los enemigos, que tenían otro muy distinto. Con aquel intento, pues, dejó Tristán el campamento de Tapia y mediado el precitado día 24 de setiembre – de 1812 –desembocó por los manantiales en el llano en que está situada la ciudad de San Miguel del Tucumán, rodeada de arboledas y con espesos bosques muy inmediatos”.

Manuel Belgrano, recluido en la capital tucumana, en su parte de la batalla, recuerda la tensión de aquellos días: “Había preparado el campo de batalla al norte de esta ciudad, y el 23, por los partes que se me dieron, tuve allí la tropa dispuesta para recibir al enemigo, que habiendo acercado sus avanzadas hasta poco más de un cuarto de legua de mi posición, retrogradaron y fueron á reunirse á Tafi Viejo con el grueso del ejército. Al día siguiente, esperando que volviesen á tomar el camino real, me situé en el expresado campo á las dos de la mañana; pero á las 7 de ella se me avisó venía por el camino de la costa del bosque, y en efecto bajó hasta el manantial sur-oeste de esta ciudad, y se dirigió por ese rumbo al campo de las Carréras”.

Batalla de Tucumán

Habiendo cambiado rápidamente de flanco para recibir de frente el ataque realista, el Gral. Belgrano, dispuso sus tropas para la batalla. Narra el Gral. José María Paz en sus Memorias que los realistas venían “con trece cañones, de los que dos eran los tomados en el Rio de las Piedras. Nosotros sólo llevamos cuatro cañones, habiendo dejado los restantes en la plaza, de modo que aunque de menor calibre la artillería enemiga, pues la nuestra era de á seis, siempre estuvo la ventaja de su parte. Nuestra poca infantería estaba fraccionada en cuatro pequeñas columnas, de las que tres estaban en línea y una en reserva. La caballería cubría las dos alas, y una fracción menor estaba adjunta á la reserva. La artillería distribuida en los intérvalos de las cinco fracciones de la línea”. Después de identificar a los jefes de cada cuerpo, Paz recuerda: “En esta órden marchamos al enemigo, á la distancia conveniente desplegó nuestra línea, y previo el fuego de algunas guerrillas se dio principio á la batalla”.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Belgrano también rememoraría el inicio de aquella jornada: “Hallándome con el ejercito á menos de tiro de cañón del enemigo, mandé desplegar por la izquierda las tres columnas de infantería, única evolución que habían podido aprender en los tres días anteriores, en que habíamos hecho algunas evoluciones de línea, y que se podía esperar que se ejecutase la tropa con facilidad y sin equivocación, quedando los intérvalos correspondientes para la artillería. Se hizo esta maniobra con mejor éxito que en un día de ejercicio”.

Mientras tanto, ¿qué pasaba en el bando realista? Bartolomé Mitre relata que “a las ocho de la mañana la cabeza de su columna asomó por entre las ralas arboledas de las Tunas, desde donde descendió al Campo de las Carreras, dando la espalda al sur. Recién entonces reconoció casi sobre su flanco una línea de infantería colocada en un suave repecho, con una corta reserva á retaguardia, sin poder descubrir la caballería accidentalmente emboscada desde su punto de vista, lo que le persuadió de que los patriotas carecían de esta arma”.

Una razón por la cual Tristán no se cuidó de distribuir mejor sus fuerzas fue que lo único que le ofrecía Belgrano a su vista, era su raquítica línea de infantería, con cañones puestos en intervalos, desaprovechando de ese modo su capacidad de fuego en batería. Sus alas de caballería, situadas en cada extremo, estaban guareciéndose del incipiente sol en los bosques aledaños, y la artillería, protegida por la infantería, estaba en el descampado, para poder usar mejor los cañones.

Éxodo jujeño: defensa patriótica y la táctica "tierra arrasada"

García Camba consultó partes y documentos realistas de la época y coincide con Mitre: “al acercarse nuestras tropas á la ciudad, reconocieron una línea de infantería formada en batalla sobre un suave repecho y con una corta reserva mas á retaguardia, pero sin descubrirse la caballería, porque se mantenía oculta en la arboleda vecina. En un país tan abundante en caballos, y donde todos los habitantes son eximios ginetes, no era de presumir que los enemigos careciesen de esta importante arma”.Tristánentonces ordenó acometer, de inmediato, a su adversario, para dispersarlo.

Belgrano y la artillería patriota abren fuego

García Camba cuenta cómo empezó la batalla: “El brigadier Tristan dejó continuar la marcha de su tropa hasta ponerla á tiro de cañón del enemigo, que, como dice el virey del Perú, aun con presencia de los partes oficiales, rompió entonces el fuego con una pieza de á seis y dos de á cuatro, matando por la buena dirección de los primeros tiros algunos hombres de los que formaban la línea en los batallones de Cotabambas y Abancáy, cuando nuestra artillería se hallaba aun desmontada”. Como Belgranovio que Tristán se le venía encima, ordenó a su artillería disparar, no bien los cuadros realistas estuvieron a tiro. AcáGarcía Camba comete un error: los cañones patriotas que disparaban eran cuatro y no tres “piezas de a seis”. No había ninguna de “a cuatro” como erróneamente consignaron los partes realistas.

Manuel Belgrano, el prócer que los estudiantes rescataron del olvido

Rememora Belgrano: “me hallé en posición desventajosa, con partes del ejército en un bajío, y mande avanzar siempre en línea al enemigo, que ocupaba una altura y sufría sus fuegos de fusilería, sin responder más que con artillería hasta que observando que esta había abierto claros y que los enemigos, ya se buscaban unos á otros para guarecerse, mandé que avanzase la caballería y ordené que se tocase paso de ataque á la infantería”.La batalla empezó con el ataque de la artillería patriota, conducida por el Barón de Holmberg. 

El actual barrio de la Ciudadela, en San Miguel de Tucumán no tiene alturas. En todo el perímetro que existe entre el Manantial y las Avenidas Independencia y Mate de Luna, hasta la calle Alberdi, que fue el campo de batalla, no existen elevaciones. El único “bajío” que hay está en la intersección de las actuales Av. Roca y Av. Alem, que es donde Belgrano dijo tener parte de sus tropas. Por eso, no se entiende en qué altura pudieron haber estado los realistas, como manifiesta Belgrano. El Gral. Paz coincide y afirma que se habrá tratado de una “altura de muy poca elevación, lomada, pues el terreno es llano”.

Belgrano despliega su infantería


Prosigue Mitre su relato: “a la distancia de tiro de cañón, mandó Belgrano desplegar en batalla las tres columnas de infantería que tenía colocadas en línea de masas, siendo esta la única maniobra que conocía bien la infantería patriota. En esta disposición, marchó sobre el enemigo con sus alas apoyadas sobre la caballería; en circunstancias en que el ejército español se preparaba á toda prisa para recibir el ataque, no habiendo conseguido montar sinó dos piezas de artillería. Sin darle tiempo de reponerse de su sorpresa, la artillería patriota rompió el fuego con tanta felicidad, que los primeros tiros se llevaron por delante varias hileras de los batallones Cotabambas y Abancay del enemigo. La infantería española, que había roto un espantoso fuego de fusilería, pareció vacilar bajo el fuego de la artillería, lo que prueba que si Belgrano hubiese reconcentrado todas sus piezas en una sola batería ó sacado los cañones que había dejado en la plaza, habría podido desorganizar á cañonazos la línea de Tristán”. 

Belgrano, el vengador del futuro

Pese a la mala disposición de nuestra artillería, los disparos fueron certeros y desarticularon la infantería de Tristán, su arma clave en la batalla. 

Sin embargo, si Holmberg y Belgrano concentraban toda la fuerza de tiro en una sola batería, o la incrementaban con los cañones dejados en vano en la plaza, la batalla se podría haber decidido mucho antes. Belgrano reconoció la pericia y el valor de los artilleros que sirvieron esas cuatro piezas, en su parte: “El órden del ejército fué el siguiente: la artillería volante al mando del barón de Olemberg y las cuatro piezas de que se componía al del capitán D. Francisco Villanueva, teniente D. Juan Santa María, teniente D. Juan Pedro Luna, y teniente D Antonio Giles: las municiones en dos carretillas al cargo del subteniente D. José Velázquez: todos cumplieron su deber, los tiros que hicieron fueron acertados: sirvió de ayudante D. José María Paz”.

Prosigue Belgrano: “conocida la marcha del enemigo, puse el ejército á su frente, observando sus maniobras, y disposiciones para formarse, y ántes que pudiera verificarlo, mandé desplegar en batalla mis divisiones y que atacase la infantería á la bayoneta, y avanzase la caballería que cubría mis alas; reforzando con parte de la división de reserva del ala derecha. Se ejecutó con el mayor denuedo después de unos seis ú ocho tiros de cañón, que abrieron claros en la línea enemiga, en tanto grado que en 16 minutos del fuego más vivo, se logró destrozar al enemigo y consecutivamente apoderarse de su artillería, municiones, bagajes, equipajes, poner en vergonzosa fuga la mayor parte, que se persiguió por la caballería con el mayor encarnizamiento, el cual no dió lugar á rehacerla con la prontitud que se requería para concluir con todo el ejército enemigo”.

Esta carga de la diminuta infantería patriota llenó de orgullo a su general: “confieso que fue una gloria para mí ver que el resultado de mis lecciones á los infantes, para acostumbrarlos á calar bayoneta al oír aquel toque, correspondió á mis deseos”.

La Caballería de Balcarce entra en acción

¿Qué pasaba, mientras tanto con la caballería patriota? Recordaría Gregorio Aráoz de Lamadrid, en sus Observaciones, que: “Nuestros milicianos estaban todos de guardamontes y armados mal, unos de lanza y otros de cuchillos amarrados á la punta da un palo; y en fin no pocos no llevaban mas arma que su cuchillo; los enemigos estaban ya formados y aun habían empezado sus fuegos cuando el Sr Balcarce recibió la orden de cargar y mandó avanzar nuestra caballería sobre la línea de infantería enemiga; esta así que vio la decisión con que nuestros gauchos, golpeándose la boca cargaron, sin ganvetear ni huir el cuerpo”.

Sin embargo, después de este comienzo feliz, la suerte de la batalla se tornaría incierto ante la rápida reorganización realista, pasada ya la primera sorpresa.