Daniel Bell es un sociólogo olvidado por las luces de neón de la moda intelectual. Bell es uno de los pensadores más influyentes en lo social en la segunda mitad del siglo XX. Publicó libros profundos que hablan más allá de la coyuntura. Hay tres de referencia incuestionable: “El fin de las ideologías” (1960), “El advenimiento de la sociedad posindustrial” (1973) y “Las contradicciones culturales del capitalismo”(1976).
Frente al avance de la Unión Soviética luego de la Segunda Guerra Mundial y la consolidación de la Guerra Fría, Bell perfilaba una sociedad donde la utopía dejaba de tener encantos.
El modelo soviético ya en la Guerra Fría no suscitaba interés en los países centrales. Sí en las colonias que se independizaban en África y Asia. Sí en América Latina, con Fidel Castro y el Che Guevara como líderes de una Cuba que arrastraba una independencia rezagada frente a sus pares de América Latina. La isla fue colonia española hasta 1898 cuando el resto de América Latina ya era autónomo en 1825. Mientras la Revolución Cubana (1959) prometía la esperanza del Hombre Nuevo comunista en los costados, la construcción del Muro de Berlín (1961) mostraba que el ciudadano del centro ya la había descartado.
Bell describió los cambios en la sociedad norteamericana y de Europa Occidental en los 1950s. Algunos de estos fueron: la separación de los sectores propietarios de la elite gobernante; el cambio de una sociedad frugal a una hedonista basada en el consumo; el desplazamiento de la estructura familiar clásica; la pérdida de centralidad del trabajador de cuello azul como soporte de una sociedad industrial fundada en el capitalismo de masas.
Estos cambios sociales de base Bell los reforzó en “El advenimiento de la sociedad posindustrial”: la economía se orienta consistentemente hacia los servicios. La tecnología y el conocimiento desplegaban como grandes generadores de valor agregado.
Cuba: ¿paraíso o purgatorio?, un poco de misa en tanto caos
Cuba sigue empecinada en ser una sociedad tardía. Así como se independizó, a medias, 75 años después que sus vecinos, está aflorando con retraso a la sociedad del siglo XXI. La conjunción de autoritarismo político y un modelo cerrado de economía planificada ha fracasado hace años en ofrecer bienestar a la población.
Según la última encuesta regional de Latino barómetro de 2018, hay una mirada generalizada muy crítica de cómo funciona la democracia liberal en la región, pero no hay duda alguna que es el mejor sistema político al alcance. En Cuba no tenemos datos, ya que no hay encuestas fiables bajo un régimen autoritario. Las calles hoy muestran el descontento.
No hay epopeya revolucionaria en el horizonte latinoamericano presente. La revolución, en todo caso, es una de corte individualista fundada en la desconfianza en actores tradicionales de poder como la Iglesia católica, los partidos políticos, la Justicia, los ricos. La crítica se funda en el hedonismo, en el consumismo que anunciaba Bell, no en una transformación radical de la sociedad en base a valores comunitaristas
El gran rival de la Iglesia católica hoy son los cultos evangelistas y el consumismo urbano que apela a la autoayuda y a los rituales new age. El conocido “pare de sufrir” de los evangelistas tiene éxito porque apela al hedonismo de las nuevas generaciones que no tolera frustración alguna. Las religiones tradicionales apuestan al sacrificio para alcanzar la salvación. Los jóvenes de hoy no están tan dispuestos a seguir este camino. El término “utopía” no está en el radar de los menores de 35 años
El smartphone, el wifi, Facebook, Instagram, Whatsapp, YouTube, Google, TikTok, Twitch, Discord, hacen a un individuo que no puede esperar para entretenerse o informarse. El régimen cubano tiene serias limitaciones para controlar que el mundo vea en línea que sucede al interior del país. Corre por detrás de su sociedad.
China logró combinar autoritarismo en lo político con híperconectividad y consumismo en lo privado. Los sauditas y los países del Golfo Pérsico también lo hicieron bajo otro formato y lograron sortear la Primavera Árabe.
El Presidente no tiene quien le escriba
La dirigencia china usa traje occidental desde Jiang Zemin. El último en usar cuello Mao full time fue Deng Xiaoping. Miguel Díaz-Canel ya no usa la chaqueta militar verde de los hermanos Castro. Primera señal en los gestos que la revolución, fue. Un indicador de tiempos nuevos.
* Christian Schwarz. Dr. en Sociología (UCA). Docente UCA, UNTREF, UCES.