OPINIóN
Grietas

La política no puede ser un obstáculo

El poder del diálogo frente a discursos y declaraciones de funcionarios que solo dividen aún más al país.

Javier Milei 20240309
Javier Milei | AFP

¿Cómo salir de la encrucijada que divide al país? Argentina está inmersa en medio de múltiples urgencias, con una sociedad crispada mientras la política se sumerge en discusiones que no llevan a ningún lugar.

Los discursos por parte del presidente Javier Milei y del gobernador Axel Kicillof se esbozan alejados del sentido común, la paz y la ciencia, tres pilares que no solo nos debieran guiar hacia políticas concretas, sino que además nos ofrecen una brújula moral para nuestra acción política.

Las declaraciones a diario por parte de los mandatarios nos llevan a reflexionar sobre el constante enfrentamiento que propone la dialéctica marxista, distinguiendo entre pueblo y antipueblo; elites y clases populares; patriotas y cipayos, e incluso ahora se abre una nueva dicotomía: “argentinos de bien” y “casta corrupta”. De la grieta a la casta. Todas etiquetas que, en esencia, dividen a los argentinos no por diferencias insalvables, sino por variedad de necesidades e intereses distintos, pero no siempre contrapuestos.

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Etiquetas que solo sirven para impedir, frenar y escapar de los verdaderos debates. Rótulos que empiezan a dejar entrever que no sabemos cómo salir de la compleja decadencia que arrastramos hace años.

El gobernador Axel Kicillof 20240304
 Axel Kicillof 

Para desarmar esta percepción de Argentina binaria, quiero destacar que la supuesta confrontación no se traduce en una real conflictividad social de odio, a pesar de los esfuerzos de algunos políticos para que eso pase. En nuestro país convive una profunda identidad patriótica y a la vez un gran respeto por la pluriculturalidad. Convive el orgullo transversal de la argentinidad y el reclamo de soberanía de Malvinas, con la coexistencia religiosa y las grandes corrientes migratorias. Si bien existen desacuerdos, estos no deberían interpretarse como conflictos antagónicos insuperables, sino más bien, como debates inherentes a una sociedad democrática y diversa.

Aunque no se puede negar que estas diferencias sí se manifiestan en el ámbito político, la visión de una Argentina de mitades definida por el conflicto dialéctico parece ser más bien un invento de políticos de pocas ideas y publicistas de sobradas intenciones. Esta narrativa a la que nos quieren llevar, lejos de reflejar la realidad, más bien la distorsionan y la manipulan. Simplifican excesivamente el tejido de nuestra sociedad, reduciéndolo a una serie de oposiciones antagónicas que no capturan la verdadera naturaleza de nuestra convivencia y debates.

El deber de la política y los políticos es fomentar un diálogo inclusivo que nos permita construir un futuro colectivo más armonioso y productivo y no alimentar divisiones artificiales. Deberíamos esforzarnos por reconocer que Argentina es un mosaico de perspectivas y experiencias que, a pesar de las diferencias, comparte valores comunes fundamentales.

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La lógica de enemigo contra enemigo quedó obsoleta, no es real y es absurda. Argentina tiene bases fuertes, una constitución moderna y ejemplar, nuestro sistema político es joven, pero desde el 83 consistente, hay una nación rica bajo nuestros pies y en nuestros mares. No hay que inventar nada, más bien hay que usar y respetar las herramientas con las que ya contamos.

El imperativo actual para la política argentina es rechazar el impulso destructivo y mesiánico que ha caracterizado a ciertos períodos de nuestra historia, adoptando en su lugar una postura de construcción y consensos. Ese camino debe hacer hincapié en 3 ideas fundamentales y simples: “Sentido Común, Paz y Ciencia”.

El Sentido Común se traduce en una visión de Reformismo Económico. Nuestro norte debe ser fortalecer la propiedad privada y la seguridad jurídica, simplificar el régimen impositivo, apoyar a las pequeñas y medianas empresas como motores de nuestra economía y asegurar un gasto público eficiente, equilibrado y transparente. Tales medidas no solo impulsan el crecimiento económico, sino que también fortifican el tejido social y la justicia. 

Practicar la Paz nos exige promover la Libertad Individual con una Visión Colectiva, donde el humanismo guíe nuestras políticas. La lucha contra la inseguridad, el narcotráfico, la corrupción, la desnutrición y el reconocimiento de nuestro principal activo, las personas que habitan nuestra nación, deben ser prioritarios. Este enfoque humanista nos empuja a generar políticas que nutran el potencial humano y aseguren el bienestar de todos los ciudadanos. Un estado presente es un estado que evita el conflicto, no uno que lo resuelve; es un estado que previene la enfermedad, no uno que la cura; es un estado que guía no uno que auxilia.

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En tanto, la Ciencia, demanda la tecnificación del estado, un compromiso hacia mayor inversión en educación y tecnología que nos prepare para los desafíos actuales y del futuro. Que nos vuelva a ubicar como actor global y aportante al crecimiento de la humanidad.

Con urgencia hay que empezar una transición hacia una política energética equilibrada, podemos aprovechar fuentes fósiles, renovables y atómicas. No podemos seguir postergando una reforma educativa profunda, con acento en los idiomas de los mercados mundiales, la matemática, la robótica y la inteligencia artificial. Hay que modernizar nuestras instituciones estatales, que los trabajadores se sientan útiles y que los ciudadanos se sientan orgullosos del funcionamiento del estado.

Es imperativo superar la visión infantil, hostil y caprichosa que caracterizó la política argentina de las últimas dos décadas, es urgente lograr el enfoque en los temas importantes, es necesario reconocer nuestra diversidad como un activo, en lugar de un motivo de división. Debemos enfocarnos en reformas económicas sensatas y sostenibles; políticas humanistas y de desarrollo; y en la modernización del estado y la eficiencia de sus servicios. La política tiene que dejar de ser un obstáculo, para empezar a ser un puente. Un futuro próspero y armonioso nos espera, porque tenemos recursos naturales y capital humano. Solo hay que volver a ofrecer Sentido Común, Paz y Ciencia.

 

*Diputado UCR.