OPINIóN
OPINION

Milei y una tensión hasta ahora desconocida para la democracia

El kirchnerismo actuó siempre dentro del sistema. Aún en los momentos de mayor desvío. Por táctica o estrategia, por ahora no hay quien se le atreva abiertamente a Milei.

Milei, el viernes, en Parque Norte
Milei | Prensa LLA

“El año de la perplejidad”. En su mensaje ante unos 800 invitados, una multitud, el rector Juan José Cruces capturó el clima que dominó la noche del último martes la cena anual de la Universidad Di Tella, en la sede de Figueroa Alcorta. Cruces, que renueva este año mandato -no así el vicerrector Juan Tokatlian- desde luego no hizo alusiones, pero en las mesas casi sólo se habló de la incertidumbre que despiertan las elecciones y la omnipresente figura del candidato libertario Javier Milei.

Como registran las crónicas, la preocupación por el ascenso de Milei se repitió el miércoles en el encuentro del CICyP, del Consejo Interamericano de Comercio y Producción, que recibió en el Sheraton de Retiro a Patricia Bullrich. La candidata de Juntos se llevó de allí un sólido respaldo de la cúpula del Consejo, incluido Eduardo Eurnekian, su presidente y antiguo empleador de Milei, encargado del cierre. En un aparte con periodistas, Eurnekian se dirigió en duros términos al libertario, por segunda vez en pocos días. “Si Milei no se modera, no estamos para aguantar a otro dictador” dijo (días antes, había dicho a PERFIL: “Milei no está a la altura de juzgar al Papa”).

Milei también fue tema en la noche de la Fundación Estudios Americanos, que celebró el jueves en el Hotel Alvear los 200 años de relación con los Estados Unidos y distinguió a Rosendo Fraga. En esas mesas, alguien que reclamó anonimato y que conoce bien a los Estados Unidos diferenció las causas del fenómeno Milei de las que alimentaron el ascenso de Donald Trump. “Trump fue resultado de los farmers, el odio racial, la rebelión contra los impuestos y la demanda de libre portación de armas”. No hablamos de lo mismo. Aunque en parte se parezcan, también Bolsonaro en Brasil es un producto diferente de Milei.

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Si exceptuamos la posición expresa de Eurnekian -fue mencionado esta semana por el Financial Times como “el multimillonario que respalda a Milei”, algo que parece haberlo movilizado- lo que predominó en todos esos ámbitos frente al libertario es la prudencia, cuando no el temor.

El mismo sentimiento parece haber ganado la campaña de sus adversarios. Aconsejados por los asesores de comunicación, tanto Sergio Massa como Patricia Bullrich han evitado hasta el momento enredarse en una dialéctica con Milei. Uno y otro, como se advirtió en las primeras semanas que siguieron a las PASO, están en una lucha por entrar en el balotaje y son mutuamente rivales escogidos. 

El comportamiento de Bullrich parece derivar además de la necesidad de empatizar con un sector de los seguidores de Milei que alguna vez fueron (¿volverán a ser?) votantes de Cambiemos, hoy Juntos por el Cambio. También de la fascinación que ha despertado el libertario en Mauricio Macri. 

El ex presidente se vio obligado en las últimas semanas a revalidar el apoyo a su candidata, la que por otra parte venció a Horacio Rodríguez Larreta, su verdadero contradictor interno. Macri debió aclarar aquello que debía ser obvio. Una voz experimentada del espacio advirtió sobre el extraño juego que ha jugado Macri. “Si Milei gana, será el responsable de la derrota de Juntos por el Cambio. Si le va mal, se le adjudicará además una cuota de ese fracaso”. 

Bullrich viene haciendo blanco en el kirchnerismo. Este sábado difundió un spot de campaña en el que promete levantar una cárcel para narcos y corruptos a la que pondrá el nombre de “Unidad penal Doctora Cristina Fernández de Kirchner”. Una salida ingeniosa pero poco feliz e incluso anacrónica: la vicepresidenta está entrando en una fase acelerada de su larga declinación política. Ni la reactivación de sus causas penales despierta atención, como quedó demostrado con la decisión de la Cámara de Casación de llevarla a juicio por el caso Hotesur-Los Sauces y el Pacto con Irán. Pasaba lo mismo con las causas que involucraban a Menem en su ocaso.

En el caso de Massa, siempre tuvo claro que su rival a vencer en octubre es Bullrich. Como en el cuento de las dos gacelas perseguidas por el león: sólo tienen que ganar la carrera entre ellos para sobrevivir. 

Massa llegó al intercambio de favores con Milei. Una rareza en campaña. La aprobación en Diputados de la eliminación de Ganancias y la postergación del tratamiento del Presupuesto a pedido de Milei han sido funcionales a las necesidades de ambos. En el caso de Ganancias hay un hilo invisible que comunica además a Milei con el mundo sindical, la corporación política con la que ha tejido su primera alianza. Este dato será recordado en el futuro. El gastronómico Luis Barrionuevo fue el artífice del acto del viernes de La Libertad Avanza en Parque Norte, donde el libertario habló de un triunfo en primera vuelta. Los gremios fueron puntales de la alianza con la que Menem consolidó su programa de reformas en los 90: el presidente riojano los hizo participar activamente de las desregulaciones y convirtió a muchos de esos sindicalistas de millonarios a multimillonarios. Para algunos analistas, esa ha sido una de las razones que explican el calado que ha tenido el neoliberalismo en la Argentina, a diferencia de otras experiencias similares, menos profundas, en la región.

Los cuidados con Milei se extendieron este sábado al discurso de la vicepresidenta en la sede de la UMET, donde acompañó el relanzamiento del libro de conversaciones de Néstor Kirchner con Torcuato Di Tella, del año 2003. Volviendo por última vez a Menem, el expresidente aconsejaba: “No menciones nunca a nadie por su nombre”. La expresidenta siguió esa máxima cuando cuestionó el programa de ajuste del gasto de Milei y su proyecto dolarizador con un marcado respeto por la voluntad popular expresada en agosto. La doctora Kirchner incluso se mostró comprensiva con el electorado de Milei, hoy objeto de escarnio, al que pidió respetar. El mensaje de la expresidenta fue una buena aproximación al tiempo político presente: aunque arbitrariamente atribuyó la emergencia de Milei al fracaso de Cambiemos, hizo más tarde una concesión, un gesto de contrición sin precedentes en ella: pidió perdón. Esa disculpa puede contener múltiples significados. Cada cual elegirá el suyo.

Por razones tácticas o de estrategia, no hay quien por ahora se le atreva abiertamente a Milei. Al interior de La Libertad avanza, voces relevantes empiezan a tomar distancia de algunos extravíos del economista, su manejo autoritario con medios y periodistas, su acercamiento a gremialistas largamente desacreditados, su “irracionalidad”, como admitió una de esas voces que se adjudica pertenecer al “ala racional” de La Libertad Avanza. Mientras tanto Milei recoge el reel y modera su iconoclastia en la medida en que sus desbordes emocionales se lo permiten. Un balotaje se gana conquistando en centro del espectro. Pero aún falta.

El kirchnerismo ha sido durante dos décadas el principal garante y a la vez, la principal amenaza para el sistema, según la conocida figura que aplicaba Kissinger para caracterizar a la Unión Soviética. Sin embargo, el kirchnerismo siempre ha actuado dentro de sus límites, aún en los momentos de mayor desvío. La aparición de Milei lleva al sistema a una tensión desconocida en las cuatro décadas de democracia, levantamientos militares incluidos. De esos episodios que jaquearon a Alfonsín y también a Menem, el sistema salió fortalecido. Esta historia apenas comienza.