Desde Bariloche
Una nueva plaga se extiende por San Carlos de Bariloche. No es hantavirus, tampoco ceniza volcánica. Es de carácter emocional, menos manipulable para los malabaristas de las mediciones. Pero es también más efectiva y devastadora. El desconcierto de quienes viven del turismo (la mayoría de los 120 mil habitantes) se expresa de la siguiente manera: por un lado, el optimismo fulgurante por la benevolencia del último estallido volcánico; pero al mismo tiempo, las magras expectativas para la próxima temporada invernal. Es que desde que hizo erupción el volcán Calbuco y las imágenes se propagaron como reguero de pólvora por las cadenas televisivas, entre los operadores y potenciales visitantes se inyectó el miedo. Un temor difícil de extirpar por más infundado que suene a estas alturas. En Bariloche no hay cenizas. No hay en el aeropuerto, en el lago, en el centro, en los cerros. Simplemente eso: no hay. Razón suficiente para que los comerciantes locales hayan mancomunado esfuerzos para mostrarle al mundo que la perla patagónica está intacta.
El 22 de abril último explotó el volcán Calbuco, a unos 100 kilómetros en línea recta de Bariloche. Se esperaba lo peor. Pero el día no se volvió noche, como ocurrió el 4 de junio de 2011, cuando el Puyehue erupcionó y la cortina de cenizas alcanzó los veinte centímetros de acumulación. En aquella oportunidad el aeropuerto dejó de funcionar por más de siete meses; esta vez, fue sólo por cuatro días.
Cambio de cara. “Afortunadamente no hay más rastros de cenizas en Bariloche, y el destino se encuentra operando con normalidad ya desde el cuarto día de la erupción. Estamos enfocados en la venta de la temporada de ski y en la organización de actividades invernales para toda la familia”, afirma Ana Carla Polla, directora de Marketing & Ventas de Llao Llao Hotel & Resort. Dada la gigantesca infraestructura material y humana que presenta este hotel legendario, el sopapo de 2011 colisionó con mayor fuerza puertas adentro; ahora que lo peor ha pasado, los directivos abandonaron la cautela para enfocarse por completo en lo que consideran será una buena temporada.
Basta para reforzar lo expuesto la palabra de Valentina Colombo, subgerente de Turismo de LAN, una de las operadoras más grandes de la región: “Como todos los años, la ciudad se prepara para los turistas. En LAN ya estamos trabajando en la promoción de cara a la temporada 2015 y tendremos hasta 11 vuelos diarios. El aeropuerto está funcionando con normalidad, y confiamos en que será una excelente temporada.”
Aunque no lo diga a micrófono abierto, un referente de la Cámara de Turismo de Bariloche considera que los números finales dependerán de la reacción del lote de turistas brasileños, unos 30 mil por temporada, quienes por el momento no dan señales firmes.
Como sea, por ahora el pulso eruptivo quedó suspendido y las cenizas sepultadas, susurrando como ecos fantasmales entre los ocres, verdes y amarillos otoñales que entrelazados ostentan el esplendor de una de las ciudades más bellas que ha parido nuestro suelo.